La Rendición de Moisés. Bosquejos Bíblicos para Predicar Éxodo 4:16-31
MOISÉS, como siervo de Dios, era lento en creer todo lo que Dos estaba dispuesto a hacer por Él y a ser para Él. Su lentitud en obedecer le hizo perder un gran honor.
Por esta misma razón muchos cristianos dejan de crecer en la gracia, fracasando, en incredulidad, en aprovechar toda la plenitud que se les ofrece en Cristo Jesús. Este honor lo tienen todos los santos.
I. Su decisión manifestada. «Le dijo [a su suegro Jetro]: Iré ahora» (v. 18). Está ahora plenamente decidido a volver a Egipto, no como antes, sino como enviado por Dios. ¿No hemos sido sacados del Egipto que es este mundo, y no somos de nuevo enviados al mundo (Jn. 17:6-18)? Para obedecer este mandamiento Moisés se tenía que separar de su conexión con el desierto. ¿Ha quedado claramente expuesta nuestra decisión de santificarnos?
II. Su propósito fortalecido. «Dijo también Jehová a Moisés (…) Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte» (v. 19). Cuando la voluntad se rinde a Dios, Él con gran gracia suaviza el comienzo de nuestro camino a fin de que nuestra fe sea alentada. Obrero cristiano, Dios puede quitar fácilmente cada obstáculo en tu camino de cumplir la obra a la que te ha llamado. Solo cree, y ellos serán como muertos.
III. La prosecución de su viaje. «Moisés tomó su mujer y sus hijos, … y volvió a tierra de Egipto» (v. 20). Seguía llevando en su corazón su gran comisión como un secreto.
¿Quién iba a creer que Él iba a liberar a todos los hijos de Israel de la mano poderosa del despótico Faraón? ¿Dónde está el hombre que está haciendo una gran obra para Dios que no ha pasado por experiencias en su alma acerca de las que no osa hablar? Todas sus posesiones estaban sobre un asno, pero la vara de Dios estaba en su mano. Pobre en este mundo, pero rico en fe. Aférrate a la vara de su promesa.
IV. Su obra explicada. «Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; … Y dirás a Faraón: Jehová me ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo» (vv. 21-23). El pensamiento aquí es:
Al lanzarnos adelante por fe en la Palabra de Dios su mente nos será más plenamente revelada. Por la simple obediencia crecemos en la gracia y en el conocimiento de Dios. Seamos diligentes en emplear los dones y las oportunidades que el Señor ha puesto a nuestro alcance.
V. Su progreso detenido. «Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo… Así le dejó luego ir» (vv. 24-26). Éste es un lenguaje muy singular, e indica un trato sumamente severo que Dios tuvo con Moisés.
¿Acaso había el dejado de circuncidar a su hijo meramente para complacer a su mujer? ¿Cayó sobre Él una enfermedad de modo que estuvo a punto de morir? ¿Y recordó luego su pecado e insensatez? En todo caso, el hombre que quiera ser poderosamente empleado por Dios no debe fallar en las pequeñas cosas secretas de su propia casa. Cuando todo fue rectificado, «le dejó luego ir».
VI. Su corazón alegrado. «Y Jehová dijo a Aarón: Ve a recibir a Moisés al desierto. Y Él fue, y lo encontró en el monte de Dios, y le besó» (v. 27). Debió ser ciertamente una feliz reunión después de cuarenta largos años de separación.
El buen Señor planea muchas dulces sorpresas para sus fatigados y cansados siervos mientras se encuentran en el desierto. Dios sabe donde está nuestro hermano aarónico, y cuando enviarnos el beso de la ayuda y comunión cristiana. La vara disciplinaria de Dios y el beso de nuestros verdaderos hermanos en el Señor no están generalmente muy alejados.
VII. Su misión, declarada. «Y fueron Moisés y Aarón, … y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés» (vv. 29-31). ¡Qué historia tenían que contar al pobre y oprimido pueblo de Israel! Fue para ellos el Evangelio de Dios. ¿Y cómo recibieron las buenas nuevas?
1 CREYERON. «Dios… ahora manda a todos los hombres que se arrepientan» y crean el Evangelio (Hch. 17:31). Cada verdadero siervo de Dios tiene un mensaje así para los pisoteados esclavos del pecado. ¡Qué triste que tan pocos lo crean!
2 SE INCLINARON. La inclinación de la cabeza puede indicar la rendición de la voluntad. Esto debería siempre acompañar a la fe en el Evangelio de Cristo.
3 ADORARON. La adoración y la acción de gracias convienen a aquellos que han sido favorecidos con tan gran salvación. ¡Alma mía, bendice a Jehová! «Por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no proviene de vosotros, pues es don de Dios» (Ef. 2:8).