El énfasis de esta parábola es el contacto vivo que Cristo quiere que mantengamos con él, si de veras queremos progresar.
El contacto con Cristo produce abundante fruto (1-5). Un cristiano sin fruto es un absurdo. Es igual a un árbol sin hojas, flores ni fruta. La voluntad de Dios es que seamos ramas útiles y productivas. “La inutilidad invita al desastre”, escribió un comentarista bíblico.
¿Cuándo no damos frutos? Cuando nos negamos a actuar según la palabra de Cristo y cuando dejamos de mantener la comunión con él. Ahora bien, el contacto con el Señor debe expresarse en términos prácticos: oración continua, comunión constante con la Palabra, momentos de quietud para reflexionar, etc.
Llevar mucho fruto (4-5), hace que seamos discípulos enriquecidos, para enriquecer a otros, y cumplimos la voluntad de Dios (8) aparte de darle gloria.
¿Cómo permanecer en contacto con Cristo? (9-17). La respuesta es fácil, se encuentra en el versículo 9: hay que permanecer en su amor. ¿Cómo? Guardando sus mandamientos y amándonos los unos a los otros, no peleando los unos con los otros.
Se permanece en comunión con Cristo cuando su palabra se hace parte de nuestro modo de ser, pensar y actuar.
Para actuar. ¿Qué es lo que te impide llevar fruto abundante?
Oración. Señor, tiendo a sentirme cómodo así como estoy. Tiendo a estar de acuerdo conmigo mismo. Pero la exigencia de dar frutos para no ser inútil me ha abierto una grieta. Estimúlame a llevar mucho fruto.