¡Aleluya!
Lucas 2:1–20
Con sumo cuidado, José acomodó a María en el lomo del burro y comenzaron su viaje.
—El emperador romano escogió un mal tiempo para hacer que fuéramos a nuestras ciudades —se quejó José.
—Sí —dijo María—. Pero es la ley. Él quiere contar a sus ciudadanos.
El viaje a Belén era muy pesado para una mujer que estaba por tener un hijo. Tarde en la noche llegaron a la pequeña aldea.
—Voy a buscar alojamiento para que puedas descansar —indicó José.
Sin embargo, cada lugar de hospedaje ya estaba lleno de viajeros. José tocó de puerta en puerta y recibió las mismas respuestas: “Todo está ocupado”. “No hay más habitaciones”. “Busca en la otra calle”.
María estaba muy cansada. Y José estaba preocupado. Él seguía tocando puertas, suplicando que les dieran alojamiento.
—Por favor, no importa, cualquier lugar que tenga está bien. ¡Mi esposa está por dar a luz!
El último posadero se compadeció de la joven pareja.
—Tengo un establo aquí atrás. Es poca cosa, está oscuro y allí están los animales. No está muy limpio.
—¡Lo aceptamos, gracias!?
José hizo todo lo posible para que María estuviera cómoda en el pequeño establo. ¡Menos mal que había encontrado ese alojamiento! Porque esa noche nació el niño, tal como el ángel había dicho. Le pusieron por nombre Jesús. María miró al hermoso bebé y recordó las palabras del ángel: “Él salvará al mundo”.
Esa misma noche, unos pastores velaban su rebaño en un campo cercano. Un ángel del Señor se les apareció a los pastores y una gloriosa luz brilló alrededor de ellos. Los pastores nunca habían visto tal cosa, de modo que tuvieron miedo. Pero el ángel los tranquilizó, diciendo:
—No tengan miedo. Yo les traigo buenas nuevas que serán de gran gozo para todo el pueblo. Hoy ha nacido en Belén su Salvador. Así lo van a reconocer: está envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Luego aparecieron muchos ángeles en el cielo, cantando y alabando a Dios por el maravilloso regalo del niño Jesús. Ellos cantaron: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz y buena voluntad a los hombres!”.
Los pastores apenas podían esperar para encontrar al niño Salvador, así que de inmediato fueron a la ciudad a buscar al niño que estaba acostado en un pesebre. Cuando encontraron a María, José y Jesús, supieron que eran ciertas las palabras del ángel.
La Historia del Nacimiento de Jesús
El Mensaje de Dios
Hoy mi Hijo ha nacido
como un ser humano.
Así como tú,
va a reír y llorar.
Como tú, conocerá
el amor y la seguridad
de una familia y
los amigos.
Como tú,
experimentará tristeza
y dolor.
Habiendo nacido para
ser tu Salvador, vivirá
entre los hombres y
traerá gran gozo.
Él será tu esperanza
y tu salvación.