He escuchado a personas decir que debemos tener fe. Pero en realidad no siempre entiendo lo que quieren decir con eso. ¿Por qué necesito tener fe? Yo he aceptado todas las doctrinas de la iglesia. Para mí son claras, ¿por qué entonces tengo que tener fe en algo que me resulta completamente claro? La realidad es que no tenemos que tener fe en lo que vemos o entendemos. Mas bien se requiere fe para las cosas que no vemos ni entendemos.
Lo más difícil de entender para las personas promedio es creer que Dios me puede dar victoria sobre mi orgullo, egoísmo, lujuria, amargura y crítica, y en su lugar convertirme progresivamente, en una persona abnegada, amante, bondadosa y pura.
El motivo por el cual hay tantos que combaten el concepto de la perfección es simplemente porque no creen que Dios puede hacernos perfectos en esta vida. A pesar del hecho de que las Escrituras prometen en 1 Pedro 5:10,11, que el Dios de toda gracia nos perfeccionará. Nos complace decir que esto es imposible. Nuestra incredulidad nos hace resistir el concepto de ser perfectos y hasta resistir lo que Dios está tratando de hacer en nuestras vidas.
El pecado más grande que podemos cometer contra nuestro Dios Todopoderoso es el pecado de la incredulidad. Pensar que el Dios que creó desde el planeta más extraordinario, hasta el insecto más insignificante, que sostiene las galaxias... nuestro Dios ante cuya presencia los ángeles exclaman continuamente Santo, Santo, Santo, es incapaz de perfeccionarnos, es un insulto a su majestad y poder soberanos.
Sí, creemos que Jesús dió vista a los ciegos, hizo andar a los paralíticos y hasta resucitó muertos. Pero de alguna manera, no podemos creer, o lo que es peor, no queremos creer que “Él” nos puede dar un nuevo corazón, y eliminar los pecados que nos están volviendo locos en nuestras vidas! Los que se pierdan serán aquellos que no hayan creído, o que hayan rehusado aceptar el más grande de todos los milagros, que es tener un nuevo corazón.
Hablando en cierta ocasión con un compañero pastor, comentábamos acerca del mayor de los milagros. El comentaba el por qué no eramos capaces de hacer milagros de sanamiento y de resucitar muertos como hicieron Jesús y sus discípulos. “Por supuesto”, dijo él, “yo sé que el mayor de los milagros es el nuevo nacimiento, pero...”. Yo le interrumpí diciendo: “¿Te has dado cuenta de lo que acabas de decir? Has dicho que el mayor de los milagros es el nuevo nacimiento, pero....”. Hermanos, no estoy seguro, que en nuestro fuero interno estamos convencidos de que, sin excepción, el nuevo corazón que Jesús nos da es el mayor de los milagros.
De alguna manera seguimos convencidos de que la curación física es más urgente y grandiosa que la curación espiritual. Pero déjenme decir algo que rara vez tomamos en cuenta, y es que todos los muertos que Cristo resucitó, volvieron a morir, y todos los enfermos que sanó con el tiempo se volvieron a enfermar y murieron, pero la curación espiritual que Jesús concedió a María Magdalena, a Pedro, y a la mujer samaritana, y a millones de otros a través de las edades, durará por toda la eternidad!
El mayor enemigo del poder de Dios obrando en nuestras vidas es la incredulidad. No olvidemos que Jesús es el que nos perfecciona. Lo único que podemos hacer es permitir que eso suceda en nuestras vidas. No hay duda que cuando empezamos a hablar de perfección en la vida cristiana, por lo general eso termina con una pelea mental a puñetazos.
No hay nada malo en el concepto de la perfección, o de ser perfectos en algunas cosas. Muchos anhelan tener una figura perfecta, realizar un trabajo perfecto, o jugar un juego perfecto. El problema que tenemos con el asunto de la perfección en la vida cristiana es cómo obtenerla.
