En la Navidad, Celebramos la llegada del Príncipe de Paz | Predica de Navidad de Tony Hancock
Se abría un nuevo negocio, y uno de los amigos del dueño le envió flores para felicitarlo por el logro. Cuando llegaron las flores, para la gran sorpresa del dueño, venían con una tarjeta que decía: En paz descanse. Sorprendido, el hombre llamó a la florería para preguntar qué significaba esto. El florero se disculpó. Lo siento muchísimo, señor, le dijo. Hubo una confusión aquí en la florería. Pero ¡imagínese cómo se sentirá la gente que se encuentra en un funeral con un arreglo que dice, ¡Felicidades por su nueva ubicación!
Como sucedió en esta anécdota, muchas veces existe confusión acerca de la paz. ¿Qué significa tener paz? ¿Cómo la podemos conseguir? Algunos sólo tienen paz cuando están tranquilos, sin preocupaciones ni interrupciones. Los momentos de paz en la vida, para ellos, son muy contados.
Otros ven las guerras que suceden alrededor del mundo y preguntan: ¿Cuándo tendremos paz? Es una buena pregunta. Debemos hacer todo lo que podamos para evitar la guerra, pero la humanidad ha sido bélica durante toda su existencia. Alguien tendría que venir de afuera para traernos paz.
En la Navidad, celebramos la llegada del Príncipe de paz. Es el cuarto título que Dios dio a su Hijo por medio del profeta Isaías. La Biblia nos demuestra cómo es la verdadera paz que podemos conocer por medio de Jesucristo. Comencemos leyendo la profecía de Isaías 9:6.
"Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz".
Hoy queremos entender lo que significa este título: Príncipe de paz. ¿Cuál es la paz que Jesús nos ofrece? ¿Cómo la podemos conocer?
En primer lugar, la Biblia nos enseña que Jesús, nuestro Príncipe de paz, nos trae paz con Dios. Observa lo que dice Romanos 5:1: "En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Cristo vino para darnos paz con Dios".
La guerra más destructiva de todas es la rebelión de la humanidad contra Dios. Cuando Adán y Eva decidieron creer las mentiras de Satanás, se opusieron a Dios y trataron de establecer un reino competidor al suyo. Trataron de independizarse de su Creador y Rey. Todos hemos nacido formando parte de esa humanidad rebelde, y hemos desobedecido al que nos dio la vida.
Dios podría habernos destruido en ese momento. Habría sido una guerra muy corta. ¿Sabes cuál fue la guerra más corta en la historia del mundo? Fue una batalla entre el Reino Unido y la isla africana de Zanzíbar que tuvo lugar el 27 de agosto de 1896. La batalla duró 38 minutos, y fue una derrota absoluta para las tropas zanzibaríes. ¡Imagínate una guerra de 38 minutos!
Pero si Dios lo hubiera deseado, nuestra guerra contra él podría haber sido aún más corta. En un instante él podría haber destruido por completo toda la humanidad. Es por él que vivimos. Con sólo un pensamiento, nos podría quitar la existencia y dejarnos como un recuerdo nada más.
Lo increíble es que Dios, en su amor, no hizo eso. Más bien, él decidió ofrecernos la oportunidad de reconciliarnos con él. Bajo condiciones normales, los perdedores de una guerra tienen que pagar indemnizaciones a los ganadores. Después de la Primera Guerra Mundial, el país de Alemania se vio obligada a pagar $33 mil millones en indemnizaciones.
Lo maravilloso de Dios es que él mismo pagó nuestra indemnización. Nuestra gran ofensa contra él tenía un precio incalculable, pero él lo pagó cuando Jesús murió en la cruz por nosotros. La cruz de Jesús es el acuerdo de paz entre Dios y todos los que se refugian bajo su sombra. Es el pago completo de todo lo que le debemos a Dios a causa de nuestro pecado y nuestra rebelión.
Cuando veas a ese bebé acostado en el pesebre, recuerda siempre que él nació y creció para ofrecerse en la cruz por nuestros pecados. Si has puesto tu confianza en él, si te has entregado a él por fe, tienes paz con Dios. Cada vez que te sientes rechazado, recuerda que tienes paz con Dios por medio de Jesús. Cada vez que el enemigo te recuerda tu pasado, recuerda que tienes paz con Dios por medio de Jesús, el Príncipe de paz.
Pero Jesús no sólo nos trae paz con Dios. En segundo lugar, nos trae la paz de Dios. ¿Crees que Dios vive en paz? ¡Claro que sí! Nada puede preocupar a Dios. Él está en control de todo. Nada puede quitarle la tranquilidad. Y él comparte esa paz con nosotros, por medio de Jesús.
En Filipenses 4:6-7 leemos esto: "No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús". Jesús vino para que pudiéramos conocer, por él, la paz de Dios.
