Lectura Biblica Génesis 22
¿Cuántos tienen hijos que están en problemas o conocen hijos de otros que están en problemas?
Esta palabra es para todos: padres, abuelos, tíos, hermanos, para todos.
Una canción de Joan Manuel Serrat dice: "A menudo los hijos se nos parecen", esto es así. Pero existe un determinado momento en que nuestros hijos parecen transformarse en extraños, dejamos de reconocerlos, no creemos ni entendemos lo que estamos escuchando o viéndoles hacer y eso nos desorienta- especialmente en la edad de la adolescencia-.
Como estamos desorientadas no sabemos cuál es la respuesta correcta, cuál es la actitud correcta que tenemos que tener frente a ellos, ni cuál sería la palabra más útil que le podemos decir para pasar el momento de crisis por el que están pasando. Como no sabemos cómo hacerlo nos angustiamos, nos deprimimos y nos reprochamos todo el tiempo la clase de madres que somos.
En realidad todas nos recibimos de madres el mismo día que nuestros hijos reciben el título de hijos, y lo peor de todo es que nos dan un título sin haber cursado ninguna materia. Nadie nos forma, lamentablemente, con respecto a la maternidad.
Crisis por las que pasan nuestros hijos:
- Rebeldía: especialmente en la adolescencia y al final de la adolescencia.
- Malas compañías.
-Adicciones.
-Cárcel.
-Bulimia y anorexia.
-Depresión: hijos con idea de suicidio, que no quieren salir de la casa, no quieren hablar con nadie, no quieren trabajar, no quieren estudiar.
- Esquizofrenia u otras enfermedades mentales.
-Embarazo adolescente.
-Problemas que surgen por el divorcio de los padres.
-Problemas económicos de hijos adultos.
-Cualquier tipo de enfermedad física.
Todas estas crisis nos traen angustia y muchas veces no sabemos cómo trabajar con cada una de ellas.
Frente a las crisis de los hijos podemos responder de dos maneras básicas:
1- Con autocompasión : consiste en sentir lástima por vos misma, cuando te empezás a preguntar: "¿Qué he hecho para merecer esto?", "¿Qué hice yo para tener un hijo así?", "¿Para qué me sacrifiqué tanto?", "Este no es el nene adorable que yo crié; si yo le di una buena educación, soy un fracaso, me equivoqué en todo", "Si yo le llegaba a contestar así a mi papá, me hubiera dado vuelta la cara de un «tortazo»", "Son así porque tienen mucho", "En mis tiempos había más respeto", "La juventud de hoy no es como la de antes".
Cuando las madres no sabemos dar respuestas apropiadas, recurrimos a estas respuestas comunes que son una herencia familiar. Tal vez se las escuchamos decir a nuestras mamás con respecto de nosotros o a una tía. Entonces, repetimos respuestas como si fueran nuestras, pero eso no soluciona las crisis de nuestros hijos, podemos vivir quejándonos, sintiendo lástima por nosotras mismas, pero todo lo que digamos no solucionará la crisis. La autocompasión no soluciona el problema de tus hijos . En cambio, lo que podés demostrarte a vos misma es: "Soy inocente".
2- Con crecimiento: nuestro hijo no es el único en crisis. Cuando un hijo está en crisis, toda la familia también lo está; el problema es que el hijo sabe que tiene que crecer y madurar pero no nos damos cuenta que también nosotros tenemos que crecer y madurar. Pensamos que ya crecimos y que lo único que nos falta es que se nos ponga el cabello blanco, que se nos caiga todo y listo pero no nos damos cuenta que en cada crisis de nuestros hijos tenemos que mirarnos para adentro y lograr crecimiento y madurez interior.
Lo más valioso en el tiempo de la crisis, es mirarse para adentro y pedirle a Dios ayuda para crecer. En la medida que intento ayudar a mi hijo que sufre me estoy ayudando a misma a crecer cada día más.
