En cuanto a cómo el mismo Satanás fue transformado de una criatura buena en ese mentiroso que luego llegó a ser el asesino de algunos de los ángeles y de toda la raza humana, la Biblia guarda un silencio completo.
Y si la Escritura permanece obvia y firmemente silenciosa acerca de tales cuestiones, nosotros de igual manera haremos bien en callar.
Nuestra exposición anterior acerca del precio que Dios tuvo que pagar para hacer criaturas con libertad de elección arroja algo de luz sobre cómo pudo Lucifer convertirse en el diablo, mentiroso y asesino.
Sin embargo, en última instancia se nos deja con un misterio que nuestras mentes mortales no pueden del todo sondear. En asuntos como este, hago continuamente referencia a versículos de la Escritura como los siguientes:
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley (Deuteronomio 29.29).
Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender (Salmo 139.6).
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor?
¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le fuese recompensado? Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén (Romanos 11.33-36).
Hemos visto una y otra vez que la mentira que penetró en las mentes limpias e inocentes de Adán y Eva, y condujo a su asesinato (Juan 8.44; 1 Juan 3.8) tuvo su origen fuera de ellos mismos.
No poseían ninguna inclinación interna hacia el mal ni eran independientes de Dios. No vivían en «el mundo», es decir, en la sociedad humana organizada para una vida independiente de la voluntad de Dios. Su «sociedad» era el huerto del Edén. Y, sin embargo, pecaron.
De modo que vemos cómo el pecado y la rebeldía contra el señorío de Dios no son normales para la raza humana tal y como fuimos creados.
La vida humana normal debía ser de total obediencia al Señor y de una comunión ininterrumpida, pacífica e indescriptible tanto con Dios como con nuestros semejantes.
En su inocencia, Adán y Eva no sentían ninguna vergüenza, ni en su íntimo trato con Dios ni en su relación de desnudez mutua (Génesis 2.25; cf. 3.7-11). Todo lo que Dios había hecho era bueno. El primer hombre y la primera mujer vivían en la cálida y pura luz de la bondad e inocencia primitivas.
El pecado y la rebelión contra Dios, dieron lugar a dos males, el natural y el moral, por consiguiente son una anormalidad que se ha convertido en normal para la humanidad y a derivado en una guerra espiritual que se lleva a cabo desde entonces.
Edith Schaeffer comenta acerca de esta transición:
Adán y Eva habían experimentado la transición de una vida en un mundo perfecto a otra en un mundo malogrado. Habían sabido lo que significaba ser «seres humanos normales» en un «mundo normal», pero eran los únicos que podrían comparar por experiencia propia lo «normal» y lo «anormal».
Su decisión de hacer caso a la mentira de Satanás como si fuera verdad trajo los resultados predichos por Dios. El mundo se hizo anormal. Hemos vivido, y seguimos viviendo, en un mundo anormal.
Las cosas han sido estropeadas y destruidas por Satanás, por un período histórico completo de causa y efecto.
El estudiar detalladamente Génesis 3 nos prestará un gran servicio, ya que las tácticas y la estrategia de Satanás no han cambiado desde el huerto del Edén. Saber lo que él hizo a nuestro primeros padres y cómo lo hizo nos servirá de advertencia y nos preparará para la batalla espiritual que tenemos que librar aquí y ahora.
Tomado del Libro: Manual de Guerra Espiritual
Autor: Ed Murphi
Editorial: Caribe