La Oración es la Clave del Exito | Andres Corson
«¿Para qué orar si mi oración no sirve para nada?», esto es lo que muchos piensan y por eso no oran, creen que todo ya fue predeterminado y que nada de lo que hagan va a cambiar el curso de la humanidad, como dice la canción: «que será, será»; en otras palabras, «esta fue la vida que te tocó, aguántatela».
Estas personas creen que la oración es una buena disciplina o un rito religioso, pero que no va a alterar para nada nuestra vida. Piensan que Dios no necesita de nuestras oraciones, que él simplemente nos pide que oremos porque es una buena práctica, pero esas oraciones no van a tener ningún efecto sobre el mundo. Alguien que cree eso obviamente no va a orar.
Otros se han ido al otro extremo de creer que orar es tratar de persuadir o convencer a Dios para que haga algo que él no quiere hacer o no planeaba hacer.
Los que creen esto tienen la imagen de un Dios malo, culpable de todas las desgracias de la humanidad, que quiere que estemos enfermos, pobres y que suframos, así que piensan que su función es aplacar con sus oraciones la ira de ese Dios y tratar de torcer su brazo.
Los que piensan así creen que para que Dios haga algo nos toca llamar su atención con largas plegarias, ayunos, gritos, gemidos, rezos, vanas repeticiones, flagelaciones, sacrificios…