Todas las Riquezas Vienen de Dios
Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. HAGEO 2.8
Los profetas del Antiguo Testamento establecieron la verdad de que toda la riqueza proviene de Dios: «Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos» (Hageo 2.8; cp. Job 28; Salmos 104.24). Porque Dios, como creador de la tierra es dueño de todo, Él ciertamente no prohíbe a la humanidad que utilice el dinero.
Dios le concedió al hombre la sabiduría y el privilegio de convertir los abundantes recursos de la tierra en mercancías valiosas y mediante sus propios talentos en servicios comercializables.
Un resultado natural fue el uso de varios metales de la tierra para hacer monedas y el uso de árboles para hacer papel para la moneda. Él quiere que sabiamente aprovechemos los recursos naturales de la tierra para estos y otros fines económicos.
En Deuteronomio 8.18, Dios da un paso más allá: «Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas». Él no solo ha creado la materia prima de la riqueza, sino también nos ha dado la capacidad mental y física para obtener riquezas y utilizarlas.
Dios quiere que usted entienda que el dinero en sí mismo es moralmente neutral y que Él, como la fuente última del dinero y todos los bienes materiales, nos ha repartido todas las riquezas como mayordomos.
Todos estamos administrando la riqueza de Dios. El dinero y las posesiones se convierten en pruebas de moralidad y plantean estas preguntas personales: ¿Qué va a hacer con la riqueza que tiene? ¿Va a pasar esta prueba crucial de su vida moral y espiritual?