LOS VELOS DE LA BIBLIA. Bosquejos Bíblicos Para Predicar Éxodo 26:31
El significado de un velo es algo que cuelga entre, y que esconde bien lo que está dentro, bien lo que está fuera. Hay varios mencionados en la Escritura. Consideremos algunos de ellos.
I. El velo del tabernáculo (Éx. 26:31, 32). Colgaba de cuatro columnas, y separaba el lugar santo del Santísimo, y servía como cubierta para la gloria, que reposaba sobre el propiciatorio entre los querubines.
Era azul, púrpura y escarlata, y era un tipo de Cristo. El azul representaba su carácter celestial o divino, el escarlata (rojo terreno) su naturaleza humana, y el púrpura una combinación del azul y del escarlata, su carácter como Dios-Hombre en una persona. «Un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo HOMBRE» (1 Ti. 2:5). Este velo habla de mucho que había de ser aún revelado, pero cuyo tiempo no había llegado aún. No lo podéis llevar.
II. El velo de Moisés (Éx. 34:33-35). Este velo ocultaba de los ojos débiles de los Israelitas la gloria de Dios resplandeciendo a través de la piel de su rostro de Moisés. Moisés había estado en presencia de Dios durante cuarenta días, y mucho del glorioso carácter de Dios se había prendido de Él a través de la apertura de su rostro.
Pero Él no sabía que su rostro resplandecía. Aquí tenemos un testimonio inconsciente tan resplandeciente y convincente que otros no podían soportarlo. Por lo que tuvo que esconder mucho de lo que Dios había obrado sobre Él a fin de poderse adaptar a la capacidad de los débiles e inexpertos. «No… echéis vuestras perlas delante de los cerdos» (Mt. 7:6).
III. El velo del templo (Mt. 27:51). El velo del templo se rasgó de arriba abajo cuando el espíritu de Jesús fue desgarrado de su cuerpo. Así, mediante la separación de su espíritu y cuerpo se rasga el velo en dos. Por medio de la separación de su alma y espíritu discernimos los pensamientos y propósitos del corazón de Dios. El rasgado del velo nos da una nueva revelación de nuestro Dios y Padre. «He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta» (Ap. 3:8).
IV. El velo de la carne de Cristo (He. 10:19, 20). Mientras que el arca viajaba, la cubría un velo (Éx. 40:3). La carne de Cristo, que era en semejanza de carne de pecado, fue el velo que escondía la gloria oculta de su carácter divino. Algunos pudieron, por la fe, ver la gloria divina resplandeciendo a través del velo (Mt. 16:16).
En el ofrecimiento de su cuerpo, se hizo el necesario sacrificio por el pecado. Ahora, por medio del velo de su carne tenemos consagrado para nosotros un camino nuevo y vivo. Ahora tenemos «libertad para entrar en el Lugar Santo por la sangre de Jesucristo» (He. 10:19).
V. El velo de la incredulidad (2 Co. 3:13-16). Aunque el velo de la tiniebla ha sido quitado en Cristo, «Pero hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos (de Israel) ». El velo de la ceguera es quitado del corazón cuando nos volvemos al Señor (v. 16). «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá» (Jn. 7:17).
Este velo de incredulidad sigue impidiendo a los judíos ver la gloria de Cristo en la faz de Moisés, y ciega a multitudes de gentiles de contemplar la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero cuando se vuelvan al Señor, será quitado.
VI. El velo de la ceguera nacional (Is. 25:7-9). Este velo que está extendido sobre las naciones les impide ver el remedio divino para los pecados y dolores del mundo en la Venida del Señor Jesucristo (v. 9).
Este velo de ceguera que oculta al Rey de derecho de los ojos de las naciones será quitado cuando Él venga. Él vendrá cuyo es el derecho a reinar, el «bienaventurado y único Soberano, Rey de reyes, y Señor de los que gobiernan» (1 Ti. 6:15). «Florecerá en sus días la justicia» (Sal. 72:7).