La ocasión para escribir la Epístola a los Colosenses fue la introducción de enseñanzas erróneas en la iglesia. Tal parece que en medio de ellos había aparecido un maestro que estaba propagando un sistema doctrinal que era una mezcla de legalismo judío y filosofía pagana. Era el elemento pagano del sistema — después del tiempo de Pablo conocido como gnosticismo — lo que constituía el mayor peligro para la fe de la iglesia.
Los gnósticos se enorgullecían de poseer una sabiduría mucho más profunda que aquella revelada en las Sagradas Escrituras, una sabiduría que era patrimonio de unos pocos favorecidos. (“Gnósticos” viene del vocablo griego que significa “conocimiento.”) Creían que la materia es inherentemente mala, de modo que un Dios santo no podía haberla creado. Los ángeles, decían ellos, eran los creadores de la materia.
Un Dios puro no tenía comunicación directa con el pecador, sino que se comunicaba con él mediante una cadena de ángeles intermediarios que formaban, por así decirlo, una escalera desde la tierra al cielo.
El doctor Jowett describe una forma de la creencia de ellos:
La carne es mala, Dios es esencialmente santo, entre lo malo y lo santo no puede haber comunión. Es imposible — dice la herejía— que lo santo toque lo esencialmente malo.
Hay un abismo infinito entre los dos y el uno no puede tocar ni tener intimidad con el otro. La herejía tuvo que idear algunos medios por los cuales se pudiera cruzar ese abismo, y por los cuales el Dios esencialmente santo pudiera venir a tener comunión con el estado esencialmente malo en que moraba el hombre.
¿Qué se podía hacer? Decía que del Dios esencialmente santo emanaba un ser un poco menos santo, y luego del segundo emanaba un tercero menos santo aún, y del tercero un cuarto, y así sucesivamente, con creciente pérdida de santidad, con la divinidad más y más empobrecida, hasta que apareció uno (Jesús) que estaba tan despojado de la divinidad y santidad, tan semejante al hombre que podía tocar al hombre.
Puede verse claramente que esa herejía daba un golpe a la soberanía, deidad y al mesiazgo de Jesucristo, y lo colocaba en la misma categoría de los ángeles mediadores. Pablo se enfrenta a ese error demostrando que Jesucristo, en vez de ser un simple ángel intermediario, es el Creador del universo, el Creador de los mismos ángeles.
Exalta al Señor Jesús a su lugar señalado por Dios como la Cabeza del universo, y el único Mediador reconciliando a toda la creación con Dios. Resumiremos el tema de la manera siguiente: La preeminencia de Cristo; Él es primero en la naturaleza, primero en la iglesia, primero en la resurrección, ascensión y glorificación; Él es el único Mediador, Salvador y fuente de vida.
Por qué se escribió. Los colosenses, al enterarse de que habían encarcelado a Pablo, enviaron a Epafras, su servidor, a informar al apóstol respecto al estado de ellos (1:7,8). Por medio de Epafras, Pablo supo que falsos maestros estaban procurando sustituir la fe cristiana por una doctrina que era una mezcla de judaísmo y filosofía pagana. Para combatir ese error, escribió la epístola.
Cuándo se escribió. La Epístola a los Colosenses fue enviada por Tíquico, el mismo mensajero que llevó las de Efesios y Filemón. Fue probablemente escrita para el mismo tiempo.
NOTA. Colosas era una ciudad de Frigia, una provincia de Asia Menor.
Bosquejo del libro de COLOSENSES
I. Introducción: Saludos (1:1-12)
II. Explicación: La verdadera doctrina declarada (1:13 —2:3)
III. Refutación: La falsa doctrina puesta al descubierto (2:4-23)
IV. Exhortación: Conducta santa requerida (3:1 —4:6)
V. Conclusión: Saludos (4:7-18)