El Culto a Dios
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Romanos 12:1
El Espíritu Santo nos invita a tener un culto racional y en forma racional también vamos a analizar este texto en el día de hoy. Cuando dice “así que, hermanos” significa que está dando una conclusión o corolario de algo que se ha hablado antes.
Explica el Apóstol en el capítulo anterior cómo Dios permitió que un remanente del pueblo de Israel haya sido escogido por gracia y no por obras. La Gracia ya estaba anunciada en el Antiguo Testamento y la transgresión que hicieron los judíos al pecar dio oportunidad para que los gentiles recibieran la riqueza de la salvación y del Evangelio.
Pablo ejerce su ministerio con los gentiles y los llama olivo silvestre que fue injertado en el lugar donde algunas ramas del árbol de Israel fueron desgajadas. Los gentiles, como un injerto, reciben la rica savia del olivo.
Por tanto, no deben jactarse ni judíos ni gentiles pues todo esto ha sido por gracia de Dios. Debido a la desobediencia de los judíos, los gentiles alcanzamos la misericordia de Dios. Ante esta grandeza del amor de Dios es que construye el apóstol el presente texto. Puesto que Dios ha tenido misericordia de nosotros, nos pide algo muy especial: “que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio”
Al decir “cuerpos” no se refiere exclusivamente a la parte física, sino que al ser integral, tanto lo tangible como lo intangible de la persona, como el espíritu, la mente, la razón, el sentir, el ser completo.
Nos pide “presentarlo a Dios en sacrificio”. Tampoco debemos entender “sacrificio” como dolor, sufrimiento, autocastigo o penitencia, sino como “entrega”. ¿Será doloroso entregarse a Dios? En gran medida será algo maravilloso porque amamos a Dios con todo nuestro ser, sólo deseamos entregamos a Él y eso no es doloroso.
Pero en algunas circunstancias sí será un esfuerzo, algo que nos dolerá. El cuerpo se resiste a hacer ciertos esfuerzos como ayunar, arrodillarse, levantar los brazos o salir de la zona confortable.
También podrá será doloroso si tenemos que amar a alguien que no nos agrada o que es nuestro enemigo. Lo que el Señor nos pide es que presentemos nuestras vidas en entrega a Él. Es un obsequio de usted para Dios, un don, algo que damos voluntariamente al Señor.
Tres características tienen esta entrega o sacrificio para Dios:
1) Es un sacrificio vivo. No es algo muerto y sin vida. Es algo real, no imaginario ni que se hace en forma mecánica, por obligación o de mala gana. Usted entrega su vida a Cristo y eso es un sacrificio vivo.
2) Es un sacrificio santo. Ser santo es ser apartado para Dios y también es ser santificado por el Espíritu Santo de Dios. Hay dos situaciones en la santidad; fuimos tomados por Dios y apartados para Su reino y al estar en él somos santificados cada día más, es decir el Espíritu Santo desarrolla en nosotros las virtudes de Cristo. Una es la santidad imputada por Dios al ser “apartados” para Él y otra es el proceso de santificación.
El “sacrificio” que presentamos a Dios es nuestra vida y es santo porque es para santidad, para Dios que es Santo. No es un sacrificio carnal que busque nuestro placer; no buscamos agradarnos a nosotros mismos o caer bien a los demás. Es un sacrificio para Dios; por eso es Santo, porque Dios es Santo y por lo tanto esta entrega debe ser una entrega en santidad y para santidad.
3) Es un sacrificio agradable a Dios. A Él le agrada aquello que es santo, limpio, puro, lo que es auténtico y está conforme a Su voluntad. Lo que agrada a nuestro Padre Celestial, el Espíritu Santo lo conoce y nos conducirá a entregar todas las áreas de nuestra vida, a entregar nuestro corazón, alma, mente, deseos, planes; todo eso que decimos nuestros pero que en realidad no deben ser nuestros, sino que de Dios. Lo que Dios quiere hacer en nosotros es lo que entregamos a Dios porque eso es agradable a Él.
Finaliza el texto diciendo “que es vuestro culto racional.” Culto no es solamente la reunión de hermanos en que adoramos a Dios, escuchamos la Palabra, oramos, ofendamos y oramos por los enfermos. Todas estas expresiones son para Dios un culto.
