CORAZÓN SANO, PROMESA CONQUISTADA Un Mensaje cristiano para jóvenes de Cesar Castellanos.
“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”.
(Génesis 17:1)
Abraham fue obediente desde el inicio, cuando Dios le dijo que saliera de su tierra, de su parentela y de la casa de sus padres. Tenía setenta y cinco años de edad cuando el Señor le habló. Su gran soporte desde ese momento en adelante fue la promesa que recibió: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Génesis 12:2).
Sin embargo, cuando los años pasaron y la promesa no se cumplía, Abraham le dijo a Dios: “Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa". Y el señor le dijo: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:3-6).
Después de esto, Abraham no se desalentó, no renegó, ni aceptó ningún pensamiento negativo, sino que aprendió a esperar en Dios. A los noventa y nueve años Dios se le reveló como “El Shadai”: “El” significa Todopoderoso y “Shadai” viene de la raíz “Shad”, que significa pecho, refiriéndose al pecho materno. Dios se le reveló como el Dios paternal y también como el Dios maternal.
¿Será que alguien de casi cien años puede tener vacíos emocionales causadas por el papá y la mamá? Pues en este caso era así, y esto era lo que le impedía conquistar la promesa que Dios le había dado.
Abraham no se desalentó, no renegó, ni aceptó ningún pensamiento negativo, sino que aprendió a esperar en Dios.
Así que Dios se manifestó como el Padre que no falla, que todo lo puede y a la vez como ese Dios maternal, que amamanta o que nutre, que suple todas nuestras necesidades: “…y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados.
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo” (Isaías 66:12-13). Después de que Dios sanó las emociones de Abraham, consolidó su promesa.
“Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Génesis 17:2-6).
ALGO EN QUÉ PENSAR
A los quince años de edad empecé a tener una fuerte ansiedad hacia la comida, quería ser más delgada que cualquier otra persona Pensaba que si era delgada sería aceptada y amada por mis amigos, mis profesores, y... mi papá.
Sin embargo, sentía que la comida me llamaba, miraba la comida y sentía que no podía decir no. Incluso a veces decía en voz alta «no tengo hambre, no quiero comer esto» Pero sentía que había una fuerza dentro de mí, algo que no podía controlar, que me impulsaba a agarrar la comida y a poner todo lo que encontraba en mi boca. Después de hacerlo, la sensación de llenura me hacia sentir muy mal.
Cada mañana me despertaba con mucho miedo, pensando que mi estomago había crecido al doble del tamaño. No sabía cómo callar esas voces y parar esa ansiedad.
Esto siguió por años hasta que un día Dios me hizo recodar de algo que me había sucedió cuando tenia quince años de edad. Un día, mi papá estaba muy frustrado, así que me miró y me dijo: «Yo sé que piensas que no soy muy bueno contigo. Es que veo mucho de mí en ti, y yo me odio a mí mismo.»
Nunca pensé que mi problema de ansiedad podía ser el resultado de la relación con mi padre. Hasta que un día hablé con mi Pastor y él me hizo ver que lo que yo experimentaba era resultado de los vacíos emocionales por falta del amor de mis padres. Luego, el Pastor oró por mí y ese espíritu de odio y ansiedad que había dentro de mí, salió completamente. ¡Fui totalmente libre!
Desde entonces, la ansiedad por la comida no me volvió a mortificar. Dios ha llenado todos mis vacíos y siento Su amor muy cerca de mí.
(Sabrina Matteucci)
ORACIÓN
Amado Dios, hoy vengo a Ti con un corazón humillado, reconociendo que te necesito, por favor revélate a mi como El Shadai y llena todos los vacíos que hay en mi corazón. Hoy me determino perdonar a mis padres por cualquier cosa que me hayan hecho, porque Tú me perdonaste a mí. Confieso que eres mi verdadero Padre y que junto a Ti no me hará falta nada, en el nombre de Jesús, amén.
DECLARACIÓN
“Dios sanó mi corazón y puedo conquistar las promesas que Él estableció para mí”.
365 Declaraciones de Vida Nº3
Cesar Castellanos
G12 Editores