«Se puso Moisés en la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por el Señor? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví» (Ex. 32:26).
La decisión es lo que el Señor busca para sus ministros, y cuando la ve en ellos, les recompensa.
Todos los hombres sinceros deben decidirse para un terrible conflicto que está teniendo lugar en nuestros días, y la maldición caerá sobre los neutrales.
I. QUIÉNES SON LOS AMIGOS DEL SEÑOR, Y LO QUE DEBEN HACER.
• Deben unirse a Dios abiertamente. «Consagraos vosotros hoy al Señor» (vers. 29).
• Debían venir y juntarse bajo el lema: «Quien está del lado del Señor, que venga a mí.»
Nosotros damos abiertamente este testimonio uniéndonos con la iglesia, rechazando el pecado, testificando la verdad, no conformándonos al mundo y asemejándonos a Cristo nuestro Señor (2ª Cor. 8:5). Los israelitas tenían que juntarse con una minoría: Una tribu contra once si fuese necesario.
• Tenían que ser agresivos:
II. EL SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS Y SUS ESTÍMULOS.
• Su causa es la causa de la justicia y la verdad. Una buena causa es un fundamento firme y poderoso para estimularnos el valor. Se ha dicho «que el que sostiene una causa justa, tiene una triple armadura: No temas. Sigue luchando. La verdad prevalecerá». Cristo mismo es nuestro capitán. ¿Quién puede titubear teniendo tal jefe? «Por jefe y por maestro a las naciones», dice el profeta (Is. 55:4).
• Es el lado de la conciencia y del corazón puro.
• Es la guerra que termina en el cielo y la victoria sin fin (Apoc. 19:14).
III. SUGERENCIAS PARA EL ALISTAMIENTO.
• Ponte bajo la bandera confesando a Cristo abiertamente en el bautismo. Sométete a la disciplina queriendo aprender. Ponte el uniforme, o sea el vestido de justicia; el cinto del amor; toda la armadura de Dios (Ef. 6:13-18).
• Entra primero en una guerra civil contigo mismo. Lucha Con tu propia alma.
• Hiere el pecado, conquístate a ti mismo, abate los pensamientos altivos, etc.
• Marcha al campo. Lucha contra la falsedad, la superstición, la crueldad, la opresión, la borrachera, la lascivia y los pecados de toda suerte, donde estén y por todas partes.
Guizot, en su Vida de San Luis de Francia, dice que este último tenía muchos vasallos que lo eran también del rey de Inglaterra, y que se levantaban muchas cuestiones difíciles referentes al servicio y tributo que tenían que dar ambos reyes.
Por fin, el rey francés mandó a todos los nobles que poseían tierras en territorio inglés venir delante de él, y les dijo: «Como es imposible para ninguna persona vivir en mi reino y tener posesiones en Inglaterra, sirviendo a dos señores, tenéis que uniros, o bien a mí, o de un modo definitivo al rey de Inglaterra.» Diciendo esto les citó una fecha para hacer su decisión.
Un querido amigo mío, cabeza de familia de hijos e hijas mayores, murió repentinamente. El día antes de su muerte todos los miembros de la familia estaban con él, incluyendo uno que había experimentado, recientemente, lo mismo que los demás, el poder de la gracia salvadora.
La alegría del padre fue grande cuando puso sus manos sobre cada uno de sus descendientes diciéndoles con un corazón rebosante: «Este es del lado del Señor. Este está también al lado del Señor.»
¿Qué podría decirse de ti si estuvieras al lado del lecho de muerte de un padre piadoso? ¿Podría ese padre regocijarse contigo porque estás del lado del Señor?