La mente carnal no entenderá la Palabra de Dios, pero el Espíritu Santo sí, El nos enseñará la verdad y así nos dará la mente de Cristo.
Lee Santiago 1.19-25. La obediencia a la Palabra de Dios es la clave del crecimiento y provecho, así como es el principio más importante de la vida de fe. Dios nos habla para que respondamos a lo que dice y para que caminemos en su perfecta voluntad. La obediencia a esto trae gran recompensa. La Palabra de Dios debería ser nuestro espejo.
Cuando miramos en su interior deberíamos ver no sólo nuestro propio reflejo, sino más bien vernos a la luz de la Palabra de Dios. Esto nos transformará con el poder del Espíritu Santo. Hay tres principios básicos en este pasaje en Santiago, contenidos en tres frases sencillas:
1. Mirar atentamente
Esta frase habla de nuestra actitud hacia la Palabra que Dios nos ha hablado indicando que la persona ha tomado la Palabra muy en serio y está prestando gran atención exactamente a lo que ha recibido.
A. Tres aspectos de nuestra actitud son:
- Una actitud de determinación. Es un asunto de nuestra voluntad si primero vamos a hacer sitio para que Dios nos hable, y segundo, si vamos a responder a la Palabra de Dios o no. Dios quiere hablar a cada uno de nosotros y la determinación engendrará la anticipación al desarrollar un gusto por la Palabra de Dios.
- una actitud de fe. Las personas que más oyen de Dios son las personas que esperan oír de Dios.
- una actitud de sinceridad. Debemos tomar en serio lo que oímos de Dios, y ponerlo en práctica en nuestra experiencia.
B. Necesitamos hacer sitio para que Dios hable.
Esto incluye:
- preparación del espíritu. Tranquilidad y alabanza son ayudas en esta área porque necesitamos tomar un respiro con el Señor.
- preparación de la mente. Es bueno tener algo en nuestra mente en que estemos pensando y orando, en especial en la Escritura, para estimularnos y darnos dirección.
- preparación de la vida. Esto significa organizarte para que haya tiempo. Cuando buscamos a Dios nos fortalecerá y animará (Isaías 40.31).
C. Necesitamos tomar lo que Dios dice en serio.
Al continuar esperando en el Señor ganaremos experiencia en discernir lo que oímos. Tarda tiempo el separar lo trivial de lo importante pero, al aprender a meditar en las escrituras, nuestra mente llega a ser más disciplinada. Podemos discernir con mucha más claridad lo que viene del Espíritu de Dios y lo que tiene su fuente en nuestras propias ideas o sentimientos.
Es de ayuda tomar apuntes de lo que Dios te dice, para que lo puedas recordar y volver a ello y desarrollarlo más tarde. También es importante creer precioso lo que Dios te dice y dejar que se arraigue y llegue a ser parte de tu vida antes de hablarlo.
Debemos siempre probar toda palabra que oímos. “Dar testimonio” con el Espíritu Santo en ti, está en línea con el resto de la Palabra de Dios. También necesitamos explorar las consecuencias de la Palabra para nuestra vida. A veces hay pasos que necesitamos tomar para ver la Palabra de Dios cumplida en nuestra propia vida.
2. Seguir haciendo.
La obediencia es la clave al crecimiento: necesitamos “hacer” la Palabra antes que pueda llegar a ser efectiva en nuestra vida.
A. Por confesar la Palabra.
Dios nos da su Palabra como alternativa real al vivir bajo el impulso de nuestros sentimientos, o bajo el dominio negativo de las circunstancias, o bajo el poder de la carne o de Satanás.
En nuestra vida de fe estamos continuamente enfrentados con una elección: si confesar estos pensamientos, emociones, circunstancias negativas etc., o tomar la Palabra que Dios nos ha dado y hacerla nuestra confesión de fe. Aquí es donde las Escrituras son tan importantes.
Están cargadas de Palabra de fe. Nos presentan una imagen de nosotros en Cristo Jesús completamente distinta de lo que nuestros sentimientos acerca de nosotros mismos nos podrían presentar.