Vivimos en un mundo inseguro y peligroso. Sin embargo, podemos vivir en paz y seguridad si conocemos la paz de Dios por medio de Jesucristo. ¿Cómo podemos experimentar esa paz? Esa paz la tenemos cuando comprendemos que Jesús nos ama y que él está en control de todo lo que sucede. Él ya derrotó a nuestro enemigo, así que podemos confiarle toda nuestra vida.
Hace algunas décadas, una pareja de recién jubilados buscaba dónde pasar sus últimas décadas en paz. Dedicaron muchas horas a investigar las diferentes opciones, y finalmente escogieron unas islas al sur del mar Atlántico. El lugar era verde, tranquilo, con más ovejas que gente, un territorio británico que estaba lejos de todo.
Se mudaron, con grandes expectativas de disfrutar de la paz del lugar. Su nuevo hogar quedaba en las islas Malvinas, y poco después de llegar allí, Argentina intentó recuperarlas de Gran Bretaña. Su remanso de paz se convirtió en una zona de guerra. Su experiencia demuestra lo que sucede cuando buscamos la paz en este mundo. Hasta el lugar más tranquilo se puede volver violento.
Por eso, la única paz segura es la paz de Dios. Esa paz no depende de lo que sucede, del lugar donde nos encontremos o de las posesiones que tengamos. La paz no es la ausencia del peligro, sino la presencia de Dios. En él podemos encontrar la seguridad de que todo estará bien.
Jesús es el Príncipe de paz que ha venido para traernos paz con Dios. También es el Príncipe de paz que ha venido para traernos la paz de Dios. En tercer lugar, Jesús nos traerá la paz en Dios. En su primera venida, por su cruz, él hizo la paz con Dios. Por su presencia en nuestras vidas, nos da la paz de Dios. Pero un día, él volverá para destruir a sus enemigos y traer paz al mundo.
Isaías 9:7 nos habla de esto. Dice: Se extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del Señor Todopoderoso.
Esta profecía ya se está cumpliendo en la extensión del evangelio alrededor del mundo. Cada vez que una persona se entrega a Jesús, se extiende su soberanía. Es más, Jesús nunca dejará de reinar. Pero la Biblia nos enseña que la paz que Jesús ha venido a traer no es sólo espiritual. Un día, él volverá para reinar física y personalmente sobre la tierra. Ese día, vivirán en paz todos los que se han entregado a él ahora.
Apocalipsis 20:1-3 nos habla de este tiempo, conocido como el milenio. Dice esto: Vi además a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. 2 Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. 3 Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después habrá de ser soltado por algún tiempo.
Algunas personas creen que estos versículos se refieren al gobierno espiritual de Jesús sobre la tierra ahora, pero estoy convencido de que se refieren al gobierno de paz que él establecerá sobre la tierra después de su segunda venida. Durante ese tiempo, reinaremos con él y disfrutaremos de este mundo como debía ser desde un principio.
Imagina lo que será tener un gobierno sin corrupción, sin política, sin egoísmo. Así será el mundo cuando Jesús reina. Y después, cuando entremos a la eternidad, todos los creyentes viviremos en un mundo nuevo donde él reinará para siempre. De esto nos habla Apocalipsis 21:1-4.
"Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. 2 Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. 3 Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. 4 Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir".
¡Qué cosa más maravillosa! Viviremos para siempre en una ciudad perfecta, limpia, alegre, pacífica, pura, con Dios al centro de todo. Por medio de Jesús vendrá esta paz eterna, no sólo para nuestras almas, sino para nuestros cuerpos resucitados. Alguien podría preguntar: Si esto va a ser tan maravilloso, ¿por qué no regresa Jesús de una vez?
La respuesta se encuentra en 2 Pedro 3:9. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Un día, todo esto sucederá. Viviremos en paz perfecta.
Pero mientras tanto, Dios nos está dando otra oportunidad para prepararnos y estar bien con él. También nos está dando otra oportunidad para compartir el evangelio de la paz con otros que la tienen que escuchar. Un día nos espera este gran mundo de paz, pero hoy es el día de reconciliación con Dios. Hoy es el día para compartir el evangelio. Hoy es el día de preparación.
En esta Navidad, Jesús te invita a conocerlo como Príncipe de paz. ¿Tienes paz con Dios? Si no la tienes, ven hoy en fe a Jesús. Entrégate a él. Pon en él toda tu confianza. ¿Tienes la paz de Dios? Si no la tienes, entrégale hoy tus preocupaciones. Dale en oración cada cosa que te estorba, y deja que tu paz llene tu corazón.
¿Esperas la paz en Dios? Mientras esperamos la llegada del mundo perfecto que Jesús traerá, podemos trabajar para mejorar este mundo. Podemos amar, compartir el evangelio y ayudar a los que nos rodean. La esperanza en Jesús nos da las fuerzas para trabajar mientras esperamos su regreso para traer la paz perfecta. Jesús es el Príncipe de paz que todos necesitamos.