Escuché un gran sermón de un predicador de edad y experiencia, hablaba sobre familia y compromiso. Recuerdo particularmente, cuando narró su experiencia como predicador: “Cuando era muy joven, comencé en el ministerio – decía el anciano predicador – y exhortaba con firmeza sobre los 10 mandamientos de:
Cómo se debe educar a los hijos… luego me casé y tuve mis hijos y comencé a predicar sobre 5 consejos de: La educación de los hijos… los años pasaron y tuve mis nietos y bisnietos, por eso ahora quiero compartirles estos 2 pensamientos…”
Quedé impactado cuando utilizó esa clase de descripción sobre su experiencia… toda la congregación se rió de semejante descenso en la escala de pretensiones, mas sin embargo, yo disfrutaba reflexionando esas sabias palabras como si hubiera comido hot-cakes (pan-cakes, tortas o como les llame) con mucha miel y mantequilla.
El hombre paso de: “Exhortación” a compartir, de “cómo se debe” a pensamientos y de “10 mandamientos” a 2 pensamientos…
Esta clase de humildad, solo la dan los años y la experiencia; experiencia que solo portan algunos privilegiados que han trabajado para obtenerla.
Muchas veces he visto y escuchado cuando se desdeña a los jóvenes para darles responsabilidades serias en sus congregaciones; se les otorgan multitud de calamidades y se les excluye de programas vitales, para mantenerlos solo entretenidos, mientras maduran y se hacen viejos, mañosos y, ahora si, con experiencia.
Pero: ¿Quién es el sensor que dictamina quien es apto para tal o cual cosa? ¿Se desprecia a los jóvenes por su juventud? ¿Es un joven menos poderoso para cumplir los propósitos de Dios que los viejos? ¿Fallarán los jóvenes en automático solo por ser jóvenes? ¿Estamos seguros de que no podrán con el paquete que los líderes les encomendamos, solo porque son jóvenes? ¿Qué necesitan hacer los jóvenes para que se les tome en serio? ¿Casarse?
Experiencia es el conocimiento adquirido a lo largo de nuestra vida; al menos así es definido por La Real Academia de la Lengua Española… pero en la práctica, es totalmente relativo. Hay cosas que niños han vivido, que jamás vivirán hombres de 70 años.
Preguntas punzantes y difíciles, que millones de jóvenes nos hemos hecho en nuestras cortas vidas, para las que no hay respuestas sencillas. Si tan solo alguien se tomara la molestia de enseñarnos el “A, B, C” de la vida… quizá los jóvenes cumplirían, y que digo cumplirían, elevarían el estándar.
Experiencia es el conocimiento adquirido a lo largo de nuestra vida; al menos así es definido por La Real Academia de la Lengua Española… pero en la práctica, es totalmente relativo. Hay cosas que niños han vivido, que jamás vivirán hombres de 70 años.
El conocimiento puede ser mera “información”, o bien se puede transformar en “formación”. La información es acumulativa, fría, depende de las fuentes de donde se obtiene y termina por envanecer; pero la formación es activa, calida y depende de uno mismo, lo cual lleva a una profunda humildad y reconocimiento.
La diferencia entre información y formación es evidente; muchos se han informado sobre la cantidad de problemas y enfermedades que genera el no lavarse los dientes, pero solo los que fueron obligados por sus padres a cepillarse los dientes después de cada comida, realizan este sencillo acto de higiene hasta que se mueren.
Los primeros, tienen que colocar una hoja a la vista con las 5 razones básicas para lavarse los dientes, mientras que para los segundos, es parte de su vida, nadie los tiene que ver, son responsables de sus dientes y de su bienestar; estos últimos no necesitan motivación ni reconocimiento para realizar dicha labor, solo lo hacen porque así fueron formados… la experiencia adquirida, les comprueba después de cada alimento, que están en lo correcto, así enseñarán ellos a sus hijos, repitiendo el ciclo.
[continua a parte II]