Navidad es el reencuentro de Dios con la humanidad caida, es la iniciativa de Dios, pero ahora nos toca a nosotros saber darle la bienvenida a Cristo, es necesario que los humanos hagamos algunos arreglos. No recibimos a Dios como espectadores, sino como hospedadores.
¿Cuáles son esos “arreglos”, esos “preparativos” para recibir a Dios? ¿Cuál es la actitud que Dios espera encontrar en nosotros, para poder entrar en nosotros?
El libro de Isaias puede ayudarnos a responder esta pregunta: es el libro más mesiánico, es el libro de la espera y la esperanza, es el libro que narra la condición de un pueblo que mucho se parece a la nuestra hoy.
En Navidad Dios viene a nosotros. Si queremos recibirlo, necesitamos preparar el corazón, preparar la fe, preparar el entendimiento.
1. PARA RECIBIR A DIOS NECESITAMOS RECORDAR SUS OBRAS EN EL PASADO. Vs. 1-4
El profeta está desanimado, y decepcionado. Todo está en ruinas y hasta su fe está en ruinas.
Pero hay algo que puede ayudar al profeta desanimado: la memoria. Cuando no tenemos esperanza podemos apelar a la memoria y la memoria despertará la esperanza.
• Es el Dios que obró con Abraham, aquel arameo errante del cual formó una nación
• Es el Dios que obró con Sara, Rebeca y Raquel, las tres mujeres estériles.
• Es el Dios que obra con Moisés, liberando a Israel de Egipto abriendo y cerrando mares.
Entonces si Dios ha obrado en el pasado, ¿por qué no la va a hacer hoy? Si Dios no perdió el control en el pasado, ¿por qué lo perderá en el presente?
2. PARA RECIBIR ADIOS NECESITAMOS RECONOCER NUESTRA NECESIDAD DE EL vs. 5-7
Muchas veces Dios llega a nosotros pero no le recibimos porque creemos que no lo necesitamos.
• O porque somos demasiados fuertes, jóvenes, racionales, santos, le decimos: " No te necesito, no por ahora.”
• O porque nos creemos demasiado pecadores, indignos, “caso perdido”. Le decimos “No te necesito, ya no hay arreglo para mi....”
En la Biblia hay dos ejemplos de personas que no pudieron recibir a Dios en sus vidas, porque se sentían demasiado buenos o demasiado malos: el fariseo y Judas. El primero no necesitaba a Dios porque todo estaba en orden en su vida. El segundo porque todo estaba perdido en su vida.
No importa lo que pienses de ti mismo, ni de tu problema, ni de tu vida, ni si es demasiado temprano o demasiado tarde: todos necesitamos convertirnos a Dios, y recibirle cuando el viene a nosotros.
Necesitamos hacer la misma pregunta del profeta: ¿cómo podré ser salvo?.
3. PARA RECIBIR A DIOS NECESITAMOS TENER UNA IMAGEN BIBLICA DE DIOS.
Muchas personas se cierran a Dios porque tienen una imagen distorsionada de Dios.
• Cuando Dios viene a ellas creen que viene como el Dios severo y cruel, que nos quiere ver sufrir. Entonces se cierran a Dios.
• Otros esperan a un Dios bonachón, inofensivo, al que todo le da igual y acepta cualquier cosa de nosotros. Entonces se abren a ese Dios, pero no pasa nada, porque recibieron una caricatura de Dios.
Hay dos imágenes muy ricas que nos ayudan a conocer al Dios que vamos a recibir:
• El Dios Padre: En la familia judía, el padre es el dueño, pero no un dueño para explotar, es el dueño que cuida, protege, enseña y defiende.
• El Dios Alfarero: un artesano, artista, un creador, que trabaja la arcilla con sus manos y que si se cae la restaura.
Estas dos imágnes: Padre y Alfarero, corrigen nuestras imágenes distorcionadas de Dios, del Dios distante de las catedrales, del Dios transigente al que todo le da igual.
Si vamos a recibir a Dios, vamos a recibir al Dios Padre, que es tu dueño y que te guarda y protege. Al Dios Alfarero que da forma a tu vida y te restaura.
CONCLUSION
Repasamos estas tres formas de prepararnos para recibir a Dios que nos da Isaías:
1) Necesitamos hacer memoria de las obras de Dios en el pasado.
2) Necesitamos reconocer que necesitamos a Dios. No hay nadie demasiado santo, ni demasiado pecador que ya no necesite a Dios.
3) Necesitamos recuperar una de las imágenes biblicas mas bellas de Dios, la de un Dios que nos trata como Padre y como Alfarero.
Navidad es el encuentro de lo humano con lo divino. Que hoy mismo podamos tener ese encuentro.
Señor: gracias por venir a nosotros. Queremos recibirte, darte el lugar de nuestro Padre, de nuestro Alfarero. Ayúdanos a confiar que las mismas obras que hiciste en el pasado, podrás hacer hoy con nosotros. Nuestro corazón te necesita, nuestra vida te necesita. No hay pecado tan grande ni virtud tan grande que dejen afuera. Señor, hay un vacío que solo tú lo puedes llenar.