Cuando yo predico y desafío
a pastores a llevar a sus iglesias la tarea de misiones
mundiales, siempre soy cuestionado acerca de la posibilidad
de que una iglesia pequeña pueda o no hacer misiones.
Mi respuesta siempre es afirmativa.
Una iglesia pequeña puede y debe hacer misiones.
Aquí presento cinco pasos para que una iglesia
pequeña pueda hacer misiones.
a) Confiar en el Gran Dios.
Debemos entender el plan de Dios para la Iglesia y la
implantación de su Reino, a través de la
predicación del Evangelio en todas las naciones,
sin importar el tamaño de la iglesia. Lo que marca
la diferencia es el tamaño de nuestro Dios. El
dijo: «Clama a mí, y yo te responderé
, y te enseñaré cosas grandes y ocultas
que tú no conoces» (Jeremías 33:3).
La Biblia afirma que Dios es «poderoso para hacer
abundantemente más de lo que pedimos o pensamos,
conforme a su poder que actúa en nosotros»
(Efesios 3:20-21).
A veces, miramos nuestra incapacidad
mirando el tamaño de nuestras iglesias, situación
económica, y quedamos desanimados, diciendo que
es imposible. Pero esto es un gran error. Necesitamos
mirar a Dios y creer en su poder, pues Él es grande
y quiere hacer cosas grandes. Precisamos orar como el
rey Josafat: «Porque en nosotros no hay fuerza contra
tan grande multitud que viene contra nosotros» (2
Crónicas 20:12). Aquí está el secreto
de la victoria: quita los ojos de las circunstancias y
colócalos en las manos del gran Dios, y Él
transformará nuestras iglesias en verdaderas bases
misioneros.
b) Comienza un movimiento
de oración. A través de la oración,
la iglesia puede hacer un movimiento misionero y alcanzar
naciones. Desafía a los miembros de tu iglesia
a orar en sus casas, en el trabajo, en los momentos de
descanso, en la iglesia, etc. A través de la oración,
vidas serán movidas por Dios; puertas abiertas;
misioneros bendecidos; vidas salvadas. Más adelante
daré algunos pasos prácticos para el inicio
de un gran movimiento de oración en tu iglesia,
no importa el tamaño que sea.
c) Entrena a los creyentes
en la evangelización personal. Descubrí
una cosa muy interesante en mi ministerio: los creyentes
no evangelizan porque no saben cómo hacerlo. Antiguamente,
pensaba que se trataba de falta de consagración,
falta de fe, desánimo, etc.; pero luego descubrí
que el gran problema era la falta de enseñanza
práctica.
En aquel tiempo invite a un equipo
de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo para
venir a un entrenamiento para evangelización y
discipulado para la iglesia. Fue maravilloso el trabajo
del Espíritu Santo, llevando a la iglesia a predicar
el Evangelio. Me acuerdo del testimonio de un diácono:
«Pastor, soy creyente desde hace más de 30
años y nunca alguien oró conmigo entregando
la vida a Cristo. Pero en esta tarde tuve la alegría
a ver a alguien orando conmigo, invitando a Cristo a entrar
en su vida.» Hoy el entrenamiento en evangelizar
es parte de la instrucción de los nuevos creyentes
en la Escuela Dominical.
d) Desafía a personas
al campo misionero. Mediante predicaciones, enseñanza,
recomendación de libros, etc., puedes desafiar
a personas a entregar sus vidas para la obra misionera.
Creo que en todas las iglesias hay personas capacitadas
para el campo misionero. Entonces, predica, desafía
y procura identificar a esas personas, dándoles
el apoyo necesario en el discipulado, etc. Apoya a los
capacitados.
Muchos pastores están pecando
dejando de apoyar, orientar y ayudar a los capacitados.
Tal vez por miedo de perder el puesto, por celos o irresponsabilidad.
Si hay en tu iglesia algún miembro llamado por
Dios para el ministerio, dale todo el apoyo que esté
a tu alcance, de esa manera estarás colaborando
para la expansión del Reino de Dios. No temas.
El mismo Dios que le colocó en el ministerio es
poderoso para mantenerlo o retirarlo, de acuerdo con su
soberana voluntad.
e) Desafía a los
creyentes a contribuir económicamente.
Una iglesia pequeña puede hacer mucho para misiones
a través de la contribución financiera de
sus miembros. Dios no ve el tamaño de la ofrenda,
sino que ve el tamaño del corazón de la
persona que dió la ofrenda. ¿Te acuerdas
de la ofrenda de la viuda pobre? (Lucas 21:1-4). Fue mayor
que las demás porque ella dio todo su corazón.
Después de esto, Dios es
poderoso para multiplicar cualquier ofrenda, como Él
hizo en la multiplicación de los panes. Soy testigo
de eso. Dios hace milagros en la economía de la
iglesia, cuando esta coloca misiones en primer lugar.
Más adelante, cuando hable de finanzas de la iglesia,
voy a contar algunos de esos milagros.
Conozco familias que están
manteniendo parientes en el campo misionero. Muchas veces,
cuando encuentro algún misionero le pregunto: «¿Quién
te está sosteniendo?». Algunas veces la respuesta
es: mi país, mis hermanos, etc. Entonces le pregunto:
«¿Cuántos son?» A veces cinco
o seis personas se están uniendo y sustentando
a un misionero en el campo. .¿Cuál es el
tamaño de tu iglesia? Aunque sea de cinco o seis
persona, si éstas fueran desafiadas y asumieran
las responsabilidad, se pueden unir y sostener misioneros
en el campo, así como algunas familias están
haciendo. Desafía a tu pueblo a contribuir económicamente.
f ) Une a tu iglesia con
otra, para enviar misioneros. Una iglesia pequeña
puede disponer de personas y dinero para la obra misionera.
Pero aveces no tiene condiciones para levantar todo el
sustento económico necesario; por lo tanto, puede
unirse a otra iglesia, y, juntas, enviar un misionero.
Voy a contaros una experiencia que trae recuerdos a mi
vida. Un pastor de una iglesia pequeña vino a nuestra
Conferencia Misionera y fue desafiado a hacer de su iglesia
una iglesia misionera. Desafió a la iglesia y la
respuesta fue el inicio de un movimiento de oración
y aportación misionera.
Cuando obtuvo el dinero de las
ofrendas mensuales para misiones, no tenía donde
invertirlo y entonces pidió a nuestra iglesia la
oportunidad de participar en el sustento de una de nuestras
misioneras en Africa. Consulté con mi iglesia y
todos con alegría aceptaron hacer la sociedad con
la otra iglesia, y, juntas, sostuvimos a la misionera.
Ahora este mismo pastor está marchando para el
campo, y las dos iglesias juntas van a participar en su
sustento.
Una iglesia pequeña puede
y debe hacer misiones. Todo depende de ser desafiada,
recibir la visión y aceptar la responsabilidad.