Con Jesús en la Ultima Cena | James Smith | Predicas Cristianas
«Y habiendo tomado una copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros» (Lc. 22:17).
Introducción
GRATITUD. Lessing, considerado por algunos como uno de los más grandes pensadores del siglo XVIII, observó una vez: «Un solo pensamiento de agradecimiento al Cielo es la más perfecta oración».
DIFICULTAD ACTUAL.
1. Observemos. Él no solo tomó la copa, sino que luego dio gracias y la dio a otros.
2. La dificultad reside en persuadirnos a nosotros a tomar la copa, y luego conseguir nuestra gratitud, y luego que la pasemos a otros.
LOS MODALES DE NUESTRO SEÑOR EN LA MESA.
1. De paso, aquí tenemos un atisbo de los modales de nuestro Señor en la mesa.
2. Los judíos participaban generalmente de sus comidas de una manera seria y solemne, después de una solemne bendición y acción de gracias a Dios por su bondad.
3. Participar de comida sin dar gracias a Dios era considerado un sacrilegio.
4. Podemos decir casi con total certidumbre qué palabras exactas pronunció nuestro Señor.
a. La acción de gracias usual antes de participar de pan era: «Bendito seas Tú, nuestro Dios, Rey del Universo, que produjiste pan de la tierra».
b. Y antes de participar del contenido de la copa, decían: «Bendito seas Tú, nuestro Dios, Rey del Universo, el Creador del fruto de la vid».
ORIGEN DE LA ACCIÓN DE GRACIAS ANTES DE COMER.
1. Se reconoce generalmente que aquí tenemos el origen de nuestra actual costumbre de dar gracias.
2. ¿Das tú gracias?
3. En los hogares donde no se practica este deber, es a menudo la primera confesión de Cristo por el nuevo convertido.
4. La inclinación de la cabeza, no con un espíritu de ostentación, sino con una acción sincera y adoradora.
5. Se informa de que cuando un buen rey se dio cuenta de que sus cortesanos nunca daban las gracias, resolvió darles una lección. Recogió a un mendigo harapiento de la calle, y le dijo cómo debía actuar. El rey lo trajo a la mesa regia. Después de participar del maravilloso festín, se levantó, y, dejando atónitos a los cortesanos, se fue sin dar gracias al rey por su generosidad. Ante la expresión de ira por la ingratitud de aquel hombre, él les recordó cómo ellos habían tratado a su Padre Celestial.
Antes de proseguir, y mientras tocamos el tema de dar gracias antes de comer, hagamos una o dos observaciones.
a. No pidas al Señor que te dé un corazón agradecido: ¡qué ruin ingratitud! Dile que estás agradecido.
b. No es aconsejable dar una oración larga, porque la comida se enfriará. Una acción de gracias impresionante que oímos fue simplemente: «¡Te damos gracias!».
c. Evita dar gracias de una manera meramente formal. Jesús no repetiría la usual acción de gracias judía de una forma meramente formal.
LA PRÁCTICA HABITUAL DEL SEÑOR.
1. Pero esta acción de nuestro divino Señor era su práctica habitual.
2. No solo respecto a tomar las copas diarias en las comidas caseras, sino todas las copas que su Padre Celestial le daba.
3. Se tomaban cuatro copas en la cena de la Pascua.
a. Al comienzo.
b. Durante la cena.
c. La copa de bendición (v. 17).
d. Al cantarse el himno (v. 20).
4. Se mencionan tres copas en la Escritura. Una la bebió el Señor. Las otras dos podemos beberlas nosotros.
I. La copa de Indignación e ira (Sal. 75:8).
1. Es la copa a que se hace referencia en este Salmo y en Lucas 22:42.
2. La copa que nuestro Señor temía era la de indignación e ira.
3. En la mano del Padre había una copa, y el Salvador la tomó y bebió hasta sus amargas heces. Aquella copa no era de padecimiento físico, sino espiritual.
4. El doctor Pierson contaba una conmovedora historia tocante a la guerra entre Rusia y Circasia a mediados del siglo pasado.
5. El jefe profeta, casi adorado por sus seguidores, descubrió que alguien estaba revelando sus designios y planes al enemigo, y promulgó un decreto de que si el traidor era descubierto, le serían aplicados cien latigazos en la espalda desnuda.
6. Pocos días después se descubrió quién era, y para su asombro la culpable era su propia madre.
7. Se apartó para ayunar y estar aislado durante dos días, y saliendo luego pálido y lívido, ordenó que su madre fuese sacada de la tienda, y que le descubriesen la espalda para los azotes. Estuvo a su lado mientras que uno, dos, tres, cuatro, cinco de aquellos terribles latigazos desgarraban su carne, y luego mandó al verdugo que detuviera sus golpes, desnudó su propia espalda, y tomó los otros noventa y cinco latigazos sobre sí mismo, hasta que la carne colgaba a tiras.
8. Se cuenta que el efecto de esto fue electrizante. Sus seguidores quedaron conmovidos e incluso su madre quedó totalmente sometida, como nunca lo hubiese sido por la fuerza.
