UNA QUEJA DIVINA. Bosquejos Bíblicos para Predicar Isaias 1:3
La reflexividad acerca de las cosas del mundo y la irreflexividad acerca de las cosas de la eternidad constituye un pecado muy común en el pueblo de Dios. La superficialidad en el pensar conduce a una vida superficial.
El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor, pero cuán a menudo el pueblo de Jehová deja de reconocer a su Amo, o las bendiciones que él les provee. La irreflexividad es un gran obstáculo al crecimiento en la vida espiritual y para la utilidad, porque deshonra a Dios. La mera palabrería y una acción mecánica nunca constituirá un sustituto para la solemne reflexión de corazón.
Si quisiéramos tomarnos tiempo para meditar hasta que el arda en nosotros el fuego, nuestro testimonio no sería tan impotente y carente de fruto. «Mi pueblo no tiene discernimiento.» Éste es el lenguaje del amor herido. Pensemos en algunas de aquellas cosas en que nosotros dejamos de considerar como debiéramos, y de las que Dios podría quejarse con justicia. «Mi pueblo no tiene discernimiento » acerca de:
I. El hoyo del que han sido sacados, o serían más humildes. ¡Cuán dispuestos estamos, como Israel, a olvidar nuestra servidumbre en Egipto, y a dejar de recordar, cuando miramos otras vidas mundanas y manchadas por el pecado, que así éramos algunos de nosotros!
II. El precio con que han sido redimidos, o serían más agradecidos. No con plata y con oro, sino con aquella sangre que habla del sacrificio del amor y de la vida divinos. ¿He considerado de manera suficiente que la paz que ahora gozo fue comprada por medio de la sangre de la Cruz de Cristo, y que es mía no por ningún bien que haya en mí, sino debido a su infinita misericordia y gracia?
III. Su relación con Aquel que salva, o estarían más reposados. «No sois vuestros.» Pertenecéis a Cristo. ¿Hemos pensado suficientemente a fondo en esta bendita verdad? Como miembros de su cuerpo, ¿no tendrá él cuidado de nosotros? ¿Por qué entrar en ansiedad acerca de vuestra vida física? ¿Acaso vuestro Padre no sabe que tenéis necesidad de estas cosas? «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.»
IV. Sus privilegios como hijos, o estarían más gozosos. Por cuanto sois hijos, Dios ha enviado su Espíritu en vuestros corazones, para que claméis «Abba, Padre», y para que él en respuesta a este clamor «provea a toda vuestra necesidad».
V. Su responsabilidad como siervos, o estarían más vigilantes. Ahora es el tiempo aceptable para un servicio abnegado, así como el día de salvación. Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Todos los que habéis recibido el Evangelio habéis venido a ser custodios del mismo, y responsable por ello ante el Maestro. Velad, pues.
VI. El don del Espíritu Santo, o serían más fructíferos. «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?» ¿Cuentas con él como Maestro y Consolador, y como el Dotador de poder? Lo consideras como Todosuficiente para ti en la obra de Dios?
VII. La gloria venidera, o serían más dados a la alabanza. La gloria que tiene que ser revelada en y por medio de los redimidos de Dios es
la gloria que le pertenece al Hijo Eterno de Dios. Ellos verán su faz, y serán semejantes a Él, y estarán con Él donde Él está. Considerad vuestros caminos, y consideradle a él, porque se está escribiendo un libro de recuerdo delante de él para los que piensan en su nombre.