EL PARALÍTICO. Bosquejos Bíblicos para Predicar Marcos 2:1-12
Cuando Jesús llegó a la casa, este hecho pronto llegó a ser difundido. La casa era quizá la de Pedro, donde había estado antes (1:29). En la casa o en el corazón, no puede ser escondido. Allí donde su poder salvador y sanador se manifiestan «se reunirán muchos».
No es siempre una señal de que Jesús está en la casa cuando «muchos no encuentran entrada». «Cientos sin poder entrar» es en la actualidad una gran jactancia. Él no envía de vacío a los hambrientos. Aquí tenemos una imagen de
I. Impotencia humana. «Un paralítico» (v. 3). Estaba:
1 ENFERMO. La enfermedad imposibilita el goce de aquellas cosas que son hasta indispensables para la vida y la salud. El pecado enferma el alma ante las bondades de nuestro Dios; el amor al mundo vicia el apetito por el pan del cielo. «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos» (Mt. 9:12).
2 ENFERMO DE PARÁLISIS. Esto es, su enfermedad lo dejaba impotente, privado de toda capacidad de acción, con sus energías desaparecidas, incapaz de hacer nada por sí mismo. Su enfermedad lo privaba de todos los deseos buenos, y su parálisis lo privaba de toda capacidad para actuar. Ésta es la verdadera condición de todos los que están sin Cristo.
«Engañoso es el corazón» (Jer. 17:9). Sus obras, sus caminos y sus pensamientos son repulsivos para Dios (Pr. 15:8, 9, 26). Cuando esto llega a la consciencia del paralítico, esto es suficiente para privarle de toda soberbia y autoconfianza. «Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos» (Ro. 5:6).
II. Afecto fraternal. «Llevado por cuatro» (v. 3). Estos cuatro hombres que llevaban al impotente paralítico a Jesús nos muestran lo que puede llevar a cabo un esfuerzo unido. Uno pudiera haber dicho: «No puedo hacer nada por Él», pero los cuatro dijeron: «Podemos llevarlo ». ¡Cuántas almas que perecen son cruelmente descuidadas por la carencia de un esfuerzo unido de parte del pueblo del Señor. Vale la pena considerar a estos cuatro anónimos amigos del paralítico.
1 CONSIDÉRESE LA FE DE ELLOS. Jesús vio «la fe de ellos» (v. 5). Fue para Él un delicioso espectáculo, aquellos cuatro corazones nobles y confiados. Creían que Jesús tenía lo que aquel pobre hermano imposibilitado y medio muerto necesitaba, y además creían que estaba bien dispuesto para darlo.
Lo llevan como cántaro vacío a la fuente. Llevan al amoratado y congelado al calor del Sol de Justicia. Ellos hicieron su parte con fe, y la fe de ellos fue recompensada. Según vuestra fe os sea hecho. Se precisa de cuatro para llevar a un alma de las tinieblas del pecado a la luz de la salvación. (1) El amor del Padre. (2) La sangre del Hijo. (3) El poder del Espíritu. (4) La fe del cristiano. Los primeros tres son poderosos, pero, ¿y el cuarto? A, yo, «Poca fe».
2 VÉASE SU VALOR. «Y como no podían acercarse a Él a causa de la multitud, abrieron un boquete en el techo» (v. 4). No abandonaron la partida porque hubiera una multitud de dificultades por el camino. ¿Esperar a una ocasión más oportuna? ¡Ni hablar! Cuando hay la voluntad de ir a Jesús se abre el camino, aunque sea a través de un tejado.
El método que ellos siguieron para llevar a un hombre a Cristo causó una buena cantidad de polvo y confusión, y es indudable que originó una buena cantidad de críticas adversas, pero el Señor nunca encuentra fallos en la manera en que acudimos, si acudimos creyendo.
III. El poder divino. Cuando llegamos a Jesús quedamos en el acto convencidos de que hemos llegado a la presencia del Omnipotente. «El Verbo era Dios». En el versículo 8 vemos su poder de discernir los pensamientos e intenciones del corazón. Todas las cosas están desnudas delante de Él. Pero véanse:
1 SU PODER PARA PERDONAR. «Hijo, tus pecados te son perdonados » (v. 5). Esto fue dicho «al ver Jesús la fe de ellos». Éste es el Evangelio de Cristo que es el poder de Dios para todos los que creen. ¿Es el Evangelio para ti un «espero que sí», o un «lo sé»? No esperes perdón en el momento del juicio cuando está escrito que «el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados» (v. 10).
2 SU PODER PARA SANAR. «Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa» (v. 9). El perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias. «Bendice, alma mía, a Jehová» (Sal. 103:1, 2). Él no nos purifica de la contaminación sin liberarnos del poder del pecado. La sal de su gracia salvadora es echada en la fuente: el manantial de la vida. En Cristo no solo tenemos el perdón del pasado sino asimismo la renovación del Espíritu Santo. Hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús.
IV. Evidencia concluyente. Cuando alguien ha sido salvado por el Señor ello se tiene que ver en la nueva vida. El paralítico:
1 SE LEVANTÓ. «Levántate… Entonces Él se levantó… enseguida » (v. 12). La camilla que antes lo había llevado a Él la lleva Él ahora. Jesús puede fácilmente transformar las angustias que nos llevan tristes a Él para que las tomemos y las llevemos agradecidos por Él. Hay un verdadero levantarse de nuestra verdadera hombría cuando acudimos en nuestra debilidad a los pies de Jesús. Tan pronto como somos vivificados somos resucitados (Ef. 2:5, 6).
1 SALIÓ. Cuando salió delante de todos ellos quedaron asombrados, y glorificaban a Dios diciendo: «Nunca hemos visto nada como esto» (v. 12). ¡No, ésta era una nueva forma de hacer que no provenía del príncipe de la tierra, sino del Rey de la Gloria! «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra» (Mt. 28:18).
2 Salid como aquellos que han sido perdonados y sanados de esta manera celestial, dando testimonio de Él y orando que otros puedan también serlo del mismo