MENSAJE
La naturaleza del llamado
- Dios nos llama a la vida eterna (1 Timoteo 6:12), a la paz (Colosenses 3:15) y a la comunión con Cristo (1 Corintios 1:9).
- Dios también nos llama a la santidad (1 Tesalonicenses 4:7) y a la virtud (2 Pedro 1:3).
El método para el llamado.
- El llamado de Dios nos llega a través del Evangelio (2 Tesalonicenses 2:13,14) y del Espíritu Santo (Apocalipsis 22:17; Juan 16:7–11).
- El llamado de Dios le llega al ser humano por medio de los creyentes (2 Corintios 5:20), como lo vemos ilustrado en el ministerio de Felipe (Hechos 8:26–38) y el de Pedro (Hechos 10:1–6).
El propósito del llamado.
- Cuando las personas responden positivamente al llamado, disfrutan de la justificación (Romanos 8:30), con todo lo que ella implica (Romanos 5:1–11).
- Cuando las personas responden positivamente al llamado de Dios, descubren que también disfrutarán de la gloria eterna e indescriptible del Señor Jesucristo (2 Tesalonicenses 2:14; 1 Pedro 5:10; compare estos textos con Marcos 9:1–8 y Apocalipsis 1:9–18).
El deber del llamado.
- Los creyentes deben andar como es digno de la vocación a la que fueron llamados (Efesios 4:1): con humildad, mansedumbre, paciencia, y unidad (Efesios 4:2,3).
- Los creyentes deben andar de tal manera que manifiesten las excelencias de Aquel que llama a los seres humanos de las tinieblas a la luz (1 Pedro 2:9).
CONCLUSIÓN
Para que aquellos que son hechos partícipes del llamado celestial sean todo lo que Dios espera de ellos, deben mantener los ojos continuamente fijos en Jesucristo (Hebreos 3:1,2).