La pregunta que todo predicador debería hacerse cuando predica periodicamente, incluso en voz alta al pueblo de Dios. Dios nos Ama ¿y qué? ¿Qué debemos hacer al respecto?, simplemente vamos a casa y reflexionamos sobre el poder de Dios y sentimos un calorcito agradable en el corazón y exclamamos "Es tan maravilloso que Dios nos ama!"
No! la Biblia no nos da esa opción, la Biblia nos dice que debido al amor de Dios somos responsables por hacer algo, el Apóstol Juan fue el gran campeón del amor de Dios en el Nuevo Testamento, cuando comenzó a envejecer predicaba el mismo mensaje vez tras vez, y especialmente a su propia congregación, cada vez que se levantaba a predicar, predicaba sobre el amor de Dios.
Ocasionalmente un miembro impaciente de su congregación levantaba la mano y le decía "-Hermano Juan, usted ya ha predicado eso, ¿puede decirnos algo nuevo?" y respondía "Un mandamiento nuevo les doy, que se amen unos a otros" y entonces predicaba el mismo mensaje, predicaba sobre el amor de Dios cada vez que predicaba.
No estaba siendo senil ni había perdido un tornillo, simplemente entendía, quizás más profundamente que todos nosotros, que cuando se llega al final de la historia, al final solo una historia por contar, es la historia del amor de Dios y cómo nos afecta.
De hecho el amor de Dios nos afecta de tal manera que cambia todo en nosotros, si lo entendemos correctamente cambia nuestras relaciones personales y ¿qué es la vida sino relaciones personales? Cambia nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con otros creyentes, con los que nos rodean en el mundo, incluso con nuestros enemigos.
Esa es la naturaleza del amor de Dios, Dios nos amó antes a nosotros que nosotros a él, así como él nos amó debemos amar a los demás!
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