EL LLAMAMIENTO DE JUAN EL BAUTISTA
Lucas 3:1-6
«Solo placeres buscando
aunque otros solitarios estén;
Buscando el vestido, bebiendo,
comiendo, Y el alma locamente engañando;
Escarneciendo el amor sin precio,
Para que no se nos eche en falta.»
Es bien pobre la vida que se vive si no se echa en falta cuando uno se va. Los que están más ansiosos en destacarse a sí mismos delante de sus compañeros no parecen dejar ningún vacío cuando mueren. Juan el Bautista no buscó ningún lugar destacado para sí mismo, pero Dios lo elevó como trompeta, poniéndolo, por así decirlo, en su boca, y, llenándolo con su aliento divino, hizo de él la voz de Dios.
Lucas, como historiador, es muy preciso en darnos aquí, en breves palabras, el marco histórico externo de la vida de Juan el Bautista, pero no nos detendremos a mirar el marco, por maravilloso que sea. Buscamos ver:
I. Cuándo le vino el llamamiento. Le vino a Juan mientras estaba «en el desierto» (v. 2).
Es a aquel desierto, o parte poco poblada del valle del Jordán, que Juan se había evidentemente retirado, para allí, a solas, aprender más plenamente lo que era la mente del Señor con respecto a él. Para mejorar nuestro tiempo tenemos frecuentemente que dejar de trabajar y quedarnos a solas con Dios, especialmente cuando nos hacemos conscientes de que algún propósito determinado de Dios acerca de nosotros está irrumpiendo en nuestras mentes y corazones. Tómate tiempo para la santidad. Entra en tu cámara y cierra la puerta.
II. Cómo le llegó el llamamiento. «Vino palabra de Dios sobre Juan» (v. 2).
No se nos dice cómo le vino la Palabra de Dios. Habiendo estado lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento, y con sus primeros anhelos y convicciones madurados hasta un propósito asentado, se le hizo la revelación de que ésta era la obra de Dios dentro de él, y la Palabra de Dios que debía ser pronunciada por él. ¡Cuán a menudo nos ha venido a nosotros de esta manera la Palabra de Dios!
Cuando viejas y familiares verdades nos han resplandecido repentinamente con una nueva gloria y urgencia, trayendo un renovado mensaje del Señor al alma.
III. El efecto producido. «Y recorrió toda la comarca… proclamando un bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados» (v. 3).
No fue desobediente a la visión celestial. Cuando la Palabra de Dios arde dentro de lo más profundo de uno, se pueden adoptar los métodos más impopulares, pero habrá un gran éxito.
Su misión no era salvar, sino predicar el bautismo como la señal externa de un corazón arrepentido, preparando el camino del Señor para la remisión de sus pecados. Aquellos que se habían sometido a su bautismo fueron posteriormente dirigidos a «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29).
IV. El carácter de su testimonio. Hubo:
1 UN CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA: «Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías» (v. 4). Es bien evidente que Juan reconoció y confesó que esta escritura estaba cumplida en Él delante de la propia mirada de ellos (Jn. 1:23), así como lo hizo su Maestro con respecto a Isaías 61 (Lc. 4:21).
Cada vida verdaderamente consagrada es un cumplimiento, una plenitud de la Palabra de Dios. No volverá vacía cuando nuestros corazones y almas estén en ello.
2 UN ABANDONO DEL YO. «Voz de uno que clama en el desierto» (v. 4). Juan dijo: «Yo soy la voz de uno que clama», etc. (Jn. 1:23). Juan era la Palabra hecha voz. Cristo fue la Palabra hecha carne. El mensaje que había venido por medio de Isaías hacía más de 700 años era ahora voceado por mediación de Juan por el poder del Espíritu Santo.
El que quiera ser heraldo de Cristo tiene que contentarse con ser una voz, y una voz no propia. El aliento contaminador de la autoafirmación no debe hallarse dentro si sus tonos deben ser puros y celestiales. «No ya yo, mas Cristo en mí.» Juan no era una voz cantando, sino una voz clamando en el desierto, como en agonía por la voluntad
1 de Dios. A los que suspiran y claman se les impondrá la marca divina (Ez. 9:4).
2 UNA GLORIFICACIÓN DE CRISTO. «Preparad el camino del Señor», etc. (v. 4). Juan no está interesado en su propio camino, sino que está intensamente interesado en «el camino del Señor».
Juan da honra a Cristo:
1) Como el Preeminente. La gloria de Cristo llena el amplio horizonte d su visión, y ocupa los dos hemisferios de su alma. Su camino y sus sendas.
2) Como el Llenador. «Todo valle será rellenado» (v. 5). Él llena los valles exaltándolos (Is. 40:4). Él alimenta a los hambrientos levantándolos a su propia plenitud. No importa lo profundo y ancho que sea el abismo de nuestra necesidad, Él puede llenarnos de sus inescrutables riquezas».
3) Como el Humillador. «Todo monte y collado será rebajado» (v. 5). La soberbia y el orgullo de Saulo fueron llevados a un brusco fin en el camino de Damasco (Hch. 9). Él humilla para poder ensalzar,
4) Como el Justo. «Lo tortuoso se hará recto.» Cada hijo de Dios había formado parte de una nación perversa y torcida (Fil. 2:15). Se necesita de uno recto para poder enderezar lo torcido en otros, y para los torcidos éste puede ser, y a menudo es, un proceso penoso y vergonzoso. Él sufrió, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.
5) como el Consolador. «Lo áspero se convertirá en camino suave» (v. 2). Las asperezas del camino han llevado a muchos a desmayar y al desaliento. Los caminos ásperos son cosa común, e incluso muchos de los hijos de Dios caminan tristes y fatigados.
¿Conocemos a Cristo como el Suavizador de nuestros caminos? «Lo miraron y hacia Él fueron alumbrados.» Él es el «allanador» de nuestro camino, y puede suavizar sus asperezas para nuestros pies. Los israelitas tuvieron luz en sus moradas, mientras que los egipcios estaban sentados en medio de las tinieblas. Y establece diferencia.
6) Como el Universal. «Y verá toda carne la salvación de Dios» (v. 6). La buena nueva del Evangelio era para todo el pueblo (Lc. 2:10). Dios no es hombre para que mienta, y Él había dicho: «Pero ciertamente vivo yo, que toda la tierra será llena de la gloria del SEÑOR» (Nm. 14:21, BAS).
Esta tierra bajo maldición está gimiendo, esperando el día de la emancipación, cuando el mismo Rey aparecerá como «el bienaventurado y UNICO soberano», y cuando todos lo conocerán, del más pequeño al más grande.