Cómo Andar en Armonia con Dios | Charles Stanley | Predica
Ha notado que si camina junto a alguien con prisa y si llevan el paso juntos, se hace más fácil caminar más libre y con mejor ritmo. Andar en armonía es algo especial. Pero si alguien pierde el paso, psicológicamente algo sucede dentro de nosotros. Lo mismo pasa cuando hablamos de andar en armonía con Dios.
Andar con el Señor Jesús en armonía con él es una cosa; estar en desarmonía es otra muy distinta. Si alguien se le acerca y le pregunta cómo está su andar, ¿qué diría? Tal vez responda "no es su problema", eso dirían muchas personas; otras ni sabrían de qué les hablan. Tal vez alguien más diría "bueno, no muy bien" o "bastante bien" o "no estoy progresando en la vida como debería".
Así que nos darían varias clases de respuestas. Pero la verdad es que todos debemos aprender cómo andar en armonía con el Hijo de Dios, nuestro Salvador, amo y señor. Le invito a buscar el cuarto capítulo de Efesios. Aquí es donde quiero comenzar este mensaje y quiero que leamos los primeros tres versículos de este capítulo.
Los primeros tres capítulos de Efesios hablan de lo que Dios ha hecho por nosotros, de nuestra experiencia de salvación y de los maravillosos tesoros espirituales que recibimos como resultado de eso. Al llegar al capítulo 4, habla de cómo debemos vivir, cómo vivir con base en dos cosas: quiénes somos y qué tenemos.
Quiénes somos: seguidores de Jesucristo. Y qué tenemos: lo tenemos a él, quien mora dentro de nosotros, viviendo su vida en y por medio de nosotros. En toda su epístola, Pablo nos recuerda que estamos en Cristo y él está en nosotros, y vive su vida por medio de nosotros. Y al comenzar este capítulo 4, por esta razón dice: "Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz".
Ahora bien, eso no significa simplemente tolerar a alguien, sino ser benigno con sus errores, los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Ahora podemos decir mucho sobre el resto de este pasaje, pero lo que quiero que veamos principalmente es todo esto de andar en armonía con el Señor. Hablamos de andar con él y decimos que él camina conmigo, porque dice que nunca me dejará ni me desamparará.
Una cosa es el salvo y otra cosa es andar en obediencia al Señor en armonía con él. Y en eso consiste estar en una relación con él que hace posible que disfrutemos de la vida. La intención de Dios es que la disfrutemos, es decir, rectitud y santidad no significa dejar de disfrutar la vida. Rectitud, santidad y obediencia. Mire, es decir, esas tres juntas son la clave de vivir una vida que es disfrutable, fructífera y lo demás.
Y la gran pregunta en la que quiero pasar la mayor parte del tiempo es: ¿cuál es el requisito? ¿Qué debo hacer para andar en armonía con el Señor? Ahora bien, pudiera decirle muchas cosas, explicar esto y lo otro, pero le daré solo seis palabras.
Si nosotros practicamos esas seis palabras, nosotros andaremos en armonía acorde con él, de forma que podamos decir: "Sí, yo estoy en armonía con Dios, no peleo con él, no tengo cosas en mi vida que no debo tener". Así que quisiera exponerlas para que medite en ellas.
Y la primera palabra es entrega. Bueno, para la mayoría, aquí comienza y termina todo, porque no quieren entregar sus vidas a Dios. Pero este es el primer paso, es decir, si quiero andar en armonía con el Señor Jesucristo, debo entregar mi vida a él. Eso resuelve el problema.
Ahora reconozco que él es quien dirige. En qué rumbo vamos. Si dice izquierda, vamos a la izquierda. Si dice derecha, vamos a la derecha. En armonía con él significa que lo sigo a él, y seguirlo no significa que él está por allá en algún lugar, sino que andamos juntos en armonía.
Pero antes de hacerlo, tengo que entregarle mi vida y rendirle mi voluntad a él, mis deseos a él. Es lo que él quiera. Ahora él dirige, ya no es mi voluntad sino la suya. Significa eso que no tengo responsabilidad.
O sí, se lo mostraré un momento, pero quiero que vea que es el primer paso. Así que si le es un problema entregarle su vida a él, tiene un problema grave, porque ahí es donde comienza toda nuestra relación con él. Lo que dice es: "Te reconozco por mis acciones, mi voluntad, mi mente, mi sentimiento. Reconozco que eres el señor y amo de mi vida, y que tú tienes el derecho a hacerlo".
Así que es cuestión de entrega. Y si piensa: "Bueno, ¿qué es lo que voy a entregar?", pues no se trata de lo que voy a entregar. Mire, el mayor problema no son las cosas, sino yo mismo, mi propia voluntad.
Qué debo recordar que tengo que rendir a él, de ceder mis derechos y decirle: "Ahora andaré en tu vida piadosa". Para poder hacerlo, Señor, aquí está mi vida. Entonces, la primera palabra es entrega. Ahora bien, la segunda palabra es sensibilidad...