EL REINO VENIDERO
Bosquejo Bíblico de sermones para predicar de Miqueas 4:1-8
Hay un «reino» que viene, como lo predijeron los profetas y lo anunciaron nuestro Señor y sus apóstoles: un reino como este mundo jamás lo ha conocido. Este reino vendrá cuando aparezca el MISMO REY. Aquel que murió por el mundo afirmará su «derecho a reinar» sobre él.
Cuando venga a regir las naciones, entonces se cumplirá abundantemente la oración que nos enseño en los días de su carne: «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra». «Su reino no es de este mundo». Nunca puede surgir de las actuales condiciones de este mundo. Vendrá de Dios, y con «Dios nuestro Salvador», que aparecerá en «poder y gran gloria» (1 Ts. 4:14-17).
I. Jesús como Rey volverá. Apareció como Profeta; como Sacerdote se presenta ahora en presencia de Dios por nosotros; como REY ha de volver a aparecer y llevará a su conclusión su gran obra llevando al mundo al sometimiento a su voluntad; entonces su pueblo redimido compartirá su honra y gloria (1 Co. 6:2; Ap. 5:10).
Esto es algo de la gracia que nos ha de ser traída en la Revelación de Jesucristo (1 Pedro 1:13). Él viene; sí, viene en Persona como Glorioso Vencedor, del mismo modo en que se le vio ir (Hch. 1:11).
II. ¿Cuando viene este Reino? Dice Miqueas: «Acontecerá en los postreros tiempos» (v. 1). Los «postreros tiempos», no de la historia del mundo, sino de esta edad presente. El día o la hora de su aparición nadie puede saberlo; pero las señales de los «postreros tiempos» nos han sido dadas para que sepamos que el día de su manifestación se acerca. Se nos asegura que en los días postreros vendrían TIEMPOS PELIGROSOS (2 Ti. 3; 1).
Estos últimos días serán peligrosos, arriesgados, involucrando riesgos terribles: «Sobre la tierra angustia de las gentes, perplejas a causa del bramido del mar y de las olas, desmayándose los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra».
Entonces, mientras todas estas condiciones prevalezcan, «verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria» (Lc. 21:25-28). ¿Están o no con nosotros estas «señales»? Muchos de estos dolores han estado siempre con la humanidad, pero en estos «últimos días» se transforman en «señales», por cuanto el mundo no tiene remedio para sus propias dolencias. Estas señales son señales de peligro.
(Ver Predicaciones sobre los últimos tiempos)
III. Las características de su reinado, como son reveladas por esta profecía.
1. Estará CENTRADO EN JERUSALÉN. «El monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos» (v. 1). ¿En qué otra parte podría encontrar este reino celestial su capital más que en su propia Ciudad. Sí, allí donde Él mismo fue crucificado por el pecado del mundo.
Bendito pensamiento, donde fue levantada su Cruz de sufrimiento y de vergüenza, allí estará su Trono de dominio, el símbolo de poder y de victoria sobre todos sus enemigos. «La Casa del Señor» será entonces digna de su Santo Nombre, cuando todos los pueblos acudirán allí, y toda lengua confesará que Él es el Señor. Jerusalén volverá a ser una alabanza en la tierra.
2. SERÁ UNIVERSAL. «Vendrán muchas naciones, … El Dios de Jacob… nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque… de Jerusalén [saldrá] la palabra de Jehová» (v. 2). Los paganos le serán dados como su heredad, y las más remotas partes de la tierra como su posesión (Sal. 2:8).
Aquel que colgó de una Cruz tendrá a todo un mundo inclinándose delante de Él. Digno es el Cordero que fue inmolado de recibir esta honra y gloria y dominio (Is. 9:7).
3. SERÁ PACÍFICO. «Él juzgará… y reprenderá… y ellas [las naciones] forjarán sus espadas en rejas de arados… no levantarán espada… ni aprenderán más la guerra» (v. 3, V. M.). ¡Qué liberación para un mundo que ahora yace en el maligno! Su Nombre será PRÍNCIPE DE PAZ, y el gobierno será sobre su hombro (Is. 9:6).
En aquel día el «príncipe de este mundo», que ahora obra en los hijos de desobediencia, será totalmente anulado. Mientras tanto, oigamos y reposemos en sus palabras consoladoras: «No se turbe vuestro corazón... creed en Mí... vendré otra vez» (Jn. 14:1-3).
4. SERÁ ABUNDANTEMENTE PRÓSPERO. «Se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente» (v. 4). Sin temor de bandidaje, ni de pestilencia ni de sequía, porque el desierto y el páramo florecerán como la rosa. Florecerá abundantemente.
La tierra seca se volverá en estanque, y el sequedal en manantiales de agua. Habrá gozo y alegría, «y huirán la tristeza y el gemido» (Is. 35). No habrá más miradas ansiosas al cielo, suspirando por la refrescante lluvia; todos los elementos en la tierra, en el aire y en la mar estarán bajo su control, y serán puestos al servicio del bien de su pueblo (Is. 12).
5. SERÁ UN TIEMPO DE GRAN GOZO. Para su pueblo antiguo será una resurrección nacional, porque «los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas» (Is. 35:10). Miqueas nos dice: «en aquel día, dice Jehová, reuniré la que cojea, y recogeré la descarriada, y a la que afligí; y pondré a la coja como remanente, y a la descarriada como nación robusta; y Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre» (vv. 6, 7).
¡Qué reunión para este pueblo cojeante, esparcido y afligido! Verdaderamente, su restauración será como «vida de entre los muertos». ¡Una nación salva y dichosa! ¡Qué poderosa influencia tendrán sobre los pueblos de la tierra! Pero… ¿qué de la Iglesia? ¿Los que pertenecen a Cristo ahora? Ah, «Cristo las primicias». Luego, «los que son de Cristo en su Venida… Porque es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies» (1 Co. 15:23-25).