Yo y Vosotros. Bosquejos Bíblicos para Predicar Juan 15:12-26
En este capítulo solamente Cristo emplea el pronombre personal en primera persona con un estudiado énfasis once veces. En cada caso, la principal importancia de las palabras pronunciadas reside en el carácter de Aquel que habla. En estos impresionantes Yo que emplea tenemos el pensamiento de:
I. Gracia. «Yo os he amado» (v. 12). A vosotros, que estabais alejados, pero que ahora habéis sido hechos cercanos; vosotros que me ignorabais en el pasado, cuando caminabais conforme a la corriente de este mundo. Yo os he amado con un amor que solamente puede ser comparado con el amor con el que el Padre me ha amado (v. 4).
«Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros fueseis enriquecidos con su pobreza» (2 Co. 8:9).
II. Separación. «Yo os elegí del mundo» (v. 19). «El mundo entero yace en poder del maligno» (Jn. 5:19). Ser escogidos por Cristo es ser llamados fuera del mundo a su comunión y Reino. En esta comunión seréis partícipes de sus padecimientos, porque el mundo que a Él le aborreció os aborrecerá a vosotros.
El espíritu cainita que trata de dar muerte a los que son más justos que ellos está siempre con nosotros (1 Jn. 3:12). Hemos sido escogidos de entre el mundo como Noé, para que fuéramos salvados de él, y venir a ser testigos en contra de él. Como Abraham, debemos salir fuera por la fe.
III. Amistad. «Os he llamado amigos» (v. 15). Ser llamados amigos por parte de Aquel que es el mejor Amigo de Dios es ciertamente un honor. Fue un día muy feliz para Mardoqueo cuando fue declarado amigo del rey (Est. 6:11). Los siervos tienen privilegios de cocina, pero los amigos tienen privilegios de salón. Cualquier rincón de la casa del Señor es en sí un honor y una bendición, pero codiciad anhelantes los mejores dones. Él os considerará amigos si permanecéis en Él.
IV. Enseñanza. «Todas las cosas… os las he dado a conocer» (v. 15). Él es el gran Maestro venido parte de Dios. Así como se dedicó a inculcar en las mentes de sus discípulos aquellas cosas que había oído de su Padre, así por el Espíritu Santo Él sigue dando a conocer la voluntad del Padre, porque todas las cosas le son ahora entregadas en sus manos, y el Espíritu toma las cosas que son de Él y nos las muestra a nosotros.
V. Responsabilidad. «Yo os elegí a vosotros… para que vayáis y llevéis fruto» (v. 16). Habiendo llamado amigos a sus discípulos, y habiéndoles instruido en las cosas acerca de Él mismo, espera Él que sean algo más que meros pacientes en manos de un sanador.
El amor que ha crecido hasta la amistad tiene que ir madurando hacia un fructífero servicio. Una rama sin fruto nunca sirve para el propósito de la vid. Una profesión cristiana estéril es un falso testimonio de Cristo.
«Escogidos y puestos para llevar fruto» (v. 16). Si el fruto del Espíritu no se manifiesta en nuestras vidas, estamos siendo infieles tanto a nuestro llamamiento como a nuestra designación.
VI. Amor fraternal. «Esto os mando: Que os améis unos a otros» (v.17). El amor es el vínculo que debe mantener unido a su pueblo en medio del odio y de la oposición de este mundo. Es su mandamiento, su nuevo mandamiento que es la suma de toda la ley. Tened en vosotros mismos esta sal de amor, y tendréis paz unos con otros (Mr.9:50). No amarse unos a otros es un acto de rebelión contra el gobierno de Cristo.
VII. Promesa. «El Consolador, a quien yo os enviaré…» (v. 26). En este versículo, la palabra Consolador puede ser traducida por «Ayudador». Este prometido «Ayudador» es el «Espíritu de verdad».
Este «Espíritu de verdad… el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero… estará en vosotros» (Jn. 14:17). Al prometer el Espíritu, Cristo prometió todo lo necesario para la vida y el servicio. Él es el Espíritu de verdad, de gracia, de ardor, y de poder. ¡Qué Ayudador es Él! ¡Cuán inútil testificar sin Él! «El Consolador, a quien yo os enviaré.» «Recibid el Espíritu Santo.»