Rendir culto es rendir tributo y adoración, algo merecido, servir a Dios. Culto es un servicio divino. En el mundo se le rinde culto a los grandes deportistas, a los actores de fama, a políticos y otros personajes admirados. Se les rinde culto dándoles aplausos, premios, haciendo afiches de ellos para admirarlos. Incluso a veces deseamos ser como ellos, imitarlos.
Nuestro culto es al Dios Trinitario, al Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. No son tres dioses, sino que un sólo Dios. Si fueran tres dioses seríamos politeístas. Por eso decimos que hay un solo y que este Dios es trino porque es un Dios en tres Personas. Padre, Hijo y Espíritu Santo forman un solo Dios y están profunda e íntimamente unidos.
No le rendimos culto al Padre, después al Hijo y después al Espíritu Santo, sino que al Dios Trinitario. Por eso decimos “¡Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo! Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.” Porque rendimos culto al Dios Único y Trinitario.
El culto cristiano es racional o sea lo damos a Dios entendiéndolo. Más allá de esto, el culto a Dios es cada minuto de nuestra vida. Rendimos culto a Dios cuando somos buenos padres, buenos hijos, buenos ciudadanos, buenos vecinos, buenos profesionales, buenos trabajadores.
Es lo que Dios quiere y así le estamos rindiendo culto, cuando todo esto lo hacemos como para el Señor. También le rendimos culto cuando oramos, alabamos, examinamos Su palabra y pensamos en ella, reflexionamos, cuando escuchamos a los ministros de Dios.
Toda nuestra vida debiera ser un culto a Dios, pero no siempre rendimos culto a Dios. No rendimos culto a Dios cuando mentimos, cuando tenemos pensamientos sucios, cuando robamos, cuando hablamos mal de otros, cuando hacemos actos impuros, no rendimos culto a Dios cuando deseamos a la pareja del prójimo, nos rendimos culto a Dios cuando no cumplimos bien nuestra labor en el trabajo o cualquiera de los roles que tenemos.
Piense en cuantos roles tiene usted, por ejemplo, si es dueña de casa, además es madre, hija, suegra, esposa; son varios roles que ya tiene y todos debe hacerlos bien como un culto a Dios.
Toda nuestra vida debe ser un culto a Dios y un culto racional o sea bien pensado. Importante es que los cristianos pensemos; siempre la predicación nos lleva a pensar, a reflexionar. No debemos ser flojos en aquello, muchas veces las personas toman las palabras que se les enseñan como un dogma y no las trabajan interiormente, no reflexionan ni piensan y dicen muchas palabras sin entender lo que se dice.
Recuerdo cuando conversando con una hermana yo le decía que había que edificar la vida, más ella no entendía la palabra edificar. Sólo entendía que edificar era algo bueno, espiritual nada más y no se ponía a pensar de dónde venía esa palabra, quienes edifican constructores, arquitectos, albañiles edifican Edificar es una metáfora de construir nuestra, que no se construye con piedras ni con ladrillos ni con barro ni con cemento, se construye con la Palabra de Dios, con la guía del Espíritu Santo, en la comunión con los hermanos, con la reflexión permanente en las circunstancias vividas y con la completa entrega a Dios.
Necesitamos, queridos hermanos, presentar nuestras vidas al Señor en una forma real, viva, santa y agradable a Él porque Él es el motivo del culto que le rendimos, con todo nuestro entendimiento, con nuestra inteligencia y pensamientos y por cierto con nuestra acción porque toda enseñanza se concreta en una acción, se consolida en una acción.
No tendría sentido la predicación de la Palabra si no tuviera un resultado en las vidas de las personas. Esto es muy importante, que la Palabra de Dios produzca un fruto en usted. Así será verdaderamente edificada el alma y la persona completa con la Verdad del Señor, oída con entendimiento y con una actitud reflexiva. Así podrá ser nuestra vida completa un culto al Señor.
Oración: Padre, te damos gracias por Tu Palabra y te presentamos en este día nuestra vida. Te entregamos la vida familiar, social, laboral y espiritual. La entregamos en forma real, santa y agradable a Ti.
Te pedimos, Señor, que la santifiques cada día más, que limpies en ella todo lo que está sucio, que ordenes lo que está caótico, que aclares lo que está aún en oscuridad y que ilumines todo nuestro ser, para que nuestra vida sea un culto permanente a Ti que eres Santo, tres veces Santo. Amén.