Todo el mundo se centra en el milagro del Mar Rojo, de cómo se abrió el mar y el pueblo de Israel pasó en seco... pero ese milagro comenzó 40 años atrás, cuando le dieron un rebaño de chivos y un bastón de pastor a un ex-príncipe... y éste, lo tomó y comenzó otra vida.
Y es que cualquier príncipe pudo haber tenido una estrategia diplomática o militar con la que pudo salvar a su pueblo o morir en el intento... pero solo un pastor de chivos podía abrir un imposible camino en el mar, salvar a todo una nación y destruir al ejercito más poderoso de la tierra sin una sola espada y sin derramar una sola gota de sangre de su pueblo.
¿Cómo lo hizo?
No lo hizo,...
Por 40 años aprendió a NO SER... y a estar abandonado absolutamente al proceso de Dios.
Y es que para poder hacer lo que Dios quiere, se requiere NO SER. Es paradójico... pero cuando NO ERES, no tienes nada que perder, nada que presumir, nada que pensar, nada que ofrecer, nada que rebatir... entonces, aquel pastor de chivos, le dijeron: "Ve y libera a mi Pueblo"... la respuesta no fue: "Por supuesto, voy en el nombre de Yo Soy y les vamos a patear el trasero a los egipcios y me la van a pagar... ahora si me voy a vengar... " No, su respuesta fue: "No puedo, no se, ¿Cómo?..."
Los milagros y proezas, no comienzan el día que suceden... comienzan cuando lavas los baños, cuando cargas el equipaje, cuando sirves en las cosas pequeñas... cuando nadie te llama ni te toma en cuenta, cuando le invitas un pan a un desconocido... cuando no eres, nadie te reconoce y nadie quiere que seas... ahí, si resistes, comienza el milagro de SER.
Luego, cualquier milagro, será un resultado y no una casualidad... y tú y todos sabrán que no fuiste tú, sino Dios... y de eso se trata... de que sea Él y no tu.
"Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros." 2 Corintios 4:7
MISAEL ESCORCIA