Pescadores de Almas - Predica Cristiana por Ivan Tapia
“Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.” Mateo 4:19
Podemos leer el contexto en que Jesús dijo estas palabras: “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz y a los asentados en región de sombra de muerte luz les resplandeció” (San Mateo 4:16)
Eso fue el paso de Cristo por este mundo: Una Luz en medio de las tinieblas, un resplandecer de la gloria de Dios en la sociedad de aquella época, una gloria que aún sigue refulgiendo en todo el mundo en los corazones de muchas personas.
Desde entonces, dice la Palabra, comenzó Jesús a predicar y a decir: “Arrepentíos porque el Reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:16) Jesús anunciaba un reino, el gobierno de los cielos, que no es un gobierno político como los de este mundo sino el Gobierno de Dios sobre el corazón de los seres humanos.
Para poder estar bajo ese gobierno es necesario el arrepentimiento. Hay muchas personas orgullosas, de un corazón duro y vanidoso, que no quieren reconocer que son pecadores, que hacen cosas que ofenden a Dios pues faltan a Su ley de amor.
Es necesario que cada uno se examine y reconozca que muchas veces erramos en ese aspecto y no amamos a nuestros vecinos; rechazamos a los que piensan distinto o son diferentes; no somos generosos con nuestro prójimo; tantas veces pensamos primero en nuestro yo y luego en los demás, si es que volvemos a pensar en los demás.
El Señor nos dice arrepiéntanse, es decir cambien de actitud, reconozcan que son pecadores y que me ofenden, reconozcan que no son santos. Lo contrario de santo es pecador.
Cuando Cristo viene a este mundo, es el Reino de los Cielos el que se acerca al ser humano. Quien tiene a Cristo tiene al Reino de Dios en su corazón; quien tiene al Señor Jesús tiene ese gobierno sobre su vida, es un siervo de ese Reino, un ciudadano y súbdito del Rey Jesucristo.
Andando, dice el Evangelio, Jesús junto al mar de Galilea (en realidad es un lago tan grande que le llaman mar de Galilea) vio a dos hermanos Simón llamado Pedro y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar porque eran pescadores. Y Jesús les dice: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”.
Ellos tenían un oficio; no eran carpinteros, no eran jardineros, tampoco eran príncipes gobernantes. Eran pescadores y su trabajo era preparar las redes, remendarlas y salir mar adentro en sus embarcaciones, lanzar las redes al mar y sacar los peces. Sabían dónde se encontraba la pesca y como pescar, sabían dónde acudían los cardúmenes de peces.
Como vivo cerca del mar conozco algo de eso y sé que a veces los pescadores salen de noche pues hay un tipo de pez que en la noche se acerca a la superficie del mar atraído por la luz de luna. Sabiendo esto los pescadores engañan a los peces poniendo un foco de luz y todo el cardumen viene a la superficie quedando atrapado en las redes del pescador. También está la pesca al espinel que es cuando ponen una lienza con varios pequeños anzuelos con carnadas sabrosas para los peces.
Jesús toma el oficio de ellos y les dice “si ustedes me siguen ahora, van a ser ya no pescadores de peces si no pescadores de hombres”, pescadores de almas, pescadores de vidas. He aquí un aspecto importantísimo de ser cristiano.
No solo somos personas que tenemos que desarrollar virtudes cristianas, no solo tenemos que hacer buenas obras ayudando a nuestro prójimo, sino que también Dios nos encarga que seamos pescadores de almas, personas que multiplican el amor de Dios en otras vidas.
El Señor quiere que anunciemos a otros este Evangelio, que compartamos con otras personas lo que Él ha hecho en nosotros, porque Su propósito no es solamente estar en su corazón y en el mío, sino que en los corazones de muchas personas que tienen gran necesidad de Dios.
Estamos viviendo en una sociedad eminentemente atea, sin fe, en que la confianza está puesta en la ciencia, en lo positivo, en lo que se ve. Hoy no se cree en lo que no se ve y Dios no se ve, el espíritu no se ve. Muchas veces se cuestiona la Biblia, el libro sagrado de los cristianos; se cuestiona a la Iglesia, se cuestiona a los predicadores, a los ministros de Dios. Vivimos en un mundo con mucha desconfianza con respecto a tantas cosas y entre ellas, desconfianza hacia la fe cristiana.
Para que este mundo pueda ser alcanzado por Dios necesita ese toque de confianza y fe en Jesucristo que todo cristiano puede dar a su prójimo. Lo nuestro no es solamente un conocimiento teórico que hemos aprendido en un Libro o algo que se nos ocurrió a nosotros, sino que es también una experiencia. Hablamos de algo que hemos experimentado.
A partir del arrepentimiento y el perdón de Dios, recibimos la presencia del Espíritu Santo en nuestro interior y nunca más volvimos a sentirnos solos.
¡Qué profunda soledad tiene el ateo, el agnóstico, el que duda, el que no cree! Porque no tienen a Dios; en cambio nosotros podemos confiar en ese Ser invisible y Todopoderoso, podemos confiar en un Amigo que nos ama y nos cuida: Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él envía Sus ángeles alrededor nuestro para defendernos del mal. En circunstancias difíciles podemos asirnos de Él y confiar en Su Palabra plagada de promesas de Dios.
Las promesas de Dios escritas en la Biblia son perlas de sabiduría y esperanza para que usted sea feliz con Él. “Venid en pos de mí, dice el Señor, y os haré pescadores de almas” Seguir a Jesucristo es también ser capacitado para poder transmitir ese mensaje de amor a otras vidas.
No es algo tan complejo, podemos entenderlo al estudiar la Palabra del Señor, al leer Sus enseñanzas en el Evangelio, los milagros que hizo; cuando, por ejemplo, dio vista a un ciego, cuando perdonó a la mujer adúltera, cuando limpió al leproso.
Eso mismo es lo que quiere hacer en usted: Darle una nueva “visión” de la vida, perdonar sus más graves pecados, limpiar completamente su alma de la lepra del pecado. Salvado su corazón, sanado en su conciencia, renovado en su mente y transformada su vida, Jesús, el Pescador de Hombres, también hará de usted un pescador de vidas.