ORACIONES PODEROSAS
Salmo 6
La principal razón por la que los Salmos están tan repletos de alabanza es porque están tan llenos de oración. En este Salmo tenemos un alma angustiada empleando oraciones poderosos para con Dios, dándonos un ejemplo de una importunidad que prevalece.
El salmista menciona:
I. La ira del Señor. «Jehová, no me reprendas en tu enojo.» Su alma sensible se siente profundamente alarmada ante el pensamiento de la terribilidad de la ira de Dios, y ante el ardor de su enojo (v. 1). Se siente aterrorizado ante la posibilidad de merecer su castigo airado. Servid al Señor con temor.
II. Su propia debilidad. «Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque desfallezco» (v. 2). Una verdadera consciencia de nuestra propia impotencia dará urgencia y realidad a nuestros ruegos.
III. Su propia tristeza. «Mi alma también está muy turbada; y tu, Jehová, ¿hasta cuándo?» (v. 3). Su oración no era meramente exterior; las más grandes profundidades de su alma estaban siendo agitadas; había agonía en su clamor.
IV. Las misericordias de Dios. «Sálvame por tu misericordia» (v. 4). Éste es una poderosa oración a los ojos de Aquel cuyo Nombre es el Señor Dios «Misericordioso». Aquel que «se deleita en la misericordia » no será sordo a este clamor.
V. La vanidad de la muerte. «Porque en la muerte no queda recuerdo de ti», etc. (v. 6). Esto es cierto de los espiritualmente muertos. Rogad por vivificación para que seáis salvos de un estado de alma que se olvida de Dios.
VI. La significación de las lágrimas. «Todas las noches inundo de llanto mi lecho» (v. 6). Jesús también lloró, y Dios nunca puede olvidar el valor de tal manifestación pura de dolor y de estos silenciosos testigos de amor.
VII. Su propio aborrecimiento de la iniquidad. «Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad» (v. 8). Además alega su separación espiritual de los caminos y métodos de los impíos.
VIII. Su propia fe en Dios. «Jehová ha oído… Ha acogido Jehová mi oración» (vv. 8-10). La respuesta ha llegado a su corazón; ha creído el mensaje, y reposa en la fidelidad de Dios. «Ve tú, y haz lo mismo.»
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