Nos traen la promesa de sanidad y fuerza por el poder del Espíritu Santo y, sobre todo, nos dan las palabras con que vestir nuestra confesión. Incluso cuando encontramos difícil expresar fe, podemos tomar las palabras de la Escritura y hacerlas nuestra propia confesión.
El resultado de confesar la Palabra puede ser muy poderoso para nuestra vida. Lleva a una renovación de la mente, una limpieza de nuestro corazón, una disciplina de nuestra lengua y trae la fe a la vanguardia de nuestra experiencia.
B. Por estudiar la Palabra.
La ignorancia de la Escritura lleva a la ignorancia espiritual general (2 Timoteo 2.15). Cualquiera que seriamente quiere oír a Dios hablar en su vida necesita empezar al nivel de la Escritura, porque este es nuestro punto más claro de revelación.
C. Por aplicar la Palabra de Dios.
Una gran cantidad de la dirección de Dios para nuestra vida ya nos ha sido dada en la Escritura. Necesitamos aplicar estas verdades reveladas. Incluso Palabras de Dios que vienen por otros medios necesitan aplicación.
Necesitamos obedecer al Espíritu Santo porque esto lleva a la habilidad de oír claramente de Dios con discernimiento. Mientras aprendemos a aplicar la Palabra de Dios a nuestra vida, pronto aprendemos lo que es real y lo que no.
D. Por compartir la Palabra.
No podemos compartir la Palabra de Dios en la vida de otra gente sin primero haberla tomado en serio nosotros mismos. Esta es una parte real de hacer la Palabra (Juan 8.31-32). Si queremos hacer discípulos para Jesús primero necesitamos ser uno nosotros mismos. Si queremos librar a otros, debemos primero ser librados en Jesús nosotros mismos.
3. Ser bienaventurado.
Tremenda bendición siempre resulta de vivir en la Palabra (Salmo 1.1-3). Cuando vivimos en la Palabra, la Palabra viene a ser lo que dice. La razón de ello es que mientras compartimos en la Palabra de Dios empezamos a compartir en todo lo que la Palabra es en sí (Isaías 55.10-11).
La Palabra de Dios en nosotros alcanzará los propósitos de Dios para nosotros, si la obedecemos y vivimos según ella. Compartiremos en el poder de Dios porque la Palabra de Dios es poderosa.
Compartiremos en la promesa de la Palabra de Dios porque la Palabra de Dios Está llena de esperanza y nos trae salvación para que vivamos por fe y no en pecado. Cinco resultados de la bendición de vivir en la Palabra de Dios son:
- Alimento que lleva a la madurez.
- Sabiduría que lleva al discernimiento.
- Crecimiento en el conocimiento de Dios, es decir su voluntad, caminos, obra y palabra.
- Crecimiento en el poder del Espíritu Santo en nuestra vida. (Necesitamos construir en nuestra vida, el cable dador de vida de la Palabra de Dios que nos trae el flujo del Espíritu Santo.)
- Provecho en el ministerio.
Resumen y aplicación
1. La Palabra de Dios es poderosa. Siempre que Dios habla algo pasa.
2. La Palabra de Dios lleva poder en sí misma.
3. Jesús es la Palabra de Dios y la manifestación de todo lo que Dios quiere declararnos.
4. Toda la Escritura (la Biblia) es la Palabra de Dios y Dios la usa cuando es inspirada a nosotros por el Espíritu Santo, para ser el criterio o la medida por el cual podemos medir todas las demás “palabras de Dios” que oímos.
5. Necesitamos entregar nuestra vida a la Palabra de Dios y dejar que hable en nuestra vida por el Espíritu Santo.
6. Cuando oímos la Palabra de Dios necesitamos responder como el Espíritu Santo nos lo pide. La obediencia es la clave al crecimiento en Dios.
7. Necesitamos llegar a conocer la Palabra de Dios estudiándola según nos capacite el Espíritu Santo.
8. Necesitamos vivir en la palabra de Dios porque si la obedecemos alcanzará en nosotros el propósito de Dios.
Tomado del libro: Los fundamentos de la vida cristiana