Muchos que anhelan lograr la perfección en la vida cristiana le dan al concepto un mal nombre porque se proponen perfeccionarse a sí mismos. Podemos reconocer a las personas que están tratando de perfeccionarse a sí mismas. Por lo general se salen de sus casillas y tratan de envolver a todos los demás en su locura! A menudo son personas con las cuales es difícil llevarse o con las cuales convivir. Pero aquel que está permitiendo que Cristo obre en su vida y la conduzca a la perfección es una persona a quien nos gozamos en tratar.
Las Escrituras dicen que cuando la conducta del hombre agrada a Dios, el Señor hace que hasta sus enemigos estén en paz con él. De paso, los que creen en la perfección y tratan de perfeccionarse a sí mismos, tarde o temprano fracasan y muchas veces acaban siendo peores que cuando empezaron.
Volviendo al tema de la fe, el asunto no es si Dios llama a su pueblo a ser perfecto o no. El lo hace desde el Génesis hasta el Apocalípsis. La cuestión es un simple asunto de fe. ¿Creemos que él lo hará o no? Y entonces permitirle que lo haga por nosotros y en nosotros.
Las Escrituras dicen que en algunas ocasiones Jesús no sanó a muchas personas porque ellos no tenían fe. Esto es por lo que, de nuestra parte, la fe es la base de la vida cristiana. El pecado fundamental que cometemos contra Dios en este tiempo de gracia y perdón abundante es el pecado de la incredulidad.
Los que se pierdan, no se perderán porque nacieron con la tendencia a pecar, sino porque rehusaron creer que Dios podía restaurarlos. Ellos sabían que eran pecadores, pero optaron por seguir sus vidas pecaminosas. Los doce espías condenaron a una generación a la muerte cuando dijeron “no se puede”.
Dios no está tratando de hostigarnos ni de intimidarnos cuando nos llama a vivir una vida perfecta. Cuando él nos llama a una vida santa él nos ofrece a llevar a cabo (conseguir propósito) en nuestras vidas, si creemos y permitimos que suceda. Génesis 17:1-3: Dios nos amonesta a andar delante de él y ser perfectos. Los que lo hacen, los que de hecho andan delante de Dios, encontrarán que lento pero seguro, irán cambiando poquito a poco a su misma imagen.
Puede ser que en este punto algunos estén pensando: “Cuando usted habla de ser perfecto o de la perfección, ¿a qué se refiere? Antes de yo aceptar el concepto de perfección, debo entender todas sus ramificaciones”
Para serles sincero, no estoy seguro de si alguno de nosotros puede entender todas las ramificaciones del llamado a la perfección. La Biblia dice que todavía no parecemos lo que hemos de ser. Pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes a él porque le veremos como él es.
Abrahán creyó a Dios y salió sin saber dónde iba (Heb. 11:8). En la vida cristiana es fatal tratar de entender antes de obedecer. Primero debemos obedecer si es que alguna vez vamos a entender. Los que obedecen a Dios son los que entenderán. Los que no obedecen hasta que entienden, seguirán siendo desobedientes, y nunca entenderán. Ojos no han visto, ni oídos han oído ni han entrado en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. Mis amigos, esto no es sólo hablar del cielo. ¿Aceptaremos esto, lo creeremos y subiremos a bordo? Entonces diremos como el apóstol Pablo: “Yo sé en quien he creído... y estoy persuadido que es capaz.
Mi nietecita usa una camisita que dice” “Mi nombre es NO-NO”. Para muchas personas ser cristianos es también No-No. Muchos consideran que la vida cristiana es un asunto de lealtad a la iglesia. Sus vidas y sus estilos de vida reflejan su percepción de lo que la iglesia espera de ellos. Muchos son simplemente víctimas de la influencia de la sociedad. Así como muchos jóvenes se adaptan a las expectativas de sus amigos, muchos de nosotros hemos estado conformándonos a las expectativas de la sociedad, que en este caso es la iglesia.
Ahora bien, yo sé que parece que lo que hacíamos era porque se pensaba que fue en base de la Biblia y el Espíritu de Profecía. Pero muchos no aceptan esto como verdad. Sus vidas cristianas y sus estilos de vida eran el resultado de la presión ejercida por la iglesia. Digo esto porque la Biblia y el Espíritu de Profecía no han cambiado, lo que ha cambiado y sigue cambiando son las expectativas que la iglesia como sociedad, tiene para sus miembros.