9. Jesús se adelantó.
a. Llevó todos los azotes que nos merecíamos nosotros.
b. Bebió esta copa que nosotros debíamos tomar como retribución de nuestra culpa.
10. Que nuestra oración sea:
«Oh, hazme comprenderlo,
Que pueda así asimilar,
Qué significó para ti, oh Santo,
Todo mi pecado llevar».
11. Pero Él bebió la copa de ira para que otra copa pudiera ser nuestra porción.
II. La copa de salvación (Sal. 116:13).
1. Pensando en la cruz, mi corazón clama: «¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?».
2. ¿Qué puedo hacer para mostrar mi gratitud?
a. Nuestra primera expresión de gratitud debería ser «tomar» (1) Porque antes que puedas comenzar a trabajar para Él, has de confiar en Él.
(2) Antes que nuestro Señor clamara «Bienaventurados», dijo «Arrepentíos».
(3) «Tomad»–te la ofrece a ti.
(4) Es un don–debemos ser sus invitados.
b. Tu segunda expresión de gratitud ha de ser «repartidla»–esto es, pasa la historia a otros.
3. Todo lo que has de hacer es tomarla, dar gracias–y pasarla a otros después de participar tú de ella.
4. «¿Hasta cuándo puedo beber?», preguntó una muchacha pobre a la que le dieron un vaso de leche caliente. Pertenecía a una familia pobre, y estas cosas habían de ser compartidas. Se quedó asombrada cuando le dijeron que podía beberlo todo.
5. Oh, bebe a fondo. Bebe mucho de su Salvación. Bebe, y vuelve a beber.
III. La copa de padecimiento (Mt. 20:22, 23).
1. Es bueno cuando las madres acuden al Señor en favor de sus hijos–como en el caso de la madre de los hijos de Zebedeo.
2. «A la verdad, mi copa beberéis»–no se puede escapar de ella.
3. La copa de padecimiento la comparten todos. El hombre nace para la tribulación como las chispas se levantan hacia el aire.
4. Pero la ventaja del cristiano por encima del mundano es que él acepta la copa de la mano amante del Padre.
5. En los días de nuestra infancia, la amarga medicina era mejor aceptada si nos la daba la mano amante del padre o de la madre en vez de la mano de un extraño.
¿CÓMO TOMAS LA COPA DE PADECIMIENTO?
1. ¿Cómo la tomas?
2. Una persona que conozco fue llamada hace un tiempo a pasar por un tiempo de dolor.
3. Mientras andaba por una calle muy activa, y pensando acerca de este texto, le vino la reprensión de manera repentina: «Tú has tomado la copa de padecimiento, pero nunca has dado gracias».
4. Jesús lo hizo, tomó la copa, y dio gracias.
5. Hay copas de frustración que debemos beber… Quedan destruidos los planes para tu servicio futuro. Se perturban los planes acerca de tus hijos. Se desmoronan los planes acerca de tu posición en la vida.
6. ¿Qué debemos hacer bajo estas circunstancias? Toma la copa y da las gracias.
DEMOS DOS AYUDAS PARA EL AGRADECIMIENTO.
1. No olvides las misericordias del pasado.
a. Mira la vida como lo hacía Gladstone.
b. Cuando le recordaron el dolor que había sufrido durante los últimos seis meses de su vida, dijo que no había razón alguna para olvidar que había gozado dos veces 86 semestres de una maravillosa ausencia de dolor.
c. Generalmente dejamos que un poco de sufrimiento borre de nuestra memoria los años de ausencia de dolor.
d. En la obra de Stanley, Vida de Arnold, tenemos un ejemplo similar. Habiendo caído enfermo de repente, su hijo entró en la habitación, y se sentó con su madre al pie de la cama. Entonces su padre le dijo en voz baja: «Hijo mío, ¡dale gracias a Dios por mí!». Como su hijo no se dio cuenta enseguida de qué quería decir, siguió diciendo: «Da gracias a Dios, Tom, por darme este dolor. He sufrido tan poco dolor en mi vida que pienso que es algo muy bueno para mí; ahora Dios me lo ha dado, y le doy las gracias de verdad por ello».
2. No olvides que esta amarga copa te la pasa una Mano Horadada.
Busca la gracia de la gratitud, para que puedas decir:
«Mi Dios, te doy gracias, que hiciste
La tierra tan esplendente,
De esplandor y gozo tan llena
De luz y de belleza; Tantas cosas gloriosas aquí hay
Nobles y rectas.
Gracias te doy más por cuanto mi gozo
Tocado está con pena;
Que sombras caen en las horas más brillantes,
Que espinas quedan Para que la gloria de la tierra mi guía sea,
y no mi cadena.
Porque Tú que conoces Señor cuán prontos
Nuestros pobres corazones son a anclarse,
Nos has dado gozos tiernos y veraces
Mas todos con alas, pasajeros;
Para que veamos, resplandeciendo arriba,
Más divinas cosas».