No Vuelvas Atrás
Marcos capítulo 8 versículo 22 al 26: Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara. Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: —¿Puedes ver ahora? El hombre alzó los ojos y dijo: —Veo gente; parecen árboles que caminan. Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado: recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa con esta advertencia: —No vayas a entrar en el pueblo.
Mateo 7 versículo 24 en adelante dice: Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Lo que te convierte en un hombre o mujer sólido/a ante Dios no es solo predicar, sino vivir de acuerdo a lo que se predica
Deseo que te acerques a la persona que está a tu lado y le transmitas el mensaje que Dios me ha dado para ti. Observa con seriedad y dile: 'No te atrevas a retroceder'. A partir de hoy, si Dios te saca de ese lugar, no mires atrás, grita: 'No vuelvo atrás'.
La Biblia enfatiza que aquel que escucha las palabras de Dios y las pone en práctica es como un hombre que construye su casa sobre roca. Sin embargo, también advierte que aquel que escucha las palabras pero no las lleva a cabo, es como aquel que edifica su casa sobre arena.
Lo que te convierte en un hombre o mujer sólido/a ante Dios no es solo predicar, sino vivir de acuerdo a lo que se predica. Existen muchas personas que escuchan el mensaje, pero no lo practican. Por lo tanto, debemos comprender que tanto el incrédulo como el creyente tienen la capacidad de distinguir entre el bien y el mal.
Resulta irónico que, en ocasiones, el incrédulo conozca más a Dios que los mismos cristianos. El problema no radica en la falta de conocimiento de la Palabra, sino en la dificultad para ponerla en práctica. Deseo liberarte de esta dificultad para que comprendas que durante años has escuchado las palabras de Dios, pero siempre ha existido una excusa que te ha alejado de Él.
No tengo problemas contigo, porque sé que amas a Dios. El verdadero problema surge cuando se justifican excusas para evitar establecer Su Palabra y discernir lo auténtico de lo falso. Debemos reconocer que el problema no reside en las apariencias de las casas, sino en los cimientos que se han establecido debajo de ellas.
Presta atención a la siguiente comparación que nos presenta la historia bíblica de un ciego. Resulta impresionante que un ciego nunca pueda guiar a alguien, siempre depende de otras personas que lo guíen. Creo que el mayor problema radica en que no buscas a Dios porque nadie te conduce a Él. El incrédulo siempre encuentra la excusa de que nadie lo invita a la iglesia o que, si lo invitan, no lo acompañan.
El verdadero problema es que, a veces, conocemos nuestra condición, pero al no poder guiar a otros, siempre necesitamos a alguien que nos lleve a la Cruz. Ese no es el problema, porque nosotros, como iglesia, estamos aquí como mensajeros dispuestos a llevarte. El verdadero desafío está en que tú decidas tomar mi mano y permitir que te guíe hacia Cristo, no hacia una religión."