Testigos de la Verdad
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. MATEO 28.19
Cada miembro del cuerpo puede y debe ser un testigo. El Señor Jesús dijo: «Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos» (Hechos 1.8).
Jesús es el camino, la verdad y la vida
Jesús también dijo: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28.19–20).
No hay escapatoria, no hay excusa aceptada. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5.17–18). Cualquier persona reconciliada con Cristo tiene el ministerio de hablar a otros acerca de Él.
Esto no significa que tiene que dar testimonio predicando en las esquinas de las calles, aunque le puedo decir por experiencia propia que es una aventura inolvidable. Su testimonio puede ser por el ejemplo, o por algo que escribe un día, o de otras muchas formas.
Pero si esto sucede, no se preocupe si hará o no un buen trabajo. Solo recuerde que el Espíritu Santo nos da el poder, individualmente y como cuerpo, para testificar: «Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio» (Juan 15.26–27).