Contra Quién es Nuestra Lucha | Reflexiones Cristianas de Cesar Castellanos
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13).
El apóstol San Pablo aconseja a los creyentes, que han nacido de nuevo y han tenido una experiencia con Jesús, que se vistan con la armadura de Dios. ¿Por qué nosotros tenemos que ponernos la armadura del guerrero? Porque estamos en una guerra abierta contra fuerzas espirituales de maldad en los aires.
Detrás de este mundo visible hay fuerzas invisibles, que el apóstol San Pablo las nombra como principados, potestades, gobernadores, y huestes de maldad.
En otras palabras, son seres incorpóreos. Usted debe comprender que en el mundo invisible está el gobierno de Dios, y está el gobierno de Satanás. Dios tiene sus ejércitos angelicales que son: ángeles, arcángeles, serafines, y querubines, y Satanás, que siempre imita lo de Dios, tiene también sus fuerzas demoníacas que están organizadas en principados, potestades, gobernadores, y huestes de maldad.
Ahora usted debe entender que Satanás es el espíritu del mal, él lo creó. El mal no es algo tangible, pero es un ser que se originó en el adversario, quien trabaja en contaminar al mayor número posible de personas para controlarlos, esclavizarlos y destruirlos. Razón por la cual el Señor Jesucristo dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10)
Por un lado, el gobierno de Dios piensa en darle la vida abundante; pero, por el otro, el gobierno del adversario piensa en arrebatarle la felicidad, quitarle la paz, robarle la salud, deteriorar la armonía familiar, confundir su futuro y destruirlo.
ALGO EN QUÉ PENSAR
Se dice que en cierta ocasión el Apóstol Juan estaba muy enojado contra el adversario porque éste había atrapado a uno de los mejores jóvenes de su comunidad. Y decide confrontarlo diciéndole: “¿Por qué te metiste con este joven que era tan bueno y tan consagrado a las cosas de Dios?” A lo que el adversario le respondió: “Él se metió en mi territorio”.
Hay una línea muy frágil que separa el reino de Dios del reino del adversario, y se llama obediencia. Cuando un creyente desobedece a la palabra de Dios, fácilmente se puede encontrar en el territorio del enemigo y éste aprovecha la ocasión para esclavizarlos a través del pecado.
ORACIÓN
Padre, ayúdame a ponerme a diario la armadura del guerrero; haz que siempre dependa de Ti y ayúdame a perseverar en el poder de Tu Palabra. Gracias porque Tú siempre me guardas y me proteges. Amén.
DECLARACIÓN
“Soy soldado de Jesús, tengo la armadura de Dios, y soy más que vencedor”.