EL BUEN SAMARITANO Lucas 10:30-37
«A mí está ligado,
Porque el amor humano de extraños parientes hace»
INGELOW
Este intérprete de la ley, «queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?». El mundo nunca ha visto a nadie mejor capacitado para dar respuesta a esta pregunta que a Jesús. «Él sabía lo que había en el hombre.»
Hay bien pocos que no estén dispuestos a justificarse a sí mismos por su descuido de la misericordia (v. 37), que es lo que constituye una verdadera cualidad de prójimo. Ésta es una parábola querida por causa del Samaritano. Un hermoso reflejo de la misericordia de Dios en Cristo Jesús, entrando inesperadamente en contacto con un corazón destituido y alienado. Observemos aquí:
I. Una triple miseria. Se vio:
1. DESNUDADO de sus vestidos (v. 30).
Este hombre, bajando de Jerusalén a Jericó, una distancia de unos veintinueve kilómetros, cayó entre ladrones, y fue desnudado. Desde la caída de Adán, este mundo ha sido una guarida de ladrones.El negocio de cada hombre, más o menos, consiste en conseguir de los otros todo lo que le sea posible. Solo los enseñados por Dios pueden cuidarse no de lo suyo, sino del bien de los demás. Todos los que caen en las garras del pecado y de la iniquidad de cierto quedarán desnudos de su vestido de justicia y de su «vestidura de alabanza». El diablo sigue buscando a quien devorar.
2. HERIDO (v. 30).
Con toda probabilidad, recibió sus heridas en su desesperado intento de resistir a los ladrones. Nuestra propia fuerza e ingenio son una pobre defensa en contra de los repentinos embates del mal. Los moralmente heridos e incapacitados en las batallas de la vida se encuentran yaciendo por todas partes por los caminos del concurso humano. Es legión el nombre de los que se han hundido en los barrios bajos de las ciudades al serles arrebatada su reputación y al haber visto sus esperanzas y perspectivas heridas de muerte (Is. 1:6).3. MEDIO MUERTO (v. 30).
En esta miserable condición no podía hacer otra cosa más que esperar y orar. Esperar la compasión de algún corazón amante y el bondadoso toque de alguna mano compasiva. Ser tibio acerca de cualquier cosa es estar medio muerto para aquello. Con respecto a las cosas eternas, ¡cuántos están medio muertos y bien inconscientes de ellos! Rebeldes de corazón (cf. Apocalipsis 3:16). Pero no condenemos con nuestra soberbia a este pobre paria, porque si nosotros hubiéramos ido por el mismo camino podríamos habernos visto en el mismo apuro. Si hubiéramos ido por el camino de los que nacen y son criados en el barrio bajo de la ciudad, o en el negro paganismo, ¿acaso estaríamos nosotros en mejor estado que ellos?
II. Una actitud triple. En el Sacerdote, el Levita y el Samaritano vemos tres actitudes diferentes hacia los inermes e infortunados:
1. PERFECTA INDIFERENCIA.
«Un sacerdote… pasó por el lado opuesto del camino» (Lucas 10:31). Este sacerdote iba indudablemente de regreso a casa después del servicio en el Templo. Es muy puntilloso en el cumplimiento de su servicio ceremonial, y no pasaría nada por alto, pero un hermano necesitado y moribundo al lado del camino es indigno de su atención. «Pesado en la balanza y hallado falto de peso.» No se puede poner ninguna esperanza en la Ley.
2. CURIOSIDAD INTERESADA.
«Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó por el otro lado» (v. 32). Este hombre es un tipo de los que son inquisitivos, pero en absoluto compasivos. Quieren conocer, pero no quieren ayudar. Este levita podría dar un informe acerca de este pobre hombre al llegar a casa, y justificar su conducta carente de compasión diciendo que aquel lugar era demasiado peligroso para quedarse allí para levantar al caído. También por este mismo acto queda «pesado en la balanza y hallado falto de peso» (1 Juan 3:17).
3. SIMPATÍA PRÁCTICA.
«Un samaritano que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a compasión», etc (vv. 33-35). Aunque los judíos no tenían tratos con los samaritanos, este samaritano, en su misericordia, sí que estaba dispuesto a tratar con el judío medio muerto. Este es el meollo de la parábola.
Un hombre menospreciado muestra compasión, y en su misericordia salva a uno que vivía en enemistad contra él, manifestando así el amor de Dios en Cristo Jesús, que desciende a mostrar misericordia con un sacrificio de Sí mismo que mata la enemistad (Efesios 2:16).
El buen samaritano tiene las características del menospreciado Nazareno, que viene a buscar y a salvar lo que se había perdido.
- 1. «Vino cerca de él.» Cristo viene justo donde estamos. En nuestra condición de desnudez y malheridos como estamos no podíamos hacer nada por nosotros mismos (Romanos 5:6).
- 2. «Fue movido a compasión» (v. 33). Su corazón se movió hacia él. La Salvación de Cristo fue una obra de corazón. «Nos amó, y se entregó a Sí mismo por nosotros.»
- 3. «Vendó sus heridas, echándoles aceite y vino.» Aunque estemos llenos de heridas y llagas (Isaias 1), Cristo puede vendar y sanar (Lucas 4:18). Esto lo hace mediante el aceite de su Espíritu y el vino de su Palabra.
- 4. «Poniéndole sobre su propia cabalgadura…» Aquellos a los que el Señor levanta son también establecidos en su propio lugar. «Ahora somos hijos de Dios».
- 5. «Lo llevó a un mesón.» Los salvos del Señor encuentran asimismo refugio y nuevas amistades.
- 6. «Y cuidó de él.» En la Salvación de Cristo hay no solo una gran liberación, sino también una especial providenia (Ro. 8:28). Él tiene cuidado de vosotros.
- 7. Dejó una promesa en cuanto a Él (v. 35). Nuestro Gran Pastor ha dejado también suficiente para nuestras necesidades durante su ausencia en «preciosas y grandísimas promesas». «En cuanto lo hicisteis a uno de estos… a Mí me lo hicisteis.» «Yo te lo pagaré cuando regrese.»
La gran lección
Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplos para que sigamos sus pisadas. «Ve, y haz tú lo mismo» (v. 37).