Todavía recuerdo vívidamente cómo me sentí aquel 7 de diciembre de 1941. Tenía nueve años en aquel entonces cuando escuché, un trágico domingo por la tarde, que los japoneses habían atacado sorpresivamente al puerto de Pearl Harbor. Vi como nuestra pequeña ciudad, Danville, Virginia, comenzaba a enfrentar las posibilidades de una guerra. Un enemigo inesperado había atacado, y nuestras vidas nunca más iban a ser como antes.
De la misma manera, nadie hubiera predicho los ataques terroristas a nuestra nación el 11 de septiembre, 2001. Cuando esos aviones chocaron contra el World Trade Center y el Pentágono, nuestra sociedad de paso apurado se detuvo repentinamente. Había ocurrido lo impensable. Los Estados Unidos habían sido atacados por un enemigo que nos odia por quienes somos y lo que creemos.
A través de nuestras vidas enfrentamos muchas clases diferentes de enemigos. Algunos son motivados por razones personales. Tal vez usted no le gusta a una persona por un número de razones; tal vez esa persona esté celosa de su éxito o tal vez quiera tomar de usted algo que quiere para sí misma. Tal vez alguien lo odie tanto que quiera dañarlo de manera muy seria o aun matarlo.
Cuando usted conoce a su enemigo, y está preparado para el ataque, es posible obtener la victoria.
Pero yo he encontrado que los enemigos más grandes son desconocidos e inesperados. Por ejemplo, un amigo de confianza que se vuelve en contra suya cuando ve la posibilidad de ganancias personales.
Un compañero de trabajo que dice chismes y trama ardides contra usted con la esperanza de obtener un ascenso. O un ladrón que se esconde en la noche esperando robarle. Las motivaciones que todos estos enemigos tienen en común se encuentran en la raíz del mal.
El mal es algo que sabemos que existe, pero no es un tema del que queramos hablar o que queramos confrontar.
El mal tiene un rostro. Es peligroso... oscuro... siniestro... mortal. ¿Sabe usted cuál es la fuente por excelencia del mal? ¿Está consciente de la forma en que opera el mal? Si usted no sabe cómo opera, entonces, ¿cómo puede protegerse a sí mismo y proteger a sus seres amados en forma adecuada cuando ataca de golpe?