En los tiempos difíciles en que le tocó vivir a Bernabé, período de la historia cubierto por el libro de los Hechos, él se agarró bien a su fe en Dios, y en un amigo y familiar. “Bernabé […] fue un hombre bueno, y lleno del Espíritu Santo y fe”, dice la Biblia.
Bernabé fue un contemporáneo de Saulo, el fanático que rabiosamente perseguía a la iglesia, llevando a hombres y mujeres a la cárcel e incluso a algunos a la muerte. Saulo se encontró con Cristo en un remoto camino a Damasco, lo que cambió radicalmente el curso de su vida.
La experiencia fue tan extraordinaria, la brillantez de la presencia del Señor tan luminosa, que Saulo fue transformado de un súper perseguidor del Señor en un ardiente discípulo suyo. Pronto, Bernabé se transformó en su guía.
Lo presentó a la iglesia que hasta hacía poco había perseguido, y adoró a Dios con él por varios años mientras el Señor lo preparaba para el ministerio bajo su nuevo nombre, Pablo.
Bernabé fue de nuevo usado por Dios, esta vez para ser el primer compañero del apóstol Pablo en su trabajo misionero.
La excitación en torno a este primer viaje debe haber sido grande. Para ayudarles, escogieron a un jovencito, sobrino de Bernabé, llamado Juan Marcos. La madre de Juan Marcos, María, hospedaba a la iglesia de Jerusalén en su casa.
No hay duda que eran seguidores de Cristo desde hacía tiempo, porque la mayoría de los teólogos están de acuerdo en que María fue testigo ocular de la traición y arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní.
Debido a la familiaridad de Marcos con el evangelio y a su interés en el ministerio, fue escogido para tan emocionante aventura de fe con Pablo y Bernabé.
Dios dijo que todos los que nos identificamos con Cristo somos colectivamente el cuerpo de Cristo
El viaje misionero fue agotador. Enfrentando a difíciles situaciones, Marcos decidió, a la mitad del viaje, regresar a Jerusalén. Los otros misioneros completaron su ardua y próspera aventura y regresaron con grandes informes de gente que había creído en Cristo e iglesias que habían sido establecidas.
Después de algún tiempo, Bernabé y Pablo decidieron salir de nuevo. Bernabé quiso llevar a Juan Marcos con ellos, pero Pablo se opuso. Marcos había reprobado su primer examen. Pablo no estaba dispuesto a darle una nueva oportunidad. La disputa por Juan Marcos entre ambos fue tan aguda que decidieron separarse.
Pablo escogió a Silas como su nuevo colaborador y continuó su viaje. Por su trabajo, se establecieron iglesias y se escribió gran parte del Nuevo Testamento. Bernabé, por su parte, no vuelve a ser mencionado en las narraciones del libro de los Hechos.
Se pierde en la historia después de la notable participación en la salvación y el ministerio de Pablo. ¿Pero valió la pena el haber desafiado a Pablo? ¿Estuvo acertado o equivocado al tener fe en su sobrino aun cuando había fallado la primera vez?
El joven Juan Marcos llegó a ser un historiador. Hizo entrevistas, registró acontecimientos de la vida de Jesucristo y escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sin sus escritos, que algunos eruditos consideran la base para otros, no habríamos tenido los libros de Mateo, Lucas y Juan. Gracias a Bernabé tenemos cuatro Evangelios completos.
¿Fue útil la fe de Bernabé en Marcos? ¡Claro que lo fue! Y esa fe fue más tarde además vindicada cuando Pablo escribió: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es muy útil para el ministerio”. Bernabé fue fuerte en su fe: en Dios y en los hombres de Dios.
Al perder su vida, Bernabé encontró mayor gloria. Ministró a cientos o quizás a miles, y dos de ellos, Pablo y Marcos, han ministrado a miles de millones. Su dedicada inversión pagó dividendos más allá de cualquiera cosa que él haya podido imaginar.
Debemos tener fe en otros y en el obrar de Dios en sus vidas, para poder pasar a través de los tiempos difíciles. Dios dijo que todos los que nos identificamos con Cristo somos colectivamente el cuerpo de Cristo.
Debemos movernos y fluir como una unidad. Dios traerá a su vida a esos amigos piadosos que permanecerán a su lado en tiempos duros. Daniel tuvo tres amigos íntimos. Juan Marcos tuvo a su tío Bernabé. Pablo el apóstol tuvo a Silas y a otros hermanos cristianos. Dios nos fortalece a través de nuestros amigos.
Tomado del libro: Hombres fuertes en tiempos difíciles