Para ayudar a nuestro hijo que está en problemas:
1- Asumir el rol de oyente: una investigación dice que lo que más hubieran querido los hijos, en la etapa donde estaban pasando por una crisis, es que sus padres los escucharan. No es fácil ser buen oyente, especialmente cuando sentimos que nuestros hijos se están equivocando, están tomando malas decisiones, pero ellos necesitan alguien que los escuche, que entienda sus por qué, sus sensaciones o sentimientos de fracaso cuando dicen que no van a poder salir adelante; alguien que les registre su ira, su dolor, sus miedos. Los buenos oyentes no dan respuestas totalitarias, y eso es lo que más nos cuesta a las mujeres. Cuando nos están contando algo, los interrumpimos y empezamos a dar respuestas y soluciones; y ellos no nos cuentan para que le demos soluciones, sino para poder sacar lo que tienen adentro y solamente lo que necesitan es una buena oyente al lado.
Las mujeres tenemos la tendencia a apurarnos con las respuestas y eso les da bronca a nuestros hijos, porque ellos necesitan que cierres la boca, que no opines nada, que no les des ninguna respuesta.
Cuando escuchamos a otro esa persona se siente importante.
Escuchar a mi hijo no significa que voy a ceder al límite que le puse a mis ideas o principios, sigo manteniendo el límite que puse pero eso no quiere decir que no lo pueda escuchar, simplemente lo que estoy haciendo es dejar todo para prestarle atención: emplear oídos, ojos, ir más allá de las palabras porque hay chicos que no hablan -especialmente los varones- y saber discernir los tiempos ( ahora quiere hablar, ahora no quiere hablar; ahora me escucha, ahora no; ahora me puedo sentar con él, ahora no lo puedo hacer). Inclusive no debo presionar ni obligar y cuando ves que él te deja, escuchá, no hables vos. Tal vez le puedas hacer una pregunta para que te aclare algo que no estás entendiendo y para que se dé cuenta que lo estás escuchando, pero tenés que dejar todo.
Hay chicos que están desesperados porque hablan pero el padre o la madre están ocupados y no quieren escucharlos; ellos quieren que dejes todo y que vayas a escucharlos.
Escuchar significa que no le vas a solucionar su conflicto sino que estás disponible. Los chicos no quieren que le soluciones el problema sino que los escuches.
2- Asumir el rol de cuidadora : con los únicos que debés asumir este rol es con tus hijos, con los únicos que tenés que ser mamá es con tus hijos. No seas mamá de media humanidad pero sé mamá de tus hijos y asumí sólo con ellos el rol de cuidadora.
Esto implica que los hijos necesitan límites a cualquier edad. Un adolescente rebelde, o el que está preso (¿cómo le voy a poner los límites ahora que está preso? Sí, no se los pusiste antes, ponéselos ahora que está preso); tu hija que se está divorciando y te trae los hijos para que se los cuides, empezá a poner límites. Poné límites económicos a tu hijo que te pide, te pide y te pide.
Eso es transformarse en una cuidadora y el límite se pone siempre con mucha autoridad y con mucho amor.
He oído a cientos y cientos de mamás tratar a sus hijos con malas palabras y no es lo correcto. No podés tratar así a tu hijo, no podés descalificarlo con palabras ofensivas, incoherentes, obscenas o malas; ellos están acostumbrados a tratarse así porque es su código pero vos como mamá no podés hablarles de esa manera.
He escuchado de una mamá que le dice cosas aberrantes a su hija y por esa causa hoy, la hija se está alcoholizando; me decían que después de un baile la hija estaba tan alcoholizada que se metió en un baño tambaleando y se orinó encima. Pero cuando la madre la trata, la agrade: "Sos esto o lo otro".
El límite tiene que ser puesto con respeto y con amor
A lo largo de nuestra vida, todos los seres humanos necesitamos límites, y nuestros hijos tienen que saber hasta dónde pueden llegar, por eso muchas veces nos provocan, estiran la cuerda para ver hasta dónde pueden "tironear". Un hijo que tiene límites se siente seguro, sabe hasta dónde puede y hasta dónde no. Por eso debés aprender a poner límites.
Debés decirle lo que considerás apropiado y lo que no; tu hijo lo tiene que saber.
3- Asumir lo que le ocurre a mi hijo.
