1. Reconozca y confiese delante de Dios que tiene un espíritu rencoroso. Aunque no siempre resulte fácil perdonar, a veces, somos el blanco de ofensas extremadamente dañinas.
Sin embargo, no somos responsables por la conducta de otras personas, sino solo de la nuestra. Dios nos ha ordenado que seamos comprensivos y perdonadores.
Si guardamos rencor, ese es nuestro problema, no de la otra persona; debemos arrepentirnos de este pecado y pedirle a Dios que nos ayude a superar nuestra falta de perdón
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Publicado: Editado: 10234