La Insensatez de la Incredulidad. Bosquejos Bíblicos para Predicar Números 13 y 14
La mente carnal es enemistad contra Dios, y hasta que la mente no sea cambiada hacia Dios no se apreciarán su gracia y fidelidad. Puede uno espiar la tierra prometida, pero solo con ojos ciegos.
Podrá uno oír de su bondad y belleza, pero solo con oídos sordos. Hasta que el corazón no sea recto para con Dios todo está torcido. La incredulidad para con Dios brota tan naturalmente del corazón carnal como las aguas pendiente abajo.
Ninguna cantidad de evidencia por sí misma (y los israelitas tenían abundantes evidencias) cambiará la mente humana. «Es el Espíritu el que da vida». La incredulidad:
I. Mide las dificultades en base de la fuerza humana. «No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros» (v. 31). «Como langostas, … así les parecíamos a ellos» (v. 33).
Los que persisten en trabajar sin Dios tienen solo un brazo de carne en el que apoyarse, frente a los terribles obstáculos en el camino de poseer las bendiciones divinas.
¿Cómo puede un pecador impotente llegar nunca a vencer todos los gigantes del mal adentro, y todas las murallas del hábito que han sido edificadas alrededor de ellos? Mide todo esto contra tus propias capacidades, y podrás bien decir: «No podremos» (Nm. 13:31).
Es bueno cuando un pecador hace esta confesión, pero triste cuando la hacen los cristianos. Hay grandes bendiciones en la Palabra de Dios ofrecidas a su pueblo: paz, gozo, fuerza y victoria permanentes. Como Nehemías, tenemos que aquilatar todas nuestras dificultades teniendo a la vista «al Dios del cielo». «He aquí, Yo estoy con vosotros todos los días.»
II. Anula la Palabra de Dios. Ellos dijeron: «Es tierra que traga a sus moradores» (13:32). Dios había dicho que era «una tierra buena y ancha, … tierra que fluye leche y miel» (Éx. 3:8).
Aquí tenemos una contradicción. La incredulidad contradice siempre a Dios, porque solo puede juzgar por las apariencias. «El que no cree en Dios le ha hecho mentiroso». La Palabra de Dios promete perdón, paz, y paraíso a todos los que creen en Jesús.
Pero el corazón no creyente piensa que la religión de Jesucristo consume a sus creyentes, porque ellos ya no buscan los placeres del mundo. Dios dice: «Mirad y vivid». La incredulidad dice: «Obrad y vivid».
La Palabra de Dios dice que los caminos de la sabiduría (los de Cristo) son caminos de deleite. La incredulidad dice que tenemos que abandonar todo placer para andar en ellos (He. 4:2).
III. Desprecia la provisión de Dios. «Y hablaron mal… de la tierra» (v. 32). «Aborrecieron la tierra deseable; no creyeron a su palabra» (Sal. 106:24). La buena y fructífera tierra era la provisión de Dios para ellos, pero ellos no vieron en ella belleza para desearla.
Cristo y sus preciosas promesas son la provisión de Dios para el pecador, pero cuántas veces es Él calumniado y menospreciado, herido también en la casa de sus amigos.
Tú mismo arrojas una calumnia sobre la tierra cuando profesas ser cristiano, y no actúas como tal. Menosprecias la tierra placentera cuando te fías más de tu propia bondad que de Cristo. Rechazas la provisión de Dios cuando pides ser excusado (Lc. 14:18).
IV. Deshonra al mismo Dios. «Y Jehová dijo… ¿Hasta cuando no me creerán?» (4:11). Cuando Eva creyó a la serpiente, desacreditó con ello mismo al Señor. Cuando tú crees a tu propio malvado corazón, dejas de creer en Dios.
¿Qué había hecho Dios por ellos? Los había perdonado «desde Egipto hasta aquí» (v. 19), había tenido misericordia de ellos a lo largo de todo el camino, y seguían dudando de su cierta Palabra de promesa.
¿Qué ha hecho Dios por ti? ¿Donde están muchos que solían angustiarte? ¿No ha tenido misericordia contigo desde la cuna? ¿Qué estás haciendo ahora? Rebelarte, rechazar, y deshonrar.
La incredulidad traspasó con clavos sus manos y sus pies. La incredulidad traspasó su corazón. Si estás menospreciando su misericordia lo estás crucificando de nuevo. ¡Qué deshonra dudar de Aquel que no puede mentir! «El que peca contra mí, defrauda su alma» (Pr. 8:36, RV).
V.Es la fuente del pecado y del dolor. «Entonces toda la congregación gritó y dio voces, … y se quejaron» (14:1-4). Cuán fácilmente cree el hombre un mal informe, y cuán lento es en aceptar que Dios es veraz.
Los que no creen a Dios llorarán y se lamentarán. La incredulidad excluye a Dios, y prefiere así las tinieblas a la luz, el dolor y la miseria a la paz y el gozo. Tened fe en Dios, y Él enjugará las tristes lágrimas.
La incredulidad excluye al Espíritu conductor, y clama, «Designemos un capitán» (v. 4). ¡Oh, que necedad cuando el hombre rehusa recibir bendición de Dios! Jesús dijo a los discípulos: «¿Por qué estáis tristes?».
Precisamente porque «no habían creído las Escrituras ». ¿Por qué hay tanto dolor en el mundo? Porque no se cree a Dios. El joven rico se fue triste. Éstos irán al castigo eterno. Atención a los falsos informes.
VI. Tiene la presunción de buscar el éxito sin Dios. «Se obstinaron en subir a la cima del monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron del campamento» (vv. 40-45).
Las vírgenes insensatas llegaron llamando cuando la puerta estaba ya cerrada. Sansón dijo: «Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero no sabía que Jehová ya se había apartado de él» (Jue. 16:20). Llamé y no quisisteis oír… también Yo me reiré de vuestra desgracia.
Ésta es la presunción de casi cada pecador incrédulo; esperan lograr la bendita posesión al final, aunque no crean en la Palabra de Dios. Pero si no quieren tomar la salvación en el camino de Dios, nunca la poseerán en el suyo propio. Algunos fueron a recoger maná en el día séptimo y no encontraron nada (Éx. 16:27). Demasiado tarde.
VII. Incurre en sentencia de muerte. «Vivo Yo, dice Jehová, que… así haré Yo con vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos» (14:28, 29). Cuán terriblemente solemne.
«El que no cree no verá la vida», etc. (Jn. 5:56). «El día que de él comieres, ciertamente morirás.» No pudieron entrar a causa de la incredulidad.
Tened cuidado en no caer en el mismo ejemplo de incredulidad. «El que no crea, será condenado. » Dios es misericordioso, pero no puede frivolizarse con Él. El castigo de los incrédulos es tan cierto como la bienaventuranza de los creyentes (Mt. 25:46).