Estamos viviendo en el punto mas crítico de nuestra reciente historia espiritual. La sociedad de la iglesia, si quiere decir, esta re-escribiendo la Biblia y el Espíritu de Profecía. Lo cierto es que la Biblia y el Espíritu de Profecía no se pueden re-escribir, solo pueden ser interpretadas y entonces se decide que papel tendrán en nuestras vidas y nuestro estilo de vivir.
Esto que digo podría parecer una herejía, pero en muchas de las aplicaciones prácticas, en las vidas de la mayoría, la Biblia y el Espíritu de Profecía están siendo menos apreciados. Nunca olvides la importancia de la Palabra de Dios siempre es una decisión consciente de parte del cuerpo de la iglesia en cualquier generación a través de la historia.
Puede ser que esto no le parezca bien a algunos, pero en general los medios de información popular están haciendo más para conformar las actitudes y los estilos de vida de la mayoría de los cristianos en la actualidad, que la Palabra de Dios. Ya no es asunto de lo que dice la Biblia, sino de lo que usted piensa o de como usted siente en cuanto al asunto. O lo que la sociedad piensa.
Lo bueno y lo malo es ahora prácticamente un asunto de llegar a un consenso entre nosotros mismos, una clase de moral establecida por las firmas de encuestas. Lo malo y lo bueno en cuanto a algo es asunto de cómo nos sentimos en cuanto a eso, o de lo que creemos que es correcto o no. No, la Biblia y el Espíritu de Profecía no están siendo re-escritos actualmente, sino definitivamente están siendo re-interpretadas, y su impacto en la vida de muchas personas ha disminuido.
Y entonces, qué podemos hacer. ¿Está todo perdido? No, no todo lo esta. Recibe a el que es la palabra hecha carne... Los que lo han aceptado saben que el ha hecho planes para conformarlos a la imagen de su hijo, por lo tanto, cada uno de nosotros estamos ahora siendo llevados a una crisis o una prueba espiritual.
Suena ridículo, pero fue posible en tiempos pasados ser un cristiano aceptable sin haber sido nacidos de nuevo, y tener a Cristo como Señor de nuestras vidas. Uno simplemente se disciplinaba a si mismo, y como miembro de cualquier club, cumplía las reglas y entonces, era considerado un buen miembro.
El miembro promedio fue influido por la sociedad. Primero en la iglesia, luego por la moral y las normas de la cultura y de la sociedad, que reflejaba los valores judeocristianos, y los parámetros del estilo de vida. Pero... mis amigos, aquellos días ya pasaron. En nuestra sociedad actual, todo se permite, y esto ha impactado la perspectiva de la iglesia sobre la vida y el estilo de vida. Como consecuencia, la persona de esta época que no se dedica completamente a Jesucristo como su Salvador personal, la persona que no reconoce la Palabra de Dios en el pasado y el presente, como la guía autoritaria de la vida, simple y tristemente, no va a sobrevivir espiritualmente. De paso, en muchos casos lo primero que tiende a sufrir es el matrimonio.
Pero entonces, volvamos al asunto de mi nombre es “No, No”. Yo creo que cuando la condición de la persona es ser un cristiano “No, No”. El apóstol Pablo diría, que esta persona vive bajo la ley.
Creo que esta fue una de las cosas a las que se refería el apóstol Pablo cuando dijo “Por la ley es el conocimiento del pecado. Yo no sabía que matar era malo hasta que la ley dijo No matarás. El comienzo del camino al cielo no es un “No”, sino un “Si”. Es acerca de vivir una vida santa lo que es evidencia de que Jesús nuestro Salvador, mediante su Espíritu esta moviéndonos hacia adelante haciendo la perfecta voluntad de Dios.
En antes, muchos de nosotros estábamos dejando que otros pensaran por nosotros en el sentido espiritual. Sabíamos que no se supone qué haríamos y hasta cierto punto, lo que estábamos supuestos a hacer, pero nunca sabíamos por qué.
