Liderazgo Eficaz
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. 1 Corintios 11:1
El liderazgo eficaz es el que perdura a través de los seguidores, quienes han sido formados genuinamente para que perpetúen la obra que el Señor nos ha asignado. Josué se convirtió en el sucesor de Moisés por causa de su fidelidad y espíritu de servicio.
De igual modo, Eliseo no se separó ni un solo instante del profeta Elías, porque anhelaba la doble porción de la unción que posaba en su maestro. Pero en el caso del Señor Jesús, Él dedicó la mayor parte de Su tiempo en la formación de Sus doce discípulos, a quienes luego llamó apóstoles. De esta manera el Señor presentó un modelo mucho más innovador, pues al concentrarse en doce personas potencializó la labor ministerial.
Es interesante que el Señor Jesús escogió gente sencilla pero moldeable porque Él sabía que no podía equivocarse con ninguno de los que estaba escogiendo, pues ellos llegarían a representar la imagen de lo que Su Maestro había sembrado en cada uno. La prueba está en que todos los que el Señor escogió sellaron su fidelidad con sus propias vidas, a excepción del traidor.
El apóstol Pablo se pone como ejemplo, y tenía toda la autoridad para hacerlo, pues sabía muy bien todo lo que el Señor Jesús había hecho por su vida.
Una vez que comprendió que Jesús era el Mesías prometido, enfocó todo el conocimiento que tenía en correr el velo que antes le había nublado su entendimiento, pero que gracias a la obra redentora le había sido quitado, y ahora él quiere hacer lo mismo con cada uno de los creyentes por eso manifestó “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.
Para convertirse en un servidor de Jesucristo, se requiere que se ofrende la vida en el altar de Dios. Lo interesante con el apóstol fue que tuvo las mismas luchas que nosotros tenemos, pero logró salir adelante, y tengo la plena certeza que nosotros también.
Razón por la cual el apóstol concluye a sus conflictos internos y espirituales diciendo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:24-25) y luego añade: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).
Ninguno de los miembros del equipo de liderazgo que Dios me ha confiado llegó por simpatía. Cada quien se esforzó y conquistó. No se trata de demostrar quién tiene más fuerza o poder de autoridad que otro, el verdadero liderazgo es el que permite obtener seguidores de nuestros ideales y nuestras acciones. Es absurdo que alguien se identifique como líder cuando no tiene a nadie siguiéndole. Como dice John Maxell: “El activo más importante es la gente”.
Cuando comprendí que el éxito del discipulado radicaría en la preparación de los discípulos hacia el liderazgo y luego motivarlos a que ellos se enfoquen en ganar, consolidar, discipular y enviar personas a un campo de acción con objetivos definidos pude comprender la esencia de la multiplicación y la forma más efectiva de conquistar.