“...y por quièn recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fè en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis tambièn vosotros, llamados a ser de Jesucristo.” Romanos 1:5-6
No tiene explicación desde el punto de vista de la lógica: Dar la vida de su Hijo para salvar al hombre que era su enemigo, haciendo sus propias obras de maldad. ¿Què filosofìa puede explicarlo?, ¿qué ciencia puede investigar el misterio escondido en ese amor de Dios?. S
olo podemos aceptarlo, pues es amor, nada mas que amor. Un amor que es tierno para el Ser humano, pero cruel, incomprensible, irracional, hasta salvaje, para la óptica del hombre, en la forma de muerte, de su propio Hijo, mirando la cruz, los clavos y la lanza en su costado abierto, pero que no vè al Salvador y su obra Redentora.
Esta es la Gracia, el amor no merecido, puesto a nuestro favor y lo recibimos por Jesucristo. Tambièn recibimos de El, el apostolado. No somos apóstoles, pues esto requerirìa haber estado en contacto directo en el tiempo, con la persona de Jesús, pero sì la capacidad de promover una doctrina, en este caso la obediencia a la fè en todas las naciones.
Este apostolado habla de un alcance misionero que nos llega hasta hoy, como desafìo de parte de Dios, de ir por todo el mundo y predicar el Evangelio, las buenas noticias de Salvación para todo aquel que cree. Este desafío no se detiene en el tiempo. Ni podemos decir que esto, “era para otra època”.
Este mensaje nos alcanzò a nosotros. No podemos ser egoístas y guardarlo para nosotros solos. Hoy hay muchos hombres y mujeres sin esperanza y sin paz en el mundo, que necesitan a Jesucristo, sì, a ese Jesucristo que nosotros tenemos.
La orden es para todos, no hay nadie que pueda decir: “nò, Jesús no me lo dice a mì”. Todos estamos incluìdos y somos responsables de alcanzar a los que estàn cerca nuestro, con el mensaje redentor de Jesucristo.
¡Señor ayúdame para serte obediente y llevar tu mensaje a los que no te conocen!