Fui engañado descaradamente por un comerciante en una gran cantidad de dinero. ¿A qué se debe que todos los comerciantes son engañadores? ¿Cree que debo llevar este caso a la ley para que se haga justicia?
Respuesta:
Mi estimado señor, cuando uno es engañado, sea descaradamente o no, sufre, se siente humillado e injustamente tratado. Usted tiene derecho de llevar el
caso a la justicia, pues según me dice, el hombre le ha engañado de una forma terrible.
Debería averiguar mediante personas responsables, qué pasos debe tomar ante la ley de su país para llevarlo a la justicia ya que este individuo le ha hecho tanto mal.
Sin embargo, quiero contarle una experiencia. Mi padre murió teniendo yo diez años de edad. Mi madre, que todavía vive gracias a Dios, siendo viuda, fue engañada. Nosotros, sus hijos, sufrimos las consecuencias por muchos años. Mi padre había dejado algunas posesiones pero casi todo desapareció por este robo y engaño.
Muchos de nuestros parientes aconsejaban a mi madre llevar el caso a la justicia, y hacer poner en la cárcel a esa gente, tratándolos como se merecían.
Mi madre, sin embargo, tomó una decisión completamente contraria. A mí me enojaba ver que mi madre no hacía justicia con los que nos robaron, engañaron y nos dejaron casi sin nada. Pero al paso
de los años, doy gracias a Dios por aquella actitud de mi madre.
Ella tomó literalmente un pasaje de la Biblia que enseña que debemos dejar que Dios haga justicia (Romanos capítulo 12). Mi madre tomó ese pasaje
diciendo que Dios a su debido tiempo haría justicia a quien correspondía y que por otro lado Dios cuidaría de ella, siendo viuda y con seis hijos menores. Así que todo lo dejamos en las manos de Dios. Yo, adolescente entonces, no podía aprobar esa actitud de mi madre, y recuerdo que en mi corazón tenía pensamientos pésimos y criminales.
Pero, han pasado los años, y doy gracias a Dios por la actitud de mi madre. Hace un tiempo una de las personas involucradas indirectamente en ese engaño
hizo profesión de fe en Cristo recibiéndolo como Señor y Salvador. Probablemente si los hubiéramos llevado a la justicia y quizá la cárcel nos hubieran rechazado no solo a nosotros, sino también tal vez a nuestro Señor Jesucristo.
Hay un versículo en la Biblia que dice: "Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efesios capítulo 4).
Usted tiene derecho de llevar el caso a la justicia, y si lo hace con un corazón recto, adelante. La persona culpable debe pagar. Pero si en su corazón puede perdonar con la gracia de Dios, usted será feliz, y quizá Dios tenga preparada alguna bendición.