Adoradores Verdaderos
"Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre hola tales adoradores busca que le adoren." Juan 4:23
Cuando analizamos la Palabra del Señor es como si tuviéramos ante nosotros un plato de comida verdaderamente exquisita en que hay diversos elementos: arroz, carne, una salsa, verduras distintas. Así también la Palabra es rica en nutrientes espirituales. Del mismo modo se nos presenta este texto muy nutritivo para nuestra vida espiritual.
La primera frase indica que hay un tiempo de entrar en la eternidad con Él. Siempre hay un tiempo en que Dios actúa en este mundo. Hay una hora que viene y esa hora puede ser ahora mismo. Cuando éramos niños creíamos que la vida era larguísima y ni siquiera pensábamos que íbamos a ser ancianos un día o que tendríamos que morir.
Pero si Dios nos hubiese hablado nos habría dicho “la hora viene”. Quienes saben esto son los adultos, los más grandes. Incluso los adultos jóvenes no ven mucho el futuro, más bien viven el presente, tratan de disfrutar la vida, pasarlo bien, ganar dinero, trabajar, esforzarse por los hijos, pero con los años se va adquiriendo más conciencia del tiempo de Dios.
Dice la frase siguiente del texto que “los verdaderos adoradores adorarán al Padre. Hay en el mundo una multitud de personas de todas las razas y nacionalidades; no todos creen en un Dios. En el oriente y en otras latitudes le llaman Alá, Buda, de distintas formas, como nosotros le llamamos Jesucristo, Dios, Jehová o el Gran Yo Soy.
Podemos llamarlo con distintos nombres más hay un solo Dios. Los verdaderos adoradores adorarán al Padre Dios. ¿Quiénes son esos verdaderos adoradores? Los que creen en Dios y lo conocen.
Pero son también los que han conocido al Hijo de Dios, Jesucristo. Entonces pueden adorar realmente a ese Dios, pues le conocen. Es muy importante conocer a Dios para ser un verdadero adorador de Dios.
Un adorador es alguien que reconoce a Dios como el Creador, el que hizo el universo, el que nos hizo a nosotros, nos dio este cuerpo, entendimiento, el que nos puso un color de ojos y una estatura mayor o menor. Dios que nos creó y creó toda la naturaleza con sus bosques, océanos, ríos, montañas, el sol y las estrellas.
En segundo lugar, un adorador es alguien que reconoce a Dios como Salvador porque envió a Su Hijo Jesucristo a esta Tierra a darnos la salvación. Estábamos perdidos en las tinieblas del pecado, andábamos de allá para acá sin saber qué sentido tenía la vida.
Pero Dios vino a esta Tierra y en Jerusalén murió por nosotros. Primero se presentó en Belén como hijo de Dios, nació de María, estuvo en el pesebre y creció en la carpintería de Su padre; cuando ya tenía 30 años empezó a predicar y a formar discípulos y apóstoles.
Hizo milagros como caminar sobre las aguas, resucitar muertos, dar de comer a miles de personas con apenas cinco panes y dos peces, dar vista a los ciegos y resucitar muertos.
Este Dios que es nuestro Creador y Salvador también es Señor, dueño y rey de nuestras vidas. Además es Maestro, el que nos enseña, el que hoy y cada día nos está revelando un poquito más acerca de Él, la vida cristiana práctica y sobrenatural, Su propósito con la Humanidad y la misión para cada uno.
Los verdaderos adoradores conocen a Dios y como lo conocen lo adoran, lo alaban, lo bendicen, dicen “te alabo Señor, te adoro, te glorifico, te exalto, Tú eres maravilloso, eres lo máximo, te entrego mi vida” Todas estas son expresiones de adoración.
Cuando alguien está enamorado de otra persona le regala esas palabras, le dice “te quiero, te adoro, eres mi vida, no podría vivir sin ti, te amo…” Son palabras de adoración. Aún más profundas son las palabras de los adoradores que adoran al Padre.
La forma en que adoramos a Dios es en espíritu, con el espíritu nuestro y en el Espíritu Santo. Ese Espíritu de Dios que habita en nuestro interior nos ayuda a adorar a Dios.
Por eso a veces adoramos en lenguas, otras adoramos profetizando o adoramos a Dios imaginando los Cielos, el trono donde está Cristo sentado, los ángeles, los seres celestiales, las personas que ya durmieron en el Señor. Cuando adoramos a Dios estamos viendo con nuestros ojos espirituales todo ello porque somos adoradores verdaderos.
Adoramos “en verdad”, es decir en forma sincera no para que los demás nos vean, no porque tengamos que hacerlo por obligación ni porque si no lo hacemos seremos castigados. Adoramos “en espíritu y en verdad” con toda honestidad, agradecidos de Él.
El Padre busca adoradores. Este Padre Celestial quiere que lo adoren y busca adoradores, no porque sea un ególatra y vanidoso sino porque es como todo papá o mamá cuando desea que su hijo lo abrace, lo bese, le diga “papito te quiero”. Ese es el sentir de este Padre Celestial: Tener una familia espiritual eterna.
Él tiene al Hijo y al Espíritu Santo, pero desea formar una familia. Por eso creó al ser humano, para formar esa familia que le amara a Él y en que se amaran todos Sus hijos.
Tal familia ya está reuniéndose en los cielos, ya están los apóstoles con Él, se fue María la madre de Jesús y está con él, se marcharon los mártires y antiguos seguidores de los apóstoles y tantos cristianos verdaderos que ya han dormido.
Un día nosotros vamos a estar también con Él eternamente. Llegará el día en que se cerrarán las puertas del Cielo porque ya se habrán convertido todos los que Dios permitió que le conocieran y que han tenido un corazón verdadero y honesto para con Dios, que han entregado su vida y le adoran en espíritu y en verdad.
El Señor permita que seamos verdaderos adoradores, honestos de corazón y espíritu, que siempre reconozcamos en Él a nuestro Padre Celestial, agradecidos por todos Sus dones y lo bendigamos cada día, desde que amanecemos hasta que nos vamos a dormir.
Muchas veces no agradecemos a Dios y nos quejamos de la vida, nos quejamos por la enfermedad, nos quejamos porque estamos solos, nos quejamos porque nuestros hijos no nos expresan su cariño o no nos escriben si están lejos o no se acercan o porque nos fallan los amigos.
Nos quejamos tanto y en realidad Dios quiere que le agradezcamos por todo lo que nos da, como dicen algunos “hay que ver la parte llena del vaso y no la parte vacía” pero en tantas ocasiones vemos sólo lo que falta y no lo que ya tenemos.
¡Y tenemos mucho! Lo más importante es que tenemos la salvación, tenemos el Espíritu Santo, tenemos Su palabra y lo tenemos a Él como nuestro Padre.
Oración: Gracias, Señor, por esta Palabra. Te pedimos perdón si no hemos sido agradecidos, si muchas veces no te reconocemos como nuestro Padre Celestial generoso que nos da tanto, que ha sido nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro Señor y nuestro Maestro.
Amado Dios, en esta semana bendícenos y llénanos de tu Presencia para comprender cada cosa que experimentemos y que tú quieras enseñarnos, en el nombre de Jesús. Amén.