En el pasado cumplíamos con los reglamentos de la iglesia pero no sabíamos, ni la mayoría se preocupaba por descubrir cuáles eran los principios, o las bases sobre las cuales se basaban nuestras vidas ni nuestros estilos de vida.
Ahora estamos confrontados con la necesidad de conocer los principios. El enfoque en aquellos días fue los Diez Mandamientos. Pero los Diez Mandamientos no lo llevan a uno a ninguna parte. Ellos nos dicen cuando estamos fuera del camino. Esto es importante y completamente necesario... Espero, no se confunda. Déjeme explicarle. Necesitamos saber lo que no se supone que hagamos, pero igualmente importante, es lo que se supone que hagamos.
Para el cristiano, su senda a la vida santa debe, me parece, estar influenciada por: Fil 4:8, el sermón del monte y 1 Cor. 13. Lo que estoy diciendo es que me parece que la perfección no es sencillamente la ausencia del pecado. Sino como fuimos creados para glorificar a Dios, la perfección es un proceso mediante el cual crecemos más y más en aptitud y práctica en la vida cuyo foco y detalle es producir gloria a su nombre.
Quizás estoy equivocado, pero podría ser que no debiéramos enfocarnos simplemente en lo que es moral o inmoral. Después de todo, la sociedad ha asumido el papel de decidir lo que es. El asunto que debe ocuparnos primero es ¿tiene mi vida su centro en Jesús? ¿Y es el propósito de mi vida hacer su voluntad?
Déjenme explicar lo que quiero decir. Hay una diferencia, una gran diferencia en enfocarse en preguntar que es lo malo con esto o con otro. Puede ser que no haya nada inmoral en cuanto a cierta cosa en particular. Puede ser sencillamente que no es para la gloria de Dios y su voluntad para nuestra vida. Hasta puede ser legal, pero no expediente.
Los que usan un estandarte moral para sus vidas, a menudo se salen del camino porque están viviendo en base de probar y errar. Ellos llegan pronto a creer que el nombre de Dios es No No, en lugar de disfrutar haciendo su santa voluntad.
Dios es el que nos hace perfectos. Siendo el un Dios perfecto, cómo es que no desea menos que tener un pueblo perfecto? Pero nunca nos fuerza a serlo. El no puede hacer por nosotros lo que nosotros, no queremos o creemos, que es posible. Lo que Dios desea para nosotros, debemos desearlo para nosotros mismos.
Sí, Dios quiere que seamos perfectos. Pero si nosotros no creemos que es posible, será de hecho imposible para nosotros. Recordemos que Jesús no sanaba a los enfermos que no tenían fe. Dios esta llamando a su pueblo en cada nación, y en cada cultura a ser perfectos, a ser un pueblo santo. Muchos han rechazado la idea o han tenido una experiencia mala con eso, o no creen que esto sea posible.
Pero la perfección como concepto no va a desaparecer, porque en cada nación, entre gente de todos los idiomas y culturas, esta apareciendo por todas partes, un pueblo que esta diciendo “sí Señor, lo creo” sigue adelante, obra el querer y hacer de acuerdo a tu santa voluntad. No se que pienses en el asunto de ser perfecto. Personalmente, Me conmueve saber que no tengo que ser esclavo del mal genio, el orgullo, el egoísmo o la impureza.
Personalmente estoy contento de saber que nuestro Dios es capaz de evitar nuestra caída y que eventualmente nos presentará sin falta delante de la presencia de su gloria, con un gozo abundante. Rehúso a aceptar lo anormal, como si fuera normal.
Personalmente creo que el que dio vista al ciego, e hizo caminar al cojo, y resucitó muertos, puede darme un nuevo corazón, y hacer una obra perfecta en mi vida. No entiendo como funciona esto, pero Señor, lo creo.
¿Donde empezar nuestra ruta hacia la perfección? La respuesta es mediante la fe. Empecemos a decir “Señor, yo creo”. Quizás los que lean este sermón necesitarán orar como el hombre que vino a Jesús para solicitar sanamiento de su hijo. El dijo “Señor, creo, ayuda mi incredulidad”. Y si esta es la oración que tu necesitas hacer, espero que la expreses ahora.