La Recompensa de la Fidelidad Mensajes para Jovenes de César Castellanos
OCTUBRE 1
“Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte” (Rut 2:12).
La vida de Rut es un claro ejemplo de fe, confianza y fidelidad. No se dejó desalentar por las circunstancias, sino que confió en que Dios intervendría sobrenaturalmente y le daría la victoria. En Israel, ella fue conocida por la determinación que tuvo de no dejar a su suegra. Cuando Booz estuvo frente a ella le dijo: “Jehová recompense tu obra”. En la vida de Rut se conjugaban la pureza, sencillez, fidelidad y optimismo.
Ella pudo ver en Noemí lo que Orfa nunca vio; por ello prefirió regresar a sus costumbres paganas. Rut conoció al Dios de Israel a través de Noemí, y no estaba dispuesta a dejarlo a Él, ni tampoco a su suegra. Nuestras obras muestran la clase de fe que tenemos (Santiago 2:17), y en el caso de Rut, se convirtieron en uno de sus mayores soportes.
Booz no imaginó que él mismo sería el instrumento en las manos de Dios para recompensar a Rut. De acuerdo con las leyes de los judíos, Booz como pariente cercano de Noemí, era la persona indicada para redimir a Rut y casarse con ella. Aunque era muy joven, ella lo aceptó pensando en levantar una descendencia para Dios y en dar a Noemí los nietos que trajeran consolación a su atribulado corazón.
Por causa de nuestro optimismo y nuestra fe logramos llamar la atención del Señor, quien extiende Sus alas para brindarnos amparo
Booz es un prototipo de Jesucristo, quien se convirtió en nuestro Redentor. Y nosotros somos como Rut, ya que aprendemos a colocar nuestra mirada en Él. Jesús es el agente perfeccionador y consumador de nuestra fe, quien nos ayuda a caminar sin mirar las circunstancias.
Por causa de nuestro optimismo y nuestra fe logramos llamar la atención del Señor, quien extiende Sus alas para brindarnos amparo. Es entonces cuando Él dice: “No temas; junto a Mí siempre tendrás seguridad y Yo me encargaré de tu futuro”.
ALGO EN QUÉ PENSAR
Hace unos catorce años, estaba revisando el registro de estudiantes universitarios para la sesión de apertura de mi clase sobre teología de la fe. Ese fue el primer día que vi a Tommy, y de inmediato lo catalogué como un chico muy problemático.
Tommy resultó ser el ateo residente de mi curso. Constantemente objetaba o se burlaba de la posibilidad de un Dios que amaba incondicionalmente. Al final del curso, cuando entregó su examen, me preguntó en un tono un poco cínico:
- ¿Cree usted que encontraré a Dios alguna vez?
Me decidí por un poco de terapia de choque.
- ¡No!, Dije enfáticamente.
- ¡Ah! -Respondió -pensé que ese era el producto que estaba usted vendiendo.
Lo dejé dar cinco pasos hacia la puerta y luego lo llamé:
- Tommy. ¡No creo que lo encuentres nunca, pero estoy seguro de que Él te encontrará a ti!
Tommy simplemente se encogió de hombros y se fue. Me sentí un poco desilusionado de que no recibió mi mensaje sutil.
Un tiempo después de su graduación me llegó un informe triste: Tommy tenía cáncer terminal. Antes de que yo pudiera buscarlo, él vino a mí. Cuando entró en mi oficina, su cuerpo estaba muy deteriorado y su largo cabello se había caído a causa de la quimioterapia.
- Tommy, he pensado mucho en ti. Supe que estás enfermo. Le dije.
- Sí, muy enfermo, profesor. Tengo cáncer. Es cuestión de semanas.
- ¿Qué se siente saber que tienes veinticuatro años y que estás muriendo?
- ¡Bueno, podría ser peor!
- ¿Como qué?
- Bueno, como tener 50 años y no tener valores o ideales. Como tener 50 años y pensar que beber, seducir mujeres y hacer dinero son las cosas más importantes en la vida... Pero vine a verlo realmente por algo que me dijo el último día de clase: “Él te encontrará a ti”.
Pensé mucho en eso, cuando los doctores me diagnosticaron cáncer, tomé muy en serio localizar a Dios, pero nada sucedió. Un día me desperté y, en lugar de lanzar más peticiones inútiles a Dios, recordé algo que solía decir en una de sus conferencias: “La tristeza esencial es ir por la vida sin amar. Pero sería igualmente triste dejar este mundo sin decirles a los que amas que los has amado”. Así que empecé con el más difícil de todos: mi padre. Él estaba leyendo el periódico cuando me acerqué y le dije:
- Papá, me gustaría hablar contigo.
- Bien, habla, contestó.
- Papá, te quiero. Simplemente quería que lo supieras.
Entonces, mi padre hizo dos cosas que no recordaba que hubiera hecho antes. Lloró y me abrazó. Fue más fácil con mi mamá y mi hermanito. También lloraron conmigo y nos abrazamos y compartimos cosas que habíamos guardado en secreto por muchos años.
Aquí estaba yo, a la sombra de la muerte, y apenas comenzaba a sincerarme con las personas que estaban cerca de mí. De pronto, un día Dios ya estaba allí. No vino a mí cuando se lo supliqué. Usted tenía razón. Él me encontró aunque yo había dejado de buscarlo.
Tommy, ¿podrías hacerme un favor? ¿Vendrías a mi clase de teología de la fe a decir a mis estudiantes lo que me acabas de contar?
Aunque programamos una fecha, no pudo lograrlo. Antes de que muriera, hablamos por última vez:
- No voy a poder ir a su clase, me dijo.
- Lo sé, Tommy.
- ¿Se lo dirá usted a todos por mí? ¿Se lo dirá a todo el mundo por mí?
- Lo haré, Tommy. Se lo diré.
¿Se lo dirás tú a todos los que viven cerca de ti, en tu casa, en tu trabajo...?[1]
ORACIÓN
Amado Dios, gracias porque te revelaste a mi vida, pues al mantenerme firme en medio de la prueba me he acercado a Ti. Gracias porque a Tus ojos fui de gran estima y me viste como alguien honorable. Gracias por extender Tu misericordia y por ofrecer el hacerte cargo de mis necesidades. Sé que a Tu lado siempre estaré seguro, pues mi futuro a partir de ahora está bajo Tu control. ¡Te alabo, Señor Jesús! Amén.
DECLARACIÓN
“Jesús, mi Redentor, extendió Sus alas para darme Su protección”.
[1] Texto adaptado de: “El Joven Ateo”