Muchos cristianos carecen de seguridad y firmeza. Debido a su ambivalencia respecto a sus relaciones con el Señor, no experimentan realmente el gozo que da Cristo. Lo único que saben con seguridad es que tienen dudas. La inseguridad puede derivarse de una de las causas que siguen:
No haberse convertido realmente.
El cristiano es una persona que ha depositado su confianza en Cristo como su Señor y Salvador. “Que si confesares con tu boca que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10.9-10).
Una persona que no tenga esta experiencia no podrá tener seguridad respecto a la vida eterna. La salvación no se basa en nuestras buenas obras, sino en nuestra relación con Jesucristo. Los cristianos llenos de confianza pueden decir: “Porque yo sé a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día (2 Timoteo 1.12).
Confiar en los sentimientos, en lugar de confiar en la Palabra de Dios.
Algunas personas esperan tener una especie de entusiasmo espiritual constante, y cuando se dan cuenta de que no lo tienen, comienzan a dudar.
Nuestras relaciones eternas con Dios no se pueden basar exclusivamente en las emociones. Debemos basarnos en hechos de la Palabra de Dios. Debemos entregarnos a la obra perfecta de Cristo en la cruz. Después de haber confiado en El, continuamos nuestra relación con el Señor, confiados en que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1.6).
El pecado y la desobediencia en la vida del cristiano.
Esto será el resultado de la ambivalencia y la inseguridad. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1.8). El pecado se debe reconocer y confesar para poder mantener comunión ininterrumpida con Cristo.
El cristiano que no base su vida en la Palabra de Dios, la oración, el compañerismo y el testimonio, se marchitará, dejando abierto el camino para la inseguridad y las dudas. La recomendación bíblica de “creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo” (2 Pedro 3.18) no es una frase vacía. ¡O crecemos o morimos!
Tomado del libro: Manual para obreros cristianos.