Cómo Discernir Nuestros Corazones | Reflexion Cristiana de John MacArthur
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
Santiago 1:23–24
¿Se da cuenta de que la diferencia entre un sincero, controlado por el Espíritu, devoto, piadoso y obediente cristiano y un derrotado, débil y agobiado cristiano está en lo que ocurre en la mente?
Pueden asistir a la misma iglesia, participar en los mismos ministerios y hacer externamente las mismas cosas, pero uno está derrotado y el otro vive una vida espiritual fructífera. La diferencia se encuentra en el pensamiento.
Un día la diferencia se hará manifiesta. Pablo dijo a los corintios que cuando el Señor venga, «aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones» (1 Corintios 4:5).
Cristo dijo algo similar: «Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz» (Lucas 8:17).
Y: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse» (Lucas 12:1–2).
Le exhorto a profundizar en el espejo de la Palabra de Dios (Santiago 1.23–24), que es poderosa para discernir «los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12).
Como Jeremías aconsejó a Israel: «Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?» (Jeremías 4:14).
Y «limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios» (2 Corintios 7:1).
¿Qué le ha revelado el espejo de la Palabra de Dios recientemente?