Un ladrillero puso un anuncio que decía: “Se necesita un joven”.
Se presentó luego uno que preguntó:
¿Cuánto paga?
- Diez pesos por semanas y alimentos ---replicó el hombre.
¿Qué clase de alientos?----inquirió el muchacho.
- Bueno ----balbuceó el corpulento fabricante con buen humor---- son los que yo como.
- Déme el empleo ---- se apresuró a decir el joven sonriendo, y mirando atentamente al hombre gordo.
Este cuento es humorístico, pero tiene su lección. La apariencia del fabricante de ladrillos fue el mejor anuncio acerca de los alimentos que daba a sus empleados.
Si tú y yo rogamos a alguien que llegue a ser cristiano, mirará los resultados que ha hecho el Evangelio en nuestras vidas, y dirá:”Quiero el empleo, o no lo quiero”.----Christian Herald
Buen Anuncio
Un ladrillero puso un anuncio que decía: “Se necesita un joven”.
Se presentó luego uno que preguntó:
¿Cuánto paga?
- Diez pesos por semanas y alimentos ---replicó el hombre.