Durante un momento difícil en nuestro viaje a través de la infertilidad, fui al centro comercial y regresé a casa llorando. “Hay mujeres embarazadas por todas partes”, le dije a John gimiendo. “Hasta vi a una mujer con dos bebés en un cochecito, y además estaba embarazada. Eso no es justo”.
¿Había realmente “mujeres embarazadas por todas partes”? Claro que no. Pero cuando usted está sufriendo por causa de la infertilidad, sus percepciones son incorrectas. Como alguien ha dicho: “Cuando usted es infértil, parece que todo quiere hacerla sufrir”.
En el conmovedor libro Empty Womb, Aching Herat (Matriz vacía, corazón dolorido) Megan describe el sufrimiento causado por la infertilidad en una forma que sólo una persona que ha tenido esa experiencia puede apreciar:
Soy una mujer razonable. No lloro en bodas o en las películas (Titanic ni siquiera me hizo derramar una lágrima). Pero, ¿qué del pasillo donde están los pañales en la tienda de comestibles? Bueno, ésa es otra historia. La primera vez que me sucedió, me tomó por sorpresa.
Iba caminando por el pasillo, empujando mi carrito con una rueda izquierda chirriante, mientras mis ojos exploraban los estantes buscando la marca de papel higiénico que estaba en venta. ¡El paquete de cuatro rollos de tamaño doble estaba diez centavos más barato! Agarré rápidamente dos paquetes del estante y los puse en mi carrito. Entonces me di vuelta, y mi mirada se fijó en una niñita con ojos tan azules como los de mi esposo y pelo del mismo color que el mío. Ella me contemplaba desde un paquete de pañales. Mis manos asieron con fuerza el brazo del carrito.
Mi garganta se apretó, y se me nubló la vista.
¿Qué me pasaba? Los ojos se me habían llenado de lágrimas que comenzaron a resbalarme por las mejillas. Agarré un pañuelo de papel de mi bolso y empecé a secarlas, mientras que pensamientos inesperados y no deseados, inundaban mi mente. Nuestra hija pudiera haberse parecido a ella. Aquella niña podría haber sido la mía. ¿Cuándo nos bendecirá Dios con un hijo? ¿Nos bendecirá Dios alguna vez? ¿Y cómo podré soportarlo si él no lo hace?
Sintiéndose solos
A lo largo de los años, John y yo hemos recibido bastantes cartas de parejas infértiles. De todos los sentimientos entretejidos en estas cartas, ninguno es más prominente que el aislamiento que muchos matrimonios experimentan cuando luchan con su incapacidad para ser padres. Les dejaré a ellos expresarlo en sus propias palabras:
…Aunque el Señor me ayuda por medio de su Palabra y de la oración, todavía me parece que soy la única que está pasando por esto.
…Me siento aparte de las otras mujeres en nuestra iglesia, que son de mi edad. ¡Todas son mamás! Incluso en la iglesia, un lugar donde siempre sentía que yo “pertenecía”, me siento realmente “sola”.
…Necesitamos ayuda. Acabo de pasar por mi tercer intento de inseminación intrauterina fracasado con Clomid. Estoy deshecha. Me siento tan sola, maldita, aplastada y olvidada por todos… incluso Dios.
“Simplemente, ¡Relájense!”
Para quienes se enfrentan a la infertilidad, el dolor puede venir de cualquier dirección. A veces toma la forma de comentarios insensibles y consejos de aquellos cuyas vidas se entrecruzan con las nuestras, incluyendo parientes y amigos. Cada uno, desde el tío Juan hasta la hermana María, sabe lo que deberíamos hacer.