EL LLAMAMIENTO DE MOISÉS
Éxodo 3:1-10
En el primer capítulo vemos un cuadro de servidumbre impotente; en el segundo, fracaso y desesperación; en el tercero aparece el Libertador Omnipotente.
El rey había muerto, y la oscuridad del dolor y opresión se hacía rápidamente cada vez más densa sobre Israel; pero Dios sabia dónde encontrar un hombre adaptado a su bondadoso propósito de liberación.
Moises ahora tiene ochenta años de edad, pero no es demasiado viejo para Dios; es más apto para su obra, ahora que ha sido blanqueado al sol del desierto por cuarenta años. Se necesita mucho para secar completamente la vieja y pecaminosa savia del «yo» que está dentro de nosotros.
Moisés había intentado salvar a sus hermanos, pero falló. Ahora recibe el LLAMADO DE DIOS a la obra. El fue sin ser enviado; ahora Dios lo envía. En esta porción tenemos:
I. Una manifestación temible.
«Se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza.» «Esta grande visión.» La llama de fuego era símbolo de la presencia de Dios.
1 SIGNIFICABA PUREZA. «Nuestro Dios es fuego consumidor» (He. 12:29). «¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas?» (Is. 33:14). Solamente los puros de corazón. La presencia de Dios en el alma devora el impuro deseo del corazón. «Sed santos, porque Yo soy santo» (1 P. 1:16).
2 SIGNIFICABA PODER. «La zarza ardía en fuego.» Cuando el Espíritu Santo descendió para dar poder a los discípulos, vino en semejanza de lenguas de fuego. Si somos hechos participantes de la naturaleza divina, somos también hechos partícipes de un poder omnipotente.
3 SIGNIFICABA MISTERIO. «Y la zarza no se consumía.» La santa y consumidora presencia estaba allí, y sin embargo la zarza fue guardada. ¡Qué símbolo de Dios en Cristo! Grande es el misterio de la piedad: Dios manifestado en carne. ¡Qué cuadro del creyente! Tenemos este tesoro en vasos de barro. Dios mora en vosotros.
II. Una resolución oportuna.
«Moisés dijo: Iré yo ahora (me desviaré) y veré esta grande visión.»
1 ERA NECESARIO DESVIARSE. Pensad cuánto hubiera perdido si hubiese seguido adelante sin prestar atención. Para encontrarse con Dios, y ser enseñado por Él, el hombre ha tenido muchas veces que hacerse a un lado, aun de su ocupación lícita, pero especialmente de los placeres del pecado y los razonamientos de una mente carnal. Cuando veas una nueva lumbre ardiendo en la zarza de la providencia de Dios, o en un texto de su palabra, desvíate y busca conocer su pleno significado.
2 SE DESVIÓ CON UN PROPÓSITO. «Iré yo ahora y veré…, por qué causa la zarza no se quema.» Tal vez se paró por un tiempo preguntándose si debía hacerse a un lado, pero ahora ya está decidido. «Yo iré a buscarla.» «Me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.» «Mi pueblo no considera.»
3 DESVIÁNDOSE OYÓ LA VOZ DE DIOS. «Viendo Jehová que Él iba (se desviaba) a ver, lo llamó.» Un hombre pronto halla a Dios cuando deja todo para buscarle. La voz de Dios se oye pronto en el alma una vez que nos hayamos rendido a su invitación. Dios vio que se hizo a un lado, o inmediatamente manifestó su presencia. Dios ve cada vez que nos apartamos, ya sea hacia Él o de Él, y obra según el caso.
III. Una revelación bondadosa.
Al hacerse a un lado, Moisés estaba tomándose a Dios; al tornarse a Dios recibió:
1 UNA REVELACIÓN DE SU CARÁCTER. «Yo soy el Dios de tus padres.» Ésta era una declaración de la eternidad de su nombre. Cuando un pecador se hace a un lado para ver esa gran visión en la cruz del Calvario, ¡qué revelación de Dios se le hace conocer!
2 UNA REVELACIÓN DE SU INTERÉS SIMPÁTICO. «Bien he visto la aflicción, he oído su clamor, y he conocido sus angustias.» Dios supo las angustias, y oyó el clamor de un mundo que gemía. En respuesta, de su propio seno envió a su Hijo. En esto está el amor. Cristo es la revelación del amor de Dios.
3 UNA REVELACIÓN DE SU PROPÓSITO SALVADOR. «He descendido para librarlos.» Dios descendió en la zarza para sal-ÉXODOvar a su pueblo por medio de su siervo Moisés. Dios ha descendido en Cristo para salvar por medio del evangelio.
Ésta era una doble liberación: a) para sacarlos; b) para introducirlos. Fuera de Egipto a Canaán; fuera del reino de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios. Para efectuar esta gran salvación nuestro Dios de gracia tuvo que humillarse; le fue menester descender. «Obediente hasta la muerte» (Fil. 2:8).
IV. Una comisión definitiva. «Ven ahora, y te enviaré.»
La revelación de Dios siempre precede a una comisión por Dios. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés significó no solo poder a los discípulos, sino también una revelación más completa de la gloria de Jesús. Entonces fueron y salieron.
1 EL TIEMPO. «Ven ahora.» Ahora que has fracasado en tu propia fuerza; ahora que has sido muy bajado durante estos cuarenta años, esperando en el desierto; ahora que has tenido una nueva y más amplia visión de Mí; ahora que conoces el deseo de mi corazón tocante al pueblo.
2 EL PROPÓSITO. «Para que saques a mi pueblo.» «Están en esclavitud y miseria, pero son míos. Sácalos declarándoles mi voluntad y palabra». «Predicad el evangelio a toda criatura» (Mr. 16:15). No quiere la muerte de ninguno. Por medio de sus enviados, está llamando y sacando a un pueblo para su nombre.
3 LA AUTORIDAD. «Te enviaré.» En Éxodo (2:12) le vemos yendo en su propio nombre; ahora tiene la autoridad y el poder de Dios. Moisés obtuvo su Pentecostés en la zarza ardiente, su poder para servicio. ¿Has recibido esta potestad? Tiene que haber rendición a su llamado antes que Él envíe en su nombre. «Ven, y te enviaré».