El Evangelio y el Pan de la Palabra
Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. 1 Pedro 1:25
Las cosas de este mundo son perecibles, envejecemos y morimos, las ropas con el tiempo se deterioran si no las cuidamos, se apolillan, las casas al pasar de los años si no se restauran deben ser demolidas; un plato de comida luego de unas horas se malogra, en fin todo se deteriora, tiende a morir y a desaparecer. Pero hay algo que no se se apolilla, ni se oxida, ni muere, ni pasa de moda: la Palabra del Señor.
Por tanto nosotros que somos seres frágiles, susceptibles al deterioro, la enfermedad y la muerte, ¡Qué mejor que acercarnos a la Palabra de Dios que nos da vida eterna! Nos ofrece la esperanza eterna pues no sólo nuestro cuerpo se deteriora, también el ánimo con el tiempo va decayendo por las duras experiencias de la vida, entristecemos, a veces nos ponemos pesimistas, negativos y lo que mejor puede darnos vida en ese aspecto es la Palabra de Dios.
El Evangelio es el mensaje que Jesucristo trajo desde los cielos, una Palabra nacida en el mismo corazón de Dios que tanto ama al ser humano y tiene misericordia de él, al verlo tan desvalido, tan expuesto, tan deteriorado por el pecado.
Esta maravillosa creación de Él que es el ser humano al cual Dios dejó en este planeta para administrarlo, cultivarlo y para conocerlo a Él y conocer Su amor, Su misericordia y Su Gracia.
"15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase." (Génesis 2:15)
El Evangelio es un mensaje sencillo y profundo que nos transmite el deseo de Dios de recibirnos como auténticos hijos Suyos, para lo cual nos llama con especial amor mediante la vida, la muerte y la resurrección de Su Hijo Jesucristo. Nos llama a arrepentirnos y creer en Él para vivir, morir y resucitar con Cristo cada día y en la eternidad.
"14 Después que Juan [el Bautista] fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." (San Marcos 1:14,15)
"12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." (San Juan 1:12,13)
Por medio del Evangelio, el mensaje de Cristo y de los apóstoles, nos ha sido anunciada la Palabra de Dios.
"11 Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. 15 Mas la que cayó en buena tierra, estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia." (Lucas 8:11,15)
En el Evangelio se nos dice que esta palabra es una semilla sembrada en nuestro corazón que crece en nuestro interior y trae mucho fruto: virtudes, obras y nuevas vidas. Esa semilla produce vida en nosotros, como un árbol da fruto a ciento por uno.
En el Evangelio el Señor, en esa contienda que tiene con Satanás en el desierto, nos enseña que Su Palabra es como el pan cotidiano, un alimento diario para nuestra vida pues "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." (Mateo 4:4)
También en el Evangelio, Jesús nos muestra que esa palabra es algo más que un sonido o un grafismo escrito en el suelo, en un papiro o en un libro. Esa Palabra viene de Dios y, si Dios es Espíritu, esa Palabra también es espiritual, esa Palabra es espíritu. Esa palabra tiene una fuerza intrínseca de Dios, una fuerza superior, sobrenatural, es poderosa:
"El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida." (Juan 6:63)
A través de la Palabra de Dios se manifiesta la vida. Por eso cuando el Señor nos llama y nos convertimos a Él esa Palabra nos resucita a una vida nueva, nos vivifica, nos santifica. Dios trabaja por medio de Su Palabra y Su Espíritu Santo en la vida del creyente.
En la conversión la semilla de la Palabra de Dios es sembrada en nuestra alma, dice "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." (Romanos 10:17)
No puede haber evangelización sin la Palabra, no puede haber conversión sin la Palabra, no puede haber edificación y crecimiento espiritual sin la Palabra. No puede haber salvación sin la Palabra del Evangelio de Dios.
¡Cuán necesario es que los seres humanos escuchen o lean la Palabra de Dios! No como un libro cualquiera o una enseñanza añeja, religiosa o poco científica sino como un texto fresco y vivo, nacido en Dios, que proviene de Él y absolutamente vigente.
"20 Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. 21 No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; 22 Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo." (Proverbios 4:20-22)
En todo tiempo es necesario que alimentemos nuestra alma con la Palabra diariamente, no importa si no hacemos un estudio bíblico acucioso, pero basta con leer algunos versículos de la Biblia o escuchar una meditación sobre la Palabra de Dios para alimentar el alma porque estamos hambrientos.
Nuestra alma y espíritu están hambrientos de Dios, de lo eterno y eso es satisfecho solo por medio de la Palabra de Dios que es espíritu y vida, es alimento y es semilla.
"5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; 7 y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite." (Lucas 11:5-8)
El vecino imprudente en la parábola de Jesús golpeó en la madrugada a la casa de su vecino porque habían llegado visitas; no tenía con qué atenderles y le pidió tres panes. Por su insistencia el vecino se levantó y le dio esos tres panes. Son los panes que necesitan todos para alimentar sus vidas.
Necesitamos el pan de la fe, creer en Dios, creer que existe un mundo sobrenatural más allá de esta materia, que este universo visible ha sido hecho por lo invisible.
El otro pan que necesitamos para alimentar nuestra vida espiritual es el pan del amor. Si no hay amor en la vida de una persona, su corazón se seca, su alma muere, necesitamos el amor más allá del amor de los padres, el amor fraternal o el amor matrimonial, el amor de pareja; por sobre todas las cosas necesitamos el amor de Dios.
Ese amor es un pan exquisito que vitaliza nuestra vida, da un sentido a la existencia y nos proyecta más allá de esta realidad. Ese amor podemos compartirlo también con la Humanidad, es un amor superior, es el amor "ágape".
El tercer pan que necesitamos para alimentar nuestra vida y la vida de nuestras visitas, amigos, hermanos, familia, es el pan de la esperanza. Quien no tiene esperanza es el más triste de los seres porque está en la oscuridad y no ve salida para su vida.
Tenemos la esperanza de la eterna salvación, la esperanza de salir un día de este mundo y entrar en un mundo sobrenatural luminoso y feliz junto a Dios, Sus ángeles o los hermanos que han partido antes que nosotros.
Queridos hermanos: Por el Evangelio de Jesucristo ha llegado a nosotros la bendita Palabra de Dios. Los animo a buscar cada día el alimento espiritual contenido en ella para que crezcáis en paz, fe, amor y esperanza.