Aceptar que está pasando por una crisis determinada. Me he asustado de escuchar a mamás que no saben qué les pasa a los hijos, ni saben en qué andan; no lo niegues ni lo disfraces. Hay mamás que no saben porque no es fácil saberlo, porque los chicos tienen muchas astucias, mucha capacidad para ocultar; pero como hay mamás que no saben, también hay mamás que no quieren aceptar, por ejemplo, que su hijo se alcoholiza.
"No, yo sé que el toma de vez en cuando pero no es alcohólico". Tenés que aceptar que es alcohólico.
"No, algún porrito alguna vez se fumará, pero nada más, de ahí no pasa". Tenés que aceptar que es adicto porque sino no vas a poder buscar la ayuda necesaria.
La vez pasada hablé con una mujer que tenía tres hijos presos y le dijeron de uno que había matado tres personas porque entró a robar, pero ella no creía que hubiera sido así. Aceptalo, porque sino no estaría preso y si lo está es porque es verdad; hasta que no lo aceptes, hasta que no entres en la cuenta que tu hijo lo hizo, te va a costar mucho poder ayudarlo.
Si tu hija tiene bulimia o anorexia, no es que deja de comer porque está cuidándose el cuerpito, ¡No! Tenés que asumir que tiene bulimia o anorexia para buscar la ayuda de un profesional y ayudarla.
Hay mujeres que, para no asumir que sus hijos están pasando por un problema, le echan la culpa a las amistades: "Pero mi nene no es así" ¡Mentira! Antes de que tu nene o nena tengan malas compañías, tuvieron la compañía de tu casa, la tuya, la de tu pareja, la de sus hermanos.
Asumí que algo tenés que hacer -no es para ser masoquista, no es para estar todo el día: "Ay que mal hice"- solamente reconocé que tu hijo está pasando por esto y que necesitás buscar la ayuda correcta.
Hay mujeres que viven orando (está bien que ores, la oración es perfecta) pero tu hijo necesita otra cosa además, y a veces en la oración Dios te muestra cuál es el camino, qué es lo tenés que hacer, pero no lo hacés porque no creés que tu hijo esté en drogas o robe.
4- Asumir el rol de perdonadora.
Cuando un hijo se comporta como no imaginabas, te trae desilusión y muchas veces te provoca un rechazo hacia ese hijo: "Porque yo me imaginaba, tenía la ilusión que mi hijo sería súper inteligente en la escuela, que nunca me iba a traer un problema, que sería una buena compañía; que mi hija iba a estar siempre conmigo, que no iba a quedar embarazada antes de tiempo, que se iba a casar, salir de blanco de mi casa para la iglesia", y la historia no se dio así, entonces la primer reacción de esas madres es rechazar a ese hijo .
En la antigüedad los griegos y romanos tomaban a los bebés que tenían deformidades y los tiraban desde el monte porque querían hijos perfectos; y quiero decirte que no hay hijos perfectos, porque no hay padres perfectos.
No podés tener hijos perfectos si te mirás a vos misma, si no sos modelo de perfección, entonces cómo vas a tener hijos perfectos, por eso tenés que asumir el rol de perdonadora.
No es fácil tener un hijo esquizofrénico, o que entra y sale de la cárcel, o que es adicto; y a veces las madres no saben más qué hacer y llegan a decir que "me gustaría que no estuviera".
Hay otros hijos que traen vergüenza. A nadie le gusta decir: "Mi hijo está preso", "Mi hija quedó embarazada antes de tiempo", "Mi hija me contesta con malas palabras cuando me habla". A nadie le gusta asumir el rol de perdedor en una relación.
Por eso perdonar es fundamental . Tenés que perdonar a tus hijos porque no son lo que soñaste, tenés que perdonar a tus hijos porque tal vez no están haciendo lo que vos querías que hicieran.
Decí: "Señor, ahora necesito sacar esta angustia que tengo adentro porque yo soñé con mi hijo de una manera y no es así".
Tu hijo no tiene que ser como vos querés que sea . Tal vez tus hijos eligieron un camino que nunca hubieses elegido o quizás eligieron el mismo camino que vos elegiste.