Poder en la Debilidad. Bosquejos Bíblicos para Predicar 2 Corintios 12:1-10
Las experiencias personales del apóstol, tal como se registran en estos versículos, son de profundo significado para todos los que están persistentemente lanzados al empeño de seguir su ejemplo.
I. Una nueva revelación. «Fue arrebatado hasta el tercer cielo… y oyó palabras inefables que no le es permitido al hombre expresar» (v. 4). Esta revelación era solo para él mismo, y por ello era incomunicable a los demás.
Solamente podemos conocer su carácter por sus frutos, porque por sus frutos los conoceréis; y los frutos que se ven aquí son dignos del Dios de toda gracia. Muchos de los fieles siervos de Dios reciben revelaciones especiales, cuando sus mentes y pensamientos son arrebatados por el Espíritu Santo,
como en alas de fe y de esperanza, hasta los más elevados cielos (Ez. 11:24; Hch. 8:39), donde ven y oyen cosas que la lengua de los mortales no puede expresar de manera plena. Son tiempos preciosos de la consciencia de la presencia de Dios, y de la realidad y del poder de las cosas eternas.
II. Una nueva prueba. «Me fue dada una espina en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera» (v. 7). Tras nuevas visiones suelen venir nuevas pruebas.
Dios sabe que antes que la caída es la soberbia, por lo que permitió a Satanás que hincara en el cuerpo de Pablo este aguijón de aflicción. Es difícil llegar a saber lo que realmente fuera. A los gálatas les escribió: «Pero bien sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio la primera vez» (Gá. 4:13).
Estaba tanto más deseoso de predicar el Evangelio que de gloriarse en su especial revelación. Es mejor, a sus ojos, que demos testimonio de Cristo que nos absorbamos en nuestros nuevos descubrimientos, pero sepamos que no se trata de cosas contradictorias, sino complementarias.
III. Una nueva promesa. «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (v. 9). El poder de esta debilidad es abundantemente evidente en 1 Corintios 2:3-5. No se trata de la debilidad de la ignorancia ni de la incredulidad, sino de la de la consciencia de la impotencia y de la consiguiente total dependencia en la gracia que Dios ofrece.
Si el poder de Dios se ha de perfeccionar en debilidad, ciertamente que aquí tenemos una oportunidad para todos nosotros. Pero es mucho más fácil para algunos el confiar en sí mismos que en vaciarse a sí mismos. Estar llenos de autoconfianza es estar vacíos del poder de Dios. Dios no dará su gloria a otro para la exhibición del yo. Humíllate a ti mismo, y Él te exaltará.
IV. Una nueva fuente de buena disposición. «Por tanto, de muy buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo» (v. 9). Gloriarse en las propias debilidades es algo más noble que meramente someternos a ellas.
Pero nadie puede gloriarse en las aflicciones porque sean aflicciones; sin embargo, si por la fe vemos que son los medios designados por Dios mediante los que llegamos a ser más eficaces testigos del poder de Cristo, entonces podemos de buena gana gloriarnos en ellas.
Es cosa normal para los obreros cristianos alegrarse por sus dones, pero no es tan común encontrar alegría en sus debilidades. Regocijaos en el Señor siempre; Él todo lo ha hecho bien.
V. Una nueva resolución. «Por lo cual, por amor a Cristo me complazco en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en estrecheces; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (v. 10).
Se complacía en todas las pruebas y dificultades que le hacían sentir de manera más acusada la medida de su debilidad, sabiendo que esto sólo daba más lugar en su vida para la gracia y el poder de Dios. Nos gloriamos en la tribulación, sabiendo que la tribulación obra paciencia, experiencia y esperanza (Ro. 5:3).
«Es verdad que ninguna disciplina parece al presente ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que han sido ejercitados por medio de ella» (He. 12:11). Que este después fortalezca nuestra